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Malmö y la teoría del decrecimiento


Seguramente lo menos interesante de mi reciente experiencia en Malmö ha sido la Conferencia sobre e-Government. Lo siento, pero estas iniciativas europeas me suenan muy lejanas. No dudo de las bondades y de la buena intención de todas ellas, pero tengo para mí que se quedan a una distancia estratosférica de la superficie terrestre. Ahí están, por ejemplo, con el marco europeo de interoperabilidad. Hace tres años nos contaron en la cumbre europea de interoperabilidad de Valencia que estaban trabajando en la segunda versión de este marco europeo y, después de este tiempo, todavía sigue sin aprobarse. Y lo peor no es eso, sino que me da la impresión de que la cosa tampoco despierta mayor expectación.

Reconozco la dificultad del empeño. Si a las Comunidades Autónomas nos cuesta desplegar políticas comunes de Administración electrónica en el ámbito local, y la Administración General del Estado encuentra enormes dificultades para hacer llegar sus iniciativas a los restantes niveles administrativos del Estado, ¿cómo no les va a costar a los burócratas de Bruselas?

Lo mejor de la Conferencia para mí fue sin duda el contacto con las personas que defendieron las buenas prácticas y que resistieron estoicamente en sus stands, a la espera de unos premios sospechosamente precocinados.

Pero hoy prefiero hablar de otras inquietudes más personales, que al fin y al cabo es domingo ;-).

El primer choque cultural con aquellas tierras nórdicas se produjo en cuanto cogimos el tren que nos trasladó del aeropuerto de Copenague a la ciudad de Malmö. Apenas estábamos intentando colocar nuestras maletas a buen recaudo cuando unos viajeros nos afearon la conducta por el simple hecho de hablar en un vagón en el que, para nuestra sorpresa, era preceptivo guardar riguroso silencio. Así lo indicaban algunas señales, pero lo inesperado de la norma había hecho que no hubiéramos reparado en esas indicaciones. Y, sin embargo, bien pensado, ¡qué mejor que poder descansar en silencio en el viaje de regreso a casa después de una jornada de trabajo! En aquel vagón se ordenaba respetar el merecido descanso de las personas que deseaban echar una cabezada, escuchar música o leer, sin tener que soportar las voces de los otros viajeros. Aunque la verdad es que tampoco en los otros vagones reinaba la algarabía.

Si tuviéramos que destacar alguna característica de Malmö, seguramente todos los que compartimos este viaje diríamos que Malmö es una ciudad tranquila. Y añadiría que respetuosa con el medio ambiente. El nivel lumínico es bajo, tanto en la calle, como en el interior de los establecimientos públicos. El principal medio de transporte es la bicicleta, a pesar de las condiciones climáticas. Y hasta la alcaldesa de Malmö nos habló, en la clausura de la Conferencia, de los parques que rodean la ciudad, del aprovisionamiento sostenible de alimentos frescos y de la importancia de la alimentación saludable. Como se refleja en la web del Ayuntamiento, Malmö es una ciudad preocupada por la sostenibilidad medioambiental.

Más difícil habría sido calificar a Malmö como SolarCity, después no haber visto apenas el sol durante los tres días que pasamos allí. Pero ellos se declaran como tal en el video «SolarCity Malmö«. Al igual que se reivindican como Ciudad del Comercio Justo y una de las ciudades más verdes del mundo y con mayor calidad de vida. Todo ello en esta página.

Mi estancia en Malmö me ha recordado un libro que leí este verano: En defensa del decrecimiento, de Carlos Taibo. Viene a decir que ningún crecimiento es sostenible, que es como un barco que se acerca a una catarata y reduce un 10 o un 20% la velocidad. Lo único sostenible es el decrecimiento, la vuelta a un modo de vida más respetuoso con el medio ambiente y, de paso, con nosotros mismos, porque la espiral del consumo en la que vivimos inmersos nos reporta poca felicidad.

Por cierto, hoy ha publicado El País la reseña de un libro, a la que he llegado vía Maite Darceles, en el que también se reflexiona sobre estas ideas: «el poder del ciudadano no reside tanto en su voto como en la dirección a la que dirija su dinero, su forma de consumir, de ahorrar y de donar».

La propuesta de Carlos Taibo se basa en 6 pilares:

  • la sobriedad y la simplicidad voluntaria
  • el ocio creativo frente al trabajo obsesivo
  • la vida social frente a la propiedad y el consumo ilimitado
  • la reducción de dimensión de las infraestructuras productivas,  las organizaciones administrativas y los sistemas de transporte
  • la primacía de lo local sobre lo global
  • la redistribución de los recursos en provecho de los más desfavorecidos

La tesis del libro se puede resumir en esta frase: «si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que hacerlo obligados por las circunstancias de carestía de la energía y cambio climático que acompañan hoy al despliegue del capitalismo global».

En fin, estas cosas me vinieron a la cabeza en Malmö. El problema es que vamos todos en el mismo barco y no vale que sólo algunos lo hagan bien, porque al final todos nos hundiremos juntos. En esto sí que aplica el dospuntocerismo: la sostenibilidad es una obra colectiva.

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  1. Pere J Mitjans
    04/12/2009 a las 21:57

    Muy interesante el post y el debate que le sigue. Me interesa especialmente el tema del Green IT. Por supuesto que los ordenadores consumen energía, pero lo malo es su uso compulsivo y adictivo. Opino que «el crecimiento» del uso los ordenadores es más bueno que malo (véanse la campañas de un laptop para cada niño en Africa). También se pueden utilizar para el ahorro energético. En un artículo en The Economist ( http://www.economist.com/research/articlesBySubject/displayStory.cfm?story_id=15022465&subjectID=348909&fsrc=nwl ) se identifican hasta 157 proveedores de software para la gestión energética y control de emisiones. Se espera que pronto las grandes firmas como Oracle y SAP lideren este mercado de software medioambiental. En fin, es lo que los expertos llaman el coste para la mitigación del cambio climático.

  2. 04/12/2009 a las 09:34

    @ocortes desde luego, la reflexión debe hacerse en un marco global, aunque con soluciones locales, que son las únicas que funcionan. Muy de acuerdo en que hemos construido las ciudadades pensando en que todo el mundo se marche lejos a trabajar, lo que es insostenible.
    Y hay que pensar con radicalidad. Por ejemplo, cuando dices «el transporte es un modo de conectar ubicaciones en las que tenemos que estar». ¿En las que tenemos que estar? Casi nunca se da el caso de que «tengamos que estar», en este mundo electrónico.
    En todo caso, mi argumento era sobre todo autocrítico. Seguimos en un esquema en el que consumir es bueno, trabajar muchas horas una necesidad y la destrucción de empleo una amenaza absoluta, no una oportunidad para el ocio.

  3. 03/12/2009 a las 18:04

    @alorza, @iñaki, creo que la reflexión sobre desarrollo o decrecimiento sostenible debe ser global. Al fin y al cabo el transporte es un modo de conectar ubicaciones en las que tenemos que estar. Evidentemente caminar o la bicicleta es lo ideal, pero por ejemplo hay que pensar en el tipo de ciudades que se están construyendo, el cual a su vez está muy relacionado con los patrones sociales y de consumo existente. Esa organización social es la que está derivando en un mundo más injusto e insostenible.

  4. Lola
    02/12/2009 a las 11:50

    Este sí que sería un buen reto para el bien común a impulsar desde las bases, desde las personas. Y en el que todos y cada uno de nosotros podríamos colaborar con nuestro granito de arena.
    Las veces que he hecho el Camino de Santiago me han servido, entre otras cosas, para reducir las necesidades a lo más básico y darme cuenta de todo lo superfluo que a diario consideramos imprescindible en nuestras vidas. Está bien ser consciente de ello de vez en cuando.

  5. 02/12/2009 a las 09:05

    Estupenda reflexión, Iñaki. Creo también que hay una conexión con la empresa por lo que toca de argumentar contra el gigantismo empresarial. Bienvenido a este mundanal ruido de nuevo 😉

  6. Rogelio
    01/12/2009 a las 16:45

    Totalmente de acuerdo Iñaki, al menos tomar conciencia de que hay varios caminos y no precisamente vamos por el mejor.
    Me permito poner dos enlaces en los que he encontrado algunos puntos de vista francamente interesantes.
    http://www.decrecimiento.info/

  7. 01/12/2009 a las 10:30

    Sigo dando la chapa. Hay que diferenciar entre:
    – actividades que «decrecen» la huella ecológica: ir andando, o en bici, a trabajar
    – actividades que NO la aumentan: ir en transporte público
    – actividades que la aumentan: ir en coche
    – actividades que la aceleran: ir en un 4×4 de gran cilindrada
    Pregunta, el AVE, ¿a cuál de las 4 pertenece?

  8. 01/12/2009 a las 08:15

    En fin, mucho blablablá y poca chicha. Acabo de oír en la radio que esperan que la cifra de venta de coches en Noviembre haya mejorado. Ese es el tipo de datos económicos que importan hoy en día y, si van mal, se hace un Plan Renove.
    Sugiero dos cosas:
    – Poner el «Elogio de la Ociosidad» de Russell como texto obligatorio del currículo escolar
    – Aplicarnos el cuento: ¿cuántos usamos fondos de pantalla oscuros, cuántos apagamos luces, cuántos compartimos coches, cuántos ahorramos tóner, cuántos…?

  9. 01/12/2009 a las 00:23

    Cuando veo que la receta contra la crisis es incentivar el consumo tengo la sensación de que emprendemos una huida hacia adelante.
    Para mí, la solución pasa por adoptar estilos de vida más equilibrados con el entorno, con los demás y con uno mismo. Claro que es más fácil consumir (o, incluso, trabajar) para olvidar.
    Sobre el debate que plantea Paul, tengo la impresión de que la vida virtual es más sostenible que la vida física, por mucho que cambiemos de ordenador cada poco tiempo. En términos de huella ecológica, ¿cuántos ordenadores equivalen a un coche? ¿Y qué autopistas contaminan más, las de la información o las de la locomoción? Lo cual no quita para que realicemos un consumo responsable también de los medios cibernéticos. Las cosas que nos gustan más, nos seguirán gustando cuando sean más duraderas y consuman menos energía. ¡Miel sobre hojuelas!
    Supongo que la aplicación de estas ideas a la Administración pública y a las organizaciones, en general, da para más que este comentario, pero algunas de ellas tienen traslación directa, como las estructuras organizativas de tamaño reducido o los servicios localizados en el entorno próximo de los usuarios.
    Pensaremos sobre ello, porque no es cosa que pueda despacharse a la ligera.

  10. 30/11/2009 a las 22:26

    Alain, no propongo volver a la Edad Media. Igual es posible optimizar los programas, los sistemas operativos y el hardware para consumir cada vez menos energía, para que equipos con 5 años de antigüedad no acaben en la basura. El decrecimiento también hay que trasladarlo incluso a cosas que realmente nos gustan.

  11. 30/11/2009 a las 21:51

    Ya lo dijo Mies van der Rohe: menos es más 😉

  12. 30/11/2009 a las 13:30

    Paul, tal vez no se trata de decrecer en todo. No creo que gente como Taibo promueva la vuelta a la Edad Media o una especie de comuna Amish. Al revés, una banda ancha universal animaría a mucha gente que puede teletrabajar a hacerlo desde pueblos o, al menos, ciudades más pequeñas, evitando la despoblación de ciertas áreas y favoreciendo el surgimiento de comunidades a escala más humana, ¿no?

  13. 30/11/2009 a las 10:39

    Me ha gustado la reflexión. El problema es lo mal que se llevan los ordenadores y el 2.0 con el decrecimiento. Queremos conexiones a internet más potentes, wifi en todas las esquinas, ordenadores con mayor capacidad, la nube exige más servidores, etc. Es un tema que últimamente me preocupa y para el que no tengo ninguna respuesta.

  14. 30/11/2009 a las 10:20

    Amén, Iñaki.
    ¿Te atreves a extraer las consecuencias de esos 6 principios para la Administración pública? Especialmente, me gusta la idea de «la sobriedad y la simplicidad voluntaria» aplicada a la eAdministración.

  15. 30/11/2009 a las 09:56

    Iñaki:
    Estamos en onda con el Decrecimiento. La semana pasada escribi un post sobre el tema, pero referenciando al libro de Nicolas Ridoux («Menos es más»). No sabia que habia salido ese libro de Carlos Taibo. Tenemos que pensar mucho en ello, y en las oportunidades que encierra para conseguir mas equilibrio. Por si quieres echarle un vistazo a mi post: http://www.amaliorey.com/2009/11/26/decrecimiento-post-118/
    Sigamos conversando sobre estos temas, que vienen muy bien a la sociedad civil y, por supuesto, a la Administración. Un placer

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