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Gobierno de sociedades complejas


A la velocidad que van las cosas es fácil tender a pensar que un libro que no sea de este año o, a lo más, del pasado, habrá quedado ya obsoleto. Acabo de releer “La transformación de la política” de Daniel Innerarity, libro que obtuvo el premio Miguel de Unamuno de ensayo en el 2002, y no sólo puedo dar fe de que no ha perdido vigencia, sino que estoy seguro de que la mantendrá durante unos cuantos años.

Quiero traer al blog uno de los aspectos sobre los que se reflexiona en este libro, el del gobierno de las actuales sociedades complejas, por entender que tiene mucho que ver con la reinvención de la Administración que, en definitiva, es el tema principal del blog.

No es difícil coincidir con Innerarity en que las sociedades actuales son cada vez más complejas: más plurales, más multiculturales, más fragmentadas, más globalizadas, las propias cuestiones sobre las que hay que decidir son cada vez más complejas, hay un mayor acceso al conocimiento, etc.

¿Qué transformaciones son necesarias en los sistemas de gobierno y en las Administraciones públicas para hacer frente a la realidad de estas sociedades complejas?

Innerarity habla de sociedades funcionalmente diferenciadas: “aquellas en que las diversas esferas culturales – la política, el derecho, la economía, el arte, la religión… – siguen una lógica autónoma, celosas ante cualquier intromisión y que se relacionan sin que una de ellas se entienda como preponderante”. Se trata de “sociedades sin vértice ni centro”. Constata Innerarity que “sus relaciones ya no son jerárquicas sino heterárquicas, o sea, estructuradas en forma de red”, constituyendo esta peculiaridad ”su complejidad específica”.

La organización burocrática weberiana, basada en la división jerárquica del trabajo, no es válida en el nuevo contexto, ya que ”este troceamiento de las tareas no resulta posible cuando los sistemas están entrelazados y los problemas requieren un tratamiento en el que cooperen diversos sistemas”.

Para Innerarity, la política se debe transformar en el sentido siguiente:

“La política debe transitar desde la jerarquía a la heterarquía, de la autoridad directa a la conexión comunicativa, de la posición central a la composición policéntrica, de la heteronomía a la autonomía, del control unilateral a la implicación policontextual. Ha de estar en condiciones de generar el saber necesario – de ideas, instrumentos o procedimientos – para moderar una sociedad del conocimiento que opera de manera reticular y transnacional”.

Algunas características de esta forma de gobierno serían las siguientes:

– Función de coordinación y mediación social entre los diferentes sistemas sociales autónomos, contrapesando sus dinámicas centrífugas y actuando como primus inter pares entre los sistemas funcionales.

– Limitación de las tareas del estado a unas competencias nucleares y a los bienes colectivos esenciales, ante la imposibilidad de que la política se haga cargo o gobierne la extrema complejidad de los procesos, problemas y proyectos sociales.

– Coordinación de la actuación cooperativa de los actores sociales, bajos los presupuesto de confianza, autolimitación, consideración hacia los otros y perspectiva de, al menos, medio plazo.

– Control descentralizado de las condiciones contextuales (gobierno del contexto), para lograr una mínima orientación común que posibilite el funcionamiento de una organización compleja diferenciada constituida por una pluralidad de sistemas autónomos.

– Supervisión o revisión de las decisiones fundamentales de otros sistemas sociales, fortaleciendo la capacidad de observación mediante puntos de vista añadidos y poniendo de manifiesto lo que no han podido ver los autores en el proceso de su primera decisión.

Ayer por la mañana tuve ocasión de repasar con mi sobrina los diversos tipos de enlaces que se dan entre los átomos (Química de 3º de la ESO). El enlace metálico mantiene unidos los iones metálicos con tendencia a repelerse, por ser del mismo signo, merced a una nube de electrones que actúa de nexo de unión entre ellos. Mediante este tipo de enlace, se consigue, además, una estructura reticular muy compacta.

De forma similar, se me ocurre que la función de la política es gestionar el contexto (la nube de electrones) que armoniza las relaciones entre los diversos sistemas sociales autónomos (los iones metálicos), dotándoles de la mínima orientación común necesaria para el buen funcionamiento de la sociedad en su conjunto.

¡Si es que, a pesar de todo, somos naturaleza!

Categorías: Gobernanza, Libros
  1. 20/02/2006 a las 06:33

    Yo antes utilizaba el Feeder y, poniéndole la url del blog, él solito buscaba el link \»rss\».Ahora utilizo bloglines, que me parece la bomba porque accedo a los blog que me interesan desde cualquier parte.Me alegro, Carlos, de que te apetezca \»sindicarte\».Y si, además, te animas a compartir tus comentarios con nosotros, miel sobre hojuelas.

  2. 20/02/2006 a las 06:33

    Hola, Carlos.Como soy un tecnotorpe, no sé si voy a responderte bien. Lo intento.El link permanente a cada artículo está al final, asociado a la hora.El feed del blog está en http://eadmin.blogspot.com/atom.xml¿Te he respondido? Si nos sindicas, cuéntanos dónde, por favor.Un saludo

  3. 20/02/2006 a las 06:33

    Sí, al final es parecido a lo de las microfábricas y la autoorganización a nivel de empresa, pero trasladado al ámbito de la sociedad.La tesis que se defiende en el libro (o una de ellas, porque se habla de muchas cosas) es la de que el estado actual no puede pretender funcionar como en el siglo XIX donde las clases sociales estaban mucho más delimitadas y las interacciones entre ellas eran mucho más lineales. Ahora el estado no puede estar detrás de \»todo lo que se mueve\», porque para ello habría que crear un monstruo y, aun así, estaría al borde del colapso.Parece más inteligente que la actividad del estado se centre en crear las condiciones y los mecanismos para que el funcionamiento autónomo de los actores sociales engrane adecuadamente y la maquinaria de la sociedad no chirríe demasiado.De estas reflexiones se pueden extraer bastantes consecuencias. Esto nos llevaría, por ejemplo, a revisar el papel de los partidos políticos, que actualmente extienden sus tentáculos en todos los sistemas funcionales que pueden (gobiernos, parlamentos, jueces, empresas, medios de comunicación, cultura, religión, etc.,) con una especie de vocación totalitaria (en el sentido de querer llegar a todas partes), cuando en realidad su \»masa social\» es relativamente pequeña y la vinculación con sus electorados es, en general, débil.Creo que estamos en uno de esos momentos de transición (tal vez, todos lo sean) en que lo nuevo aun no ha llegado y lo viejo se resiste a desaparecer.

  4. 20/02/2006 a las 06:33

    Muy interesantes las reflexiones, Iñaki.La cuestión puede llegar a ser que si intervienes de forma más relajada y con otro enfoque en la cosa pública generas una difícilmente tolerable sensación de descontrol. En buena parte el éxito está en las actitudes que seamos capaces de generar en esas redes sociales que tanto citas. Luego está el tema de cómo haces que exista una cierta unidad de actuación o algo tan delicado como una percepción de justicia y tratamiento común.En cualquier caso, son reflexiones que a escala más pequeña, por ejemplo, en una empresa de cien personas, podemos permitirnos probar. Yo, de momento, estoy embobado porque estoy viendo que todo esto es posible y que los resultados pueden sorprenderte.Un saludo,Julen

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