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Innovación social: una batería de preguntas


En un post anterior me hacía esta pregunta:

«Si hay una innovación empresarial orientada a generar valor (beneficios) para los negocios, ¿por qué no va a haber también una innovación social que genere valor para la sociedad (beneficio social)?».

Esta fue mi primera aproximación al concepto de innovación social. Vale, todo lo rudimentaria que queráis, pero puede servir para dar algunas pistas. O, al menos, para suscitar el debate. Sigo haciendo preguntas.

¿Qué caracteriza a la innovación como social: el quién o el para qué? ¿La innovación social sería la realizada por la sociedad, por la comunidad, por el tercer sector? ¿O la que tiene por objeto generar valor para la comunidad?

Vale, la innovación realizada con fines de lucro por las empresas también genera valor para la sociedad. Las empresas crean empleo, pagan impuestos y proveen productos (o servicios) útiles para las personas que los consumen. Pero esta innovación no es nueva (valga la paradoja), ya estaba ahí desde hace tiempo y nunca hemos necesitado ningún calificativo para designar a la innovación que llevan a cabo las empresas. Si hemos creado un concepto nuevo, la innovación social, debe ser para referirnos a otra cosa, porque si no ya nos valía con la innovación a secas.

Respondamos a la pregunta con más preguntas. Innobasque propone, entre sus programas de innovación social, el siguiente: «centros de formación profesional como agentes de innovación en su entorno de influencia». ¿Para quién genera valor este programa? ¿Para la sociedad? ¿Para las empresas? ¿Para la sociedad a través de las empresas?

¿Y este programa?: «Mejora de la calidad y la seguridad en el empleo». ¿Genera valor para las empresas? ¿Para las personas (sociedad)? ¿Para las empresas a través de las personas?

Los dos programas de Innobasque que hemos citado tienen en común su relación con el mundo de la empresa. ¿Podrían considerarse «innovación» sin más?, ¿o tienen algún elemento que los caracteriza como innovación social? Por cierto, me da la impresión de que buena parte de los programas de innovación social de Innobasque encajan en este tipo de innovación social. Cuando digo buena parte de los programas me refiero, pongamos, a las dos terceras partes de ellos (para los que os gusten los números). Y no me parece ni mejor ni peor, es sólo una observación.

Sin embargo, los ámbitos de la innovación social que se enumeraban en las referencias que citábamos el otro día (perdóname, Alorza, por el uso del «nosotros», pero uno es producto de la sociedad en la que vive y de la que forma parte 😉 enfrentaban directamente los retos sociales de nuestro tiempo, los retos sociales con mayúsculas, los que transcienden el ámbito de la empresa e, incluso, en muchos casos, de la economía (que ya es decir). Os recuerdo algunos de estos ámbitos: el cambio climático, la pobreza, los procesos migratorios, el envejecimiento de la población, las enfermedades crónicas, etc. ¿Os parecen más propios de la innovación social estos ámbitos de actuación?

Mediante estas preguntas pretendo reflexionar sobre el concepto de innovación social y averiguar si es que hay diferentes tipos de innovaciones sociales en función de sus características (objeto, agentes, ámbito, etc.). Y no lo hago con un propósito puramente teórico, sino con la convicción de que tener los conceptos más claros nos facilitará identificar esas «ideas para la acción» que pedía Julen el otro día.

¿Cabría, entonces, concluir que hay un tipo de innovaciones sociales más pegadas al mundo de la empresa y otro más directamente orientado a las necesidades sociales? ¿Desde que instancias se deberían abordar cada uno de estos tipos de innovaciones? ¿Qué intervención debería tener en ellas cada agente involucrado (sector público, privado lucrativo, privado no lucrativo)?

¿Se os ocurren sinergias entre las innovaciones sociales en uno y otro ámbito? ¿Una sociedad más emprendedora e innovadora, además de ser buen caldo de cultivo para las empresas, estaría mejor capacitada para resolver los grandes retos sociales de nuestro tiempo?

Un paso más allá, Innobasque proponía un programa de innovación social en el ámbito de la Gobernanza, «Gobernanza: participación y territorio». ¿Le veis alguna relación con los dos grandes ámbitos de la innovación social que hemos identificado anteriormente? ¿Os parece que cabría un tercer espacio para innovaciones sociales de carácter instrumental? Me refiero, por ejemplo, a innovar en los sistemas de representación política, en los modos de articular la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones que afectan a sus vidas. O en la forma de organizar la gestión de lo público, en el diseño de ese entramado de personas, estructuras, normas, recursos y procesos que llamamos administración pública.

Categorías: Gobernanza, Innovacion Etiquetas:
  1. MAC
    30/03/2008 a las 19:23

    Un apunte que se me había olvidado.
    A lo largo de la historia los cambios sociales, encaminados hacia una sociedad más justa, se han producido a través de procesos largos y, en muchos casos violentos, que sacaban a la luz tensiones sociales existentes.
    Creo que es importante tener en cuenta esta cuestión.

  2. MAC
    29/03/2008 a las 11:58

    Hola.
    Estoy de acuerdo con Benjui. Parece que con este bombardeo de la innovación fuera como si la organización de la sociedad fuera como sentarse en un labarotorio de I+D+i y de pronto alguien saliera con «el invento» por el que todos vamos a vivir muy bien y no van a existir más problemas.
    La humanidad ha evolucionado e innovado desde que ocupa la tierra y estoy convencido que seguirá innovando, por que es consustancial a su existencia. A veces tengo la sensación de que no nos damos cuenta que la historia y los cambios sociales para que de verad sean cambios profundos son a muy largo plazo, son lentos, lo que F. Braudel denominaba «la longue durée», como si los enmarcaramos en nuestro tiempo, en nuestra propia existencia.
    Creo que se podría actuar en dos planos diferentes: El primero buscando innovación en las herramientas sociales-legales para hacer frente a retos actuales, como los que citas en el post, y para ello la gobernanza puede ser un punto de partida. Y el otro plano sería buscar una anticipación a los devenires futuros como civilización.
    Un saludo

  3. 28/03/2008 a las 00:35

    Creo que la innovación social es una denominación moderna para un asunto tan antiguo como el hombre: la búsqueda de los modos en que podemos estructurar una sociedad más justa.
    Los poderes públicos no se mueven si no se les empuja, y la empresa privada tiene otros objetivos…
    Luego nos corresponde a cada uno involucrarnos en el desarrollo de esas nuevas formas de acción sobre – y relación con – el entorno.
    (Perdón por un discurso tan poco académico: es la primera vez que me meto en un jardín semejante)

  4. 27/03/2008 a las 23:33

    @Morgana: ¿Qué es el valor social? Buena pregunta. Ya tengo título para otro post ;-). «Innovación social: el factor ideológico». Efectivamente, el valor social no significa lo mismo para todo el mundo. Unos quieren más servicios sociales y otros menos impuestos, por ejemplo. También están los que lo quieren todo, como los políticos en campaña ;-). Desde luego, el valor social, desde mi punto de vista, tiene que ver con los elementos que citas en tu comentario. Y con la búsqueda de la felicidad. ¡Claro que sí!
    @Alorza: Me alegro de que te haya parecido que con estas preguntas «estamos» delimitando el campo de la innovación social. La verdad es que cuando escribo estas cosas me suelo quedar con la duda de si aportarán algo a los demás o si serán sólo «melonadas» mías. Encontrar «comprensión» en los comentarios anima para seguir profundizando en la reflexión. Claro que recuerdo aquel post del año 2005. Y viene muy a cuento.
    @Guillermo: Coincido contigo en que «el beneficio social habrá de perseguirse desde el poder público«. Al menos, principalmente. Pero también conviene involucrar en la generación de innovaciones sociales a los sectores privados, lucrativos o no, y a eso que algunos llaman la sociedad civil. ¿No te parece? o, al menos, intentarlo. A este respecto es interesante el concepto de hibridación que comentábamos en el post anterior, al hilo del Centro para la Innovación Social de los canadienses. ¿Te acuerdas?
    @Pedro: Me alegro de verte de nuevo por aquí ;-). Estoy deseando echar un vistazo a ese capítulo I. El tema, desde luego, es muy atractivo.

  5. Morgana
    27/03/2008 a las 16:42

    Gracias Alorza, en todo casoel concepto «felicidad» me parece tan poco operativo como el de bienestar, o el de valor social ,e igual dependiente de factores intrinsecos. En realidad, la felicidad sólo existe en el pasado (copio a Savater en esto, que a veces tiene buenas ideas, a veces. Decía algo asi como que nos recordamos felices en momentos del pasado, sin que en esos momentos hubieramos sido conscientes de serlo). Es obvio que el concepto de felicidad es inmanejable, pero no el de reducción de la,insatisfacción, del estress, de la angustia, del miedo o del sufrimiento.
    No pagamos a nuestras administraciones para que construyan carreteras: les pagamos para que nos hagan la vida más facil,y la construcción de carreteras es un medio para lograrlo. Aunque a veces confundimos los fines con los medios.
    Bueno, me voy del tema, lo se.
    En realidad pensaba yo hace un rato comiendo si nos dirigimos hacia una nueva cultura (entendida esta como escala de valores, etica, formas de interralación humana, etc). Yo creo que si: ya hay muchos sintomas de este cambio: por ejemplo la incorporación de las mujeres al mercado laboral y nuestra entrada masiva en las universidades ha supuesto un cambio total en nuestras relaciones humanas. Creo que este es uno de tantos cambios que se están operando ya.
    El dolar en caida salvaje, el fin de la era del petroleo, las nuevas formas de interrelación y de acceso a la información (y la calidad de esta, a veces reducida) mediante el uso masivo de la tecnología son factores que intervendrán en ese cambio cultural del que hablo.
    Creo que es necesario hacer que el barco no navegue solo: deberíamos ser capaces de conducirlo nosotros: la innovación social de la que hablais puede ser estar ahi: en decidir adonde queremos ir.
    (Dice mi jefe que nunca concretizo nada. Es posible. Pido perdón).

  6. 27/03/2008 a las 15:32

    Muy buenas, Iñaki, muy interesante y relevante este tema.
    Yo voy a enlazar mi comentario con esa última referencia que haces a «Gobernanza: participación y territorio», y con tu pregunta sobre si «¿cabría un tercer espacio para innovaciones sociales de carácter instrumental?¿por ejemplo, innovar en los sistemas de representación política, en los modos de articular la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones que afectan a sus vidas?»
    Como te comenté hace ya algún tiempo, desde la Asociación Ciudades Kyosei estamos elaborando un texto, que posiblemente sea editado por la Generalitat, que se titulará: «(e)Participación en el ámbito local: caminando hacia una democracia colaborativa» (¡¡que nos encantará traducir al Euskera, si descubrimos cómo hacerlo!!). El libro forma parte de nuestro «proceso de diseño participativo» de una plataforma para la (e)Participación Municipal, y abordará desde una perspectiva tanto teórica como aplicada, algunos de los ámbitos que tú mencionabas: gobernanza local, participación, e innovación social para el desarrollo político. Aunque eso: buena parte del texto se dedicará a los instrumentos (tanto tecnológicos, como procedimentales e institucionales) por medio de los cuales podrá articularse esa innovación participativa y social.
    Te cuento todo esto para avisarte de que estamos a punto de concluir su primer capítulo. Puesto que nos está costando horrores avanzar con el libro, hemos decidido que iremos haciéndolo público capítulo a capítulo. Ya después integraremos en el libro todas las versiones revisadas y veremos si puede publicarse. En un par de días te enviaré el capítulo I, y… quién sabe, tal vez pueda su contenido acompañar este fascinante debate que estáis planteando.

  7. 27/03/2008 a las 15:09

    No me parece nada infantil hablar de felicidad, Morgana. Lo malo de ese concepto es que es difícil de operativizar y que es dependiente de factores intrínsecos de cada persona. Por eso prefiero emplear el término «bienestar«, que es más fácil de operativizar y más dependiente de factores modificables del entorno.

  8. Morgana
    27/03/2008 a las 14:06

    Se que suena infantil y simple hablar de «felicidad». Y sin embargo…
    Lei que una vez a Fernan Gómez le dijeron que la política no estaba para ocuparse de la felicidad de los ciudadanos, y entonces respondió: «Entonces no me interesa la política».

  9. 27/03/2008 a las 13:39

    Creo que has introducido un interesante y a la vez apasionante debate.
    Lo que me parece meridianamente claro es que no podemos esperar que la innovación empresarial vaya a generar valor para la sociedad ya que su objetivo prioritario es generar valor para el accionista.
    Entiendo que el beneficio social habrá de perseguirse desde el poder público y esto también puede resultar realmente complicado por el estilo de nuestros «políticos» de turno.

  10. 27/03/2008 a las 10:57

    ¡Estás que te sales, compañero! Excelente diálogo socrático.
    Recordaréis quizá esa diferencia que hacía en un post anterior entre innovación sustantiva y adjetiva. La innovación sensu estricto es invención + comercialización. Tengo la impresión de que innovación social, en la versión de Innobasque, funciona como uno de los cajones de sastre donde meter otras cosas que no son exactamente innovación, mezcladas con la innovación en ámbitos no empresariales.
    Como innovación es la palabra mágica del momento, se quiere ligar a cualquier otra cosa.
    Con tus preguntas estás delimitando el campo de forma mucho más precisa e interesante. Yo también creo que la clave es la rentabilidad social o, en palabras de Morgana, la felicidad. ¿Recuerdas esta reflexión de 2005?

  11. Morgana
    27/03/2008 a las 10:29

    Apasionante debate. Temo no estar a la altura. Pero no por ello voy a retraerme de opinar (como ya he repetido, creo que hay que eliminar el miedo al fracaso si queremos que se produzca un cambio innovador en nuestra sociedad).
    Mi primera reflexión es la siguiente:
    ¿Que es el valor social? Mi respuesta es que aquello que mejore el grado de felicidad de los individuos, o que reduzca su sufrimiento. Y eso no es sólo el dinero.
    No creo que la empresa se ocupe demasiado de estos aspectos: la producción industrial de bienes y servicios es un factor de mejora de este valor, pero bastante limitado (nadie es mucho más feliz por comprarse un coche nuevo cada cuatro años, o por tener una tele de 50 pulgadas último modelo. Son solo espejismos).
    El valor social tiene, en mi opinión, mucho más que ver con la mejora en las relaciones humanas (por ejemplo, con la reducción de la competitividad entre ellos, o con su capacidad para relacionarse sin miedo al rechazo). Tiene que ver con la seguridad «vital» (que si me pongo enfermo se que voy a ser atentido eficazmente por el sistema sanitario), con el ocio (el acceso a la cultura «de verdad»).
    Creo que al sector público le toca garantizar el estado de bienestar, y para ello creo que las sinergias con la empresa privada son negativas (el sector privado querría ocuparse de la privatización de los servicios fundamentales como la sanidad, la atención a ancianos o la educación, sin garantizar su universabililidad… su objetivo no es dar valor social, sino hacer ganar dinero a los accionistas).
    El sector privado, por otra parte tiene que resolver un dilema:
    individuos mejor formados y más innovadores no son trabajadores sumisos ni resignados, aunque pudieran, a medio plazo, dar mayor valor económico a la industria.
    Sólo una educación de calidad (en el sentido que señalaba ayer Alorza) puede dar frutos innovadores a medio y largo plazo. Para mi una educación de calidad es la que genere individuos curiosos, analíticos, críticos, imaginativos y emprendedores. Sobre todo curiosos e imaginativos.

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