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Hora de balances y buenos propósitos
El cambio de año nos invita a reflexionar sobre el tiempo pasado y a tomar firmes determinaciones para que el futuro sea mejor. Mi mirada hacia el pasado es autocrítica. Supongo que son formas de ser. Hacia el futuro tampoco preveo milagros, ni varitas mágicas. Las cosas no van a discurrir por cauces muy diferentes de lo pasado.
Han transcurrido poco más de 6 meses desde aquel 8 de junio en que nuestros nombres salieron publicados en el boletín. Después de 26 años en la Administración y 14 en la Oficina para la Modernización, alguna idea me hacía de donde me estaba metiendo. Ahora puedo decir que no es lo mismo saberlo que vivirlo.
Entonces veía una oportunidad y ahora sigo viéndola. De momento, los resultados no han sido proporcionales a los esfuerzos. Esa es mi sincera valoración de estos 6 meses. Pero los resultados están ahí, cada día más cerca. (Sin ir más lejos, ayer fue un día feliz para nosotros: el Consejo de Gobierno aprobó el proyecto de apertura de los datos públicos). Y no vamos a cejar en el empeño. Por si alguien tenía alguna duda, que sepa que esto va más de resistencia que de velocidad. Mal que nos pese.
IV jornada del programa Compartim
El pasado 3 de diciembre tuve el gusto y el privilegio de asistir en Barcelona a la IV Jornada del Programa Compartim, el cual, como muchos ya sabéis, es el mejor ejemplo de puesta en marcha de comunidades de práctica en la Administración pública española. Tal como dijo Genís Roca, fue un día de fiesta mayor, porque el Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya presentaba el libro “El treball col•laboratiu a l’Administració” (PDF), donde un grupo de expertos han recogido el conocimiento adquirirdo en estos años de experiencia, de manera que otros podamos reutilizarlo.
He aprovechado el puente de la Constitución para leerlo y debo decir que más que un libro es un milagro. Hay un equilibrio entre saber académico y saber práctico sólo entendible por la estrecha colaboración que se ha dado entre esos dos enfoques del conocimiento. Un gran trabajo colectivo, en el que hay que destacar a Jesús Martínez, incansable impulsor del proyecto, y a su equipo de coordinación, Núria Vives y Joana Soteras.
Volviendo a la Jornada en sí, fue una reunión entre amigos, algunos de las cuales aún no había desvirtualizado. Me agradó volver a escuchar a Carlos Merino, con quien coincidí en las ideas básicas. Sobresaliente la conferencia de Alejandro Piscitelli, que nos maravilló con su riguroso estilo casual. También disfrutè con el enfoque conexionista del aprendizaje que nos predicó Stephen Downes, y con ese 30% que entendí en las presentaciones en catalán de Cristina Ribas, Genís Roca, Joan Torrent, Josep Lozano, Dídac Dotres, Mario Pérez-Montoro, Núria Vives y Sergio Vasquez.
El mejor resumen de la jornada es este mindmap, a cargo del gran Carlos Guadián. ¡Bravo!
Día internacional de los derechos humanos
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Primeras conclusiones sobre gestión de calidad
Lo primero, os agradezco las aportaciones. Eran muchas preguntas y la mayoría habéis contestado a todas ellas. La verdad es que me habría conformado con que cada cual hubiera contestado a las que más le motivasen o tuviera más claras, pero la blogosfera es así de generosa. Una vez más, habéis superado mis expectativas. Muchísimas gracias.
De las respuestas recibidas se pueden extraer unas primeras conclusiones con respecto a la mayoría de las cuestiones planteadas. Es lo que voy a intentar hacer en este post. Por supuesto, sería perfecto «tunear» estas conclusiones con vuestros comentarios.
Pero antes quiero dejar abierto el hilo del debate, porque todavía hay mucha tela que cortar. Me ha quedado claro que sería bueno establecer una política corporativa de gestión de calidad que, como mínimo, diera visibilidad a las iniciativas existentes, contribuyera a mejorar las condiciones para su desarrollo y otorgara un reconocimiento «organizativo» al trabajo bien hecho.
Sin embargo, la pregunta que ha obtenido una menor respuesta ha sido: ¿Qué debe aportar una política corporativa de calidad para que sea útil a las iniciativas existentes y para que motive la puesta en marcha de iniciativas nuevas?
Esta pregunta es el hilo del que me gustaría seguir tirando.
La gestión de calidad en la Administración pública
Está claro que la calidad de los servicios públicos es un objetivo que deben perseguir las administraciones públicas. Cuestión distinta es en qué medida la implantación de los sistemas de calidad al uso contribuye a conseguir este objetivo.
La mayoría de las administraciones públicas han puesto en marcha políticas corporativas de calidad, bien a través de normas legales, bien mediante planes de actuación. Estas estrategias corporativas de calidad incluyen habitualmente cartas de servicios, autoevaluaciones, evaluaciones externas, grupos de mejora, gestión de quejas y sugerencias, inventarios de buenas prácticas, premios, etc.
Reconozco que tengo el corazón partido con este tema. Por una parte, comprendo que la aplicación de un sistema de gestión de calidad contribuye a consolidar una cultura y unas prácticas de gestión, poniendo objetivos, identificando indicadores, midiendo resultados, etc. Pero, por otra parte, veo el riesgo de aumentar la burocracia y los controles, tan excesivos de por sí en la Administración pública.
Comparto aquí mis dudas.
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