Todos somos necesarios para mejorar la Administración pública
He leído en Rizomática, el blog de José López Ponce, que el nuevo gobierno británico se ha dirigido por carta a los casi seis millones de empleados públicos para conocer su opinión y recabar ideas acerca de cómo recortar el gasto y reducir el déficit público.
La idea es simple y parece lógica: son ellos los que están en la primera línea de los servicios y la gestión y, por tanto, saben dónde las cosas funcionan bien y en dónde se desperdicia, y como se podrían replantear las cosas para lograr mejores servicios con menos gasto.
Para recoger las propuestas han puesto en marcha la plataforma Spending Challenge, en la que explican también el proceso que se va a seguir para analizar las propuestas recibidas y elaborar un informe de resultados que se publicará el próximo 20 de octubre.
Me parece bien esta iniciativa, pero creo que la participación de los funcionarios en los procesos de diseño, organización y mejora de los servicios públicos y, también, de las políticas públicas, no puede limitarse a este tipo de campañas más o menos esporádicas, sino que debe formar parte de un proceso sistemático y permanente.
La participación interna y el trabajo colaborativo deben ser la forma normal de hacer las cosas en la Administración pública, el método habitual de trabajo.
Y tenemos suerte, porque ahora que los recursos son especialmente escasos, poner en marcha iniciativas colaborativas y participativas no requiere grandes dispendios. Todo lo contrario, se trata precisamente de potenciar el rendimiento de nuestro mejor recurso disponible: las personas.
Que nadie me malinterprete. Esto no tiene nada que ver con una mayor explotación laboral de los profesionales públicos. No se trata de trabajar más (a veces, también), sino, sobre todo, de trabajar mejor. El objetivo es conseguir mejores resultados, generar más valor social, mejorando al mismo tiempo la satisfacción de las personas que trabajamos en las administraciones públicas.
Esto no sólo es posible, sino que es necesario. Lo que hace falta para ello es poner en marcha estructuras, mecanismos, métodos, herramientas y, muy importante, acciones de comunicación que faciliten la evolución hacia un funcionamiento más colaborativo, hacia una Administración capaz de trabajar en red.
A mi me parece una idea estupenda. Y creo que empezar con los propios trabajadores es muy acertado ya que son los que mejor conocen las tripas del sistema. Además, este primer planteamiento va dirigido a un ahorro de gasto público y en eso, creo que los que trabajamos dentro conocemos muchas maneras de hacer más con menos. De hecho, en nuestras propias oficinas, se puede ahorrar en gastos innecesarios en los que no reparamos. Partiendo de esos pequeños gastos, se puede ir progresivamente hacia arriba. Y aunque hablo de gastos, tambien de ideas de mejora de trabajo y organizativas.
Además, siempre hablamos de la opinión de los ciudadanos, pero es que nosotros tambien lo somos, y encima conocemos el interior, por lo que considero que nuestra opinión tiene incluso mayor valor añadido.
Creo que no podemos mejorar el front-office si el back-office no funciona correctamente
A mí la idea me gustó. Por lo menos se molestan en generar un proceso participativo, aunque estoy de acuerdo contigo que lo importante es generar dinámicas consistentes y con expectativas de continuidad. Caso contrario parecerá más que lo que se buscan son brindis al sol de cara a la galería y utilizar esto como excusa para tomar decisiones que no gusten .
+1, pero qué difícil cuando las estructuras son jerárquicas y verticales
@cumClavis: Me alegra verte por aquí ;-). Creo que se me escapa algo de tu comentario, pero comparto que algo tan lógico como que las personas que hacen un trabajo puedan decidir o, al menos, influir sobre la forma de organizarlo y realizarlo no debe depender de la «persona del momento«, sino que debe formar parte de la sistemática de funcionamiento y de la propia cultura organizativa.
@MarcG: Por supuesto que se debe tener en cuenta también a la ciudadanía, pero ya que los británicos han preguntado a los funcionarios, lo que digo es que me parece bien, pero que debería hacerse de forma sistemática. Como tú dices, se trata de aplicar los principios del Open Government: transparencia, participación y colaboración. Para mí, esto es un mantra ;-).
Iñaki,
Me parece bién esta iniciativa…
Siempre que sea contínua y, también, real, o sea, que no sea sólo una operación de marketing interno.
Espero que sea una iniciativa donde se tenga en cuenta la opinión de todos los trabajadores públicos, rompiendo jerarquías, posibilitando que todas las ideas interesantes lleguen a todos y se puedan debatir y, si es el caso, aplicarlas.
Pero, ya puestos… ¿por qué no vamos un paso más allá y abrimos este debate a toda la ciudadanía?, al fín y al cabo son los clientes, también tienen derecho a opinar y, seguro!, tienen interesantes ideas.
Resumiendo: ¿aplicamos el Open Government? 😉
Como primer paso, y para no intentar, de entrada, abordar demasiado, ya me parece bién que se empieze con los trabajadores públicos.
Espero que éstos estén a la altura de la petición recibida.
Mientras lo que suceda “de distinto” en las administraciones dependa de la “persona del momento” parece desalentador el pensar que algún día este procedimiento tan lógico que comentas [preguntarle a quien realmente sabe] sea eso, un procedimiento lógico y habitual. Un saludo,