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Transparencia efectiva: cuando la ciudadanía se forma juicio
Los buenos argumentos son necesarios; las etiquetas que los encapsulan, imprescindibles. Por eso tengo un alto interés en conseguir que cale este concepto: “transparencia efectiva”.
Podemos hablar de dos niveles de transparencia:
- Transparencia potencial: sería la posibilidad de acceder a la información y utilizarla. Para esto bastan dos condiciones: publicidad -que la información esté accesible- y claridad -que pueda ser entendida por una persona interesada.
- Transparencia efectiva: sería el hecho real de que la ciudadanía se informe y se forme juicio.
Si la información está disponible, pero no se usa, no produce ningún efecto. Para que ocurra la transparencia efectiva, la Administración pública debe tomar un papel activo en la difusión de la información, en su adaptación a diferentes públicos y también en el aumento de las capacidades de la sociedad para entender y utilizar la información.
Cuando una institución pública asume el compromiso de la transparencia efectiva, descubre que no sólo debe rediseñar el portal de transparencia, sino que debe repensar el conjunto de sus sistemas de información, gestión y comunicación. La transparencia efectiva precisa de ese otro término tan usado y tan poco comprendido: “buen gobierno”.
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