Una oportunidad para hacer cosas
El 8 de junio se han cumplido tres años desde la publicación de los nombramientos de Alberto y mío en el Boletín Oficial del País Vasco. Recuerdo ahora, con algo de nostalgia, la calurosa acogida por parte de nuestros amigos de la blogosfera pública.
Tres años son un tiempo breve en la historia de la Administración, incluso si es tan joven como la vasca, pero son suficientes para dejar cierta huella en la trayectoria vital de una persona.
He vivido este periodo con intensidad. He invertido en esto mucha ilusión y no pocos esfuerzos. He estado con mucha gente, me he comido algunos marrones, le he dado un montón de vueltas a la cabeza e, incluso, me he sentido satisfecho a tiempo parcial.
Una legislatura parece infinita cuando se mira por delante y, sin embargo, se queda muy corta cuando se enfila la recta final. Pero la naturaleza es sabia y las cosas duran aproximadamente lo que deben. La renovación es necesaria para que el mundo avance y en ello estamos, a unos meses de renovarnos.
Hoy no me pide el cuerpo hacer inventario de lo realizado y de lo pendiente. Ya habrá tiempo para ello, que todavía nos queda un rato. Sirva de adelanto la dosis de optimismo vertida en mi post anterior. Hoy y aquí prefiero tomar mi temperatura más personal.
He vivido este tiempo, sobre todo, como una oportunidad para hacer cosas, para hacer las cosas que me parecía había que hacer. Y para hacerlas, además, de la manera que pensaba había que hacerlas.
Después de casi treinta años trabajando en la Administración vasca, la mitad de ellos en la Oficina para la Modernización Administrativa (OMA), con la misión, por tanto, de «modernizar» la Administración, no puedo decir que esta experiencia me haya deparado grandes sorpresas. Lo nuevo y lo interesante para mí, ha sido la forma de vivirlo.
Como cabía esperar, por el camino he encontrado de todo. Gente estupenda que se entusiasma con los proyectos, resistentes al cambio de diverso pelaje, absurdos obstáculos internos y todas esas cosas que sabéis de sobra los que conocéis la Administración pública. En el tiempo que me ha tocado, el rasgo diferencial más destacable ha sido el “ajuste” presupuestario. Y, sin embargo, la mayor dificultad no ha sido la económica, porque se puede hacer mucho trabajo organizativo y de mejora de la gestión sin necesidad de contar con un gran presupuesto.
Ese ha sido, precisamente, el primer objetivo: organizar nuestra área de gestión. Hemos intentado ordenar, en primer lugar, la información de los servicios y procedimientos para poder gestionar con datos. Ahora, por lo menos, sabemos con cierta exactitud donde estamos, a qué ritmo avanzamos y cuanto nos queda por hacer. Y, en segundo lugar, hemos generado entornos de colaboración y de trabajo en red, para que todas las personas que participamos de una u otra forma en la implantación y la gestión de los servicios electrónicos rememos en la misma dirección y de forma acompasada.
Por otra parte, hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo en estandarizar los procesos de gestión, porque es imprescindible que todos hagamos las mismas cosas de la misma manera para poder utilizar sistemas comunes, en lugar de multiplicar las aplicaciones informáticas para hacer las mismas cosas cada cual a su manera, como es la tendendencia natural cuando las cosas discurren de forma espontánea. La naturaleza tiende a la entropía.
Gracias a ese esfuerzo de estandarización hemos podido compartir recursos e incrementar significativamente el número de servicios electrónicos con un coste relativamente bajo. Por eso 2012 está siendo el año del despegue de los servicios electrónicos en el Gobierno Vasco, como afirmaba en mi post anterior.
En lugar de ocecarnos en conseguir resultados a corto plazo, hemos preferido generar y consolidar las condiciones para poder gestionar sobre una base más firme. Y, aunque todavía estamos en ello, ya se deja sentir el retorno de la inversión.
Nos habría gustado avanzar con más rapidez y haber recogido mejores frutos, pero la realidad administrativa es tozuda. Con las reglas del juego que tenemos, hay que saber valorar como una gran victoria los modestos éxitos que vamos obteniendo. Y es imprescindible tener paciencia, no desfallecer en el desgaste del día a día, porque esta es una carrera de fondo y, si se mantiene el rumbo, al final se van alcanzando las metas.
Esta es, además, una carrera de relevos. Espero que dentro de unos meses, cuando nos toque pasar el testigo, podamos sentirnos satisfechos por el trabajo y el avance realizado.
Ese habrá sido el mérito de tantos grandes profesionales que hay en la Administración, auténticos INprendedores públicos que consiguen mover las cosas a pesar de todo.
Aún os queda la recta final y seguro que es el momento de recoger lo sembrado. Enhorabuena! Habéis demostrado que lo que predicábais desde la blogesfera pública es posible y habéis abierto camino! GRACIAS!
Me gusta tu enfoque. Yo también creo que hay muy poca épica en esto. Simplemente, la oportunidad de contribuir de manera más intensa a que se hagan las cosas que uno cree que hay que hacer.
En fin, ya han pasado 3 años. Personalmente, mis ciclos son de 4. Todavía toca empujar para acabar las tareas pendientes y, después,… a reinventarse.
Pues que quieres que te diga Iñaki, conociendo la Administración Pública como la conozco me parece un trabajo envidiable. Todo un INprendedor público. Como dice Julen… «a seguir en el empeño».
Seguro que pasais un buen testigo Iñaki.
Me siento en lo que me ha tocado también en estos tres años y un mes menos muy identificado con lo que reflejas.
Abrazos
Nada, nada, como la canción, 30 años no son nada… a seguir en el empeño 😉