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Transparencia efectiva: cuando la ciudadanía se forma juicio
Los buenos argumentos son necesarios; las etiquetas que los encapsulan, imprescindibles. Por eso tengo un alto interés en conseguir que cale este concepto: “transparencia efectiva”.
Podemos hablar de dos niveles de transparencia:
- Transparencia potencial: sería la posibilidad de acceder a la información y utilizarla. Para esto bastan dos condiciones: publicidad -que la información esté accesible- y claridad -que pueda ser entendida por una persona interesada.
- Transparencia efectiva: sería el hecho real de que la ciudadanía se informe y se forme juicio.
Si la información está disponible, pero no se usa, no produce ningún efecto. Para que ocurra la transparencia efectiva, la Administración pública debe tomar un papel activo en la difusión de la información, en su adaptación a diferentes públicos y también en el aumento de las capacidades de la sociedad para entender y utilizar la información.
Cuando una institución pública asume el compromiso de la transparencia efectiva, descubre que no sólo debe rediseñar el portal de transparencia, sino que debe repensar el conjunto de sus sistemas de información, gestión y comunicación. La transparencia efectiva precisa de ese otro término tan usado y tan poco comprendido: “buen gobierno”.
Año sabático
He pasado un año entero sin bloguear en mi propio blog. Digamos que ha sido un año sabático, ya veremos si como impulso para tomar fuerzas o como prueba piloto para la jubilación.
En octubre, este blog va a cumplir 12 temporadas, que es una cifra redonda o incluso circular, para los que aún usamos reloj clásico. Y si el reloj ha pasado de máquina a simple joya, los blogs hace mucho que han sido desplazados por las redes sociales, que se han apoderado de la conversación. El blog ha quedado para impartir cátedra o como escaparate para influencers sobre moda. Ya conocéis mi escaso aliño indumentario, por lo que sólo me queda disponible la vía de la cátedra que, francamente, es bien pesada.
Ahora bien, siempre he sentido que hay mucho de verdad en ese adagio de Yoriento: “Sin un blog eres un homeless digital, todo el día tirado en las redes sociales”.
Curiosamente, aunque he pasado un año fuera de casa, he publicado de vez en cuando en la casa de los demás. La última, en el blog Publilítica.
Una parte del problema reside en que ahora, como consultor de administraciones públicas, me harto de escribir textos para mis clientes. No me queda mucha motivación al final del día para seguir escribiendo. Por otra parte, este blog floreció con la relación fraternalmente competitiva de dos personas. Desde que Iñaki lo dejó, pasa como con Lennon y McCartney después de los Beatles: nada es lo mismo.
En fin, después de un año sin escribir aquí, vuelvo con un post perfectamente inútil, en homenaje a los tiempos en que lo escribíamos todo. No espero que me esperen, ni prometo nada. Como diría José Alfredo, que otros te den lo que no pude darte, aunque yo te haya dado de todo. Nos vemos en las redes.
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