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Consulta ciudadana: contar con la opinión agregada


Quienes me habéis soportado en alguna de mis clases, me habréis oído bufar con irritación ante la palabra “participación”. Me apresuro a aclarar que mi desdén se dirige al vocablo, no al concepto. Simplemente, la palabra participación es demasiado polisémica y está demasiado manoseada como para ser útil. Para ganar claridad, prefiero trocearla y hacer referencia a componentes más concretos de la participación ciudadana. Hoy le toca a la consulta ciudadana.

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En su día, desarrollé el modelo LUDO como manera de orientarme en esta selva conceptual. Una parte de ese modelo hace uso de las escalas de devolución de poder que llevamos usando desde Arnstein en 1969.

El «espectro de la participación» de la IAPP seguramente es la que más sintetiza sin perder especificidad. Marca 5 grados:

  1. Informar
  2. Consultar
  3. Involucrar
  4. Colaborar
  5. Empoderar

Características de la consulta

A diferencia de niveles superiores, que suponen un intercambio creativo de conocimiento, el nivel de consulta hace referencia a la mera recolección de la opinión ciudadana, generalmente sin compromiso por parte del poder público de aplicar directamente la opinión mayoritaria. Es un nivel no vinculante, aunque puede llegar a ser muy influyente.

Junto con ese carácter no vinculante, se da otra característica esencial: la consulta se realiza en un contexto de baja interrelación entre los participantes. No hay un diseño para la creación y el consenso. La red resultante aparece como fuertemente centralizada, en torno a relaciones de los participantes con el convocante de la consulta -pero no entre ellos- y frecuentemente unidireccionales. El verbo consultar se conjuga en voz pasiva.

Cuando se da un debate rico y bien informado en la comunidad de participación, con aportaciones originales y construcción de consensos, no estamos hablando de consulta, sino del nivel 4 de colaboración, de cocreación. Por supuesto, puede ser que en un proceso así de rico haya un momento consultivo, que hay que entenderlo como parte de un proceso mayor.

A diferencia de otros niveles de participación, la consulta exige cierta representatividad, ya que no trata de encontrar nuevas ideas, sino de conocer la opinión colectiva sobre un asunto. Por lo tanto, nos enfrentamos a los problemas de validez y fiabilidad de toda investigación social.

Cuándo hay que consultar

Un proceso participativo que se mueva sólo en un grado de consulta no debería ser vinculante, excepto en asuntos muy poco complejos. Con esto no quiero decir que la consulta sea débil y haya que sustituirla por niveles superiores. Cada proceso y cada momento exigen diferentes intensidades en la escala participativa. Ya sea por la conflictividad del asunto, por la características de los destinatarios o por economía de recursos, la mera consulta puede ser la respuesta más adecuada a un caso concreto.

Por cierto, no olvidemos que estos niveles son acumulativos. Por lo tanto, una buen consulta precisa de una buena información. No se pueden saltar escalones. Quienes son consultados deben contar con suficiente información previa como para entender las reglas del juego y para haberse formado juicio sobre el asunto que se consulta.

El para qué de las consultas

Tengo la impresión de hemos empezado a sacralizar las consultas, despojándolas así de objetivos claros y de proporcionalidad en los medios. El objetivo de una consulta debería ser alguno de estos:

  • Entender las necesidades y las expectativas de colectivos concretos, como input de las políticas públicas.
  • Pulsar las preferencias sociales para contribuir al diseño, a la toma de decisiones y a la comunicación.
  • Evaluar la satisfacción de los destinatarios de las políticas y los servicios.

La primera pregunta de diseño de un proceso consultivo debería ser “¿para qué?”. ¿Qué aportación va a suponer el resultado de la consulta? ¿Se integra en un proceso de toma de decisiones? ¿De qué manera?

Métodos científicos de consulta

Una vez que conocemos el para qué, toca diseñar una consulta que sea costoefectiva; esto es, que consiga el resultado con uso de los medios necesarios de la manera más económica posible. No hablo sólo de dinero, sino también del grado de molestia que provocamos en la ciudadanía.

Por otra parte, la consulta debe realizarse en condiciones aceptables de validez y fiabilidad. No estamos pidiendo ideas, cada una de las cuales puede ser válida por sí misma, sino una agrupación de voluntades.

Visto así, el método imbatible sigue siendo el demoscópico. Diseño muestral, aplicación de encuestas y valoración estadística, acompañado o no de técnicas cualitativas.

Sé que acabo de enfriar el café con leche. ¿Qué estoy diciendo, que los sondeos de opinión son la mejor manera de efectuar una consulta ciudadana? Pues casi. Son la manera de conocer la opinión de un colectivo con cierta precisión.

Escucha activa

La escucha activa pretende lo mismo que los sondeos de opinión, pero de manera automatizada y continua, mediante el análisis de big data de las redes sociales y quizá de alguna otra fuente.

La escucha activa afronta problemas muestrales. Pocas veces puede presumir de contar con una muestra representativa. En el mejor de los casos, cuando los colectivos destinatarios son muy activos en redes, puede aproximarse a la fiabilidad de una buena encuesta.

Por lo tanto, debemos tener muy claro el para qué de la escucha activa. Me parece muy útil para alimentar la estrategia y la práctica de la comunicación en redes. También como espacio para detectar posibles problemas o ideas en grado de hipótesis, que habrá que contrastar posteriormente,

Consulta online

La aplicación de herramientas de votación y similares afronta aún mayores problemas muestrales. Las “like” que recogemos, o cualquier otra expresión de acuerdo o desacuerdo, binaria o graduada, no pueden entenderse casi nunca como representativas de la opinión de un colectivo. Simplemente, no se pueden agregar con fiabilidad.

Se suele hablar en este caso de participación individual. Correcto, pero la consulta de opinión se dirige justamente a lo contrario, a la agregación fiable. Por lo tanto, será útil para otros fines.

Otras externalidades y riesgos

Planteado el problema, no querría saltar a una conclusión precipitada. ¿Debemos hacer equivaler la fase de consulta a la investigación sociométrica? Desde luego que no.

Los métodos no científicos de consulta pueden defenderse por otras externalidades:

  • Fidelización: el hecho de poder expresar la opinión provoca mayor identificación con un una marca, un proyecto, un sitio web.
  • Didáctica: la información acompañada de interacción ayuda a que los mensajes lleguen y se entiendan mejor.
  • Gestión de crisis: la recogida de una opinión muy polarizada en un momento concreto dispara una alarma que habrá que atender.
  • Fase cualitativa: la recogida de opinión online puede entenderse como la fase cualitativa previa a un estudio más profundo.
  • Aculturación: la facilidad de opinar contribuye a asentar una cultura de la participación, dentro y fuera de las Administraciones.

Ahora bien, cuidado con estos riesgos:

  • Manipulación: tratar de hacer pasar por participación lo que no lo es, o incluso sesgar la consulta sabiendo qué colectivo va a apoyar las propuestas que me interesan.
  • Horror vacui: pintar estrellas y dedos hacia arriba para rellenar espacios en una página web, con intención decorativa.

Consultas más ricas

La consulta puede formar parte de un proceso más rico, puede ser parte de una escalón superior en la escala del IAPP. En este caso, la agregación de opiniones se produce en un espacio deliberativo, donde los participantes no sólo opinan, sino que aportan, donde -y esto es lo más importante- interactúan entre ellos y cambian de opinión.

Cuando nos encontramos en un caso de cocreación, hemos podido tomar un estudio de opinión como input del proceso, y quizá se plantee otro estudio al final que corrobore las decisiones tomadas. Sin embargo, en el entre tanto, en el desarrollo del proceso, es mejor no hacer cristalizar la opinión de los participantes, sino dejarla abierta al debate y a la construcción del consenso.

Conclusión

Este artículo sólo trata de ayudar a aclarar el complejo campo de la participación, deslindando la consulta ciudadana, cuya finalidad es agregar opiniones, de otros niveles de participación. Espero que sea de alguna utilidad y que me ayudéis a completarlo con vuestras aportaciones.

  1. 29/11/2017 a las 17:05

    Muchas gracias por aportar claridad a este asunto de las consultas ciudadanas. Absolutamente de acuerdo en que en esto de la participación hay que ir paso a paso. Vemos en muchas ocasiones a entidades locales que pretenden pasar «de no hacer nada» a empoderar plenamente a la ciudadanía en algunos temas, sin que se haya trabajado previamente la cultura de la participación en la comunidad.

    • 29/11/2017 a las 21:54

      Gracias. Poco a poco iremos aprendiendo todos.

  2. Antonio Ibáñez Pascual
    20/11/2017 a las 13:46

    No es por nada, pero tus referencias sobre participación son geniales.
    A veces se quiere preguntar a la ciudadanía sobre un tema, de forma sesgada, para obtener resultados que interesan. Aún sabiendo que no es la opinión general que nos ofrecen las encuestas demoscópicas.
    Cuando a veces escucho que «la democracia está sobrerepresentada» quizá deba hablarme más bien del hecho de que las diferentes escalas de la participación no se utilizan en los casos adecuados.

    Gracias por compartir 😉

  3. Maximo
    20/11/2017 a las 08:59

    Por remarcar algo simplemente: con el metodo demoscopico, evitamos la «sobre representación» o sobre participación de las personas y colectivos afectados a favor y en contra. Entiendo que con la disponibilidad generalizada de acceso a consultas on line, se deben usar, pero recordando que en mi puebo deciamos que «nos arrascamos cuando y donde nos pica» y la consulta es el lugar idoneo para arrascarse……si a uno/a le pica.
    Un saludo
    Y gracias por las entradas, tenerte ya de profe tiene que se la pera, por ser políticamente correcto con el lenguaje

    • 20/11/2017 a las 09:03

      Muchas gracias una vez más. Tenerte de comentarista es lo Máximo 🙂

  4. Juan ozora
    19/11/2017 a las 16:38

    Un ejemplo de aportacion ciudadana: el tranvia de Vitoria no debe pasar por la calle general alava porque
    1. incumple la ley de accesibilidad
    2. Porque el destino final actual no une con el resto de la ciudad creando un recorrido que de servicio.
    Ha sido un clamor de la ciudadania que se ha ignorado

  1. 17/11/2017 a las 12:57

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