Archivo

Archive for mayo 2012

Pelos en la gatera

Dicen que para innovar hay que arriesgar. Yo diría que en la Administración pública el riesgo es necesario incluso para funcionar. Y, sin embargo, en nuestras administraciones tenemos una aversión al riesgo que raya con lo patológico. Así nos va, claro.

Cuando digo que en la Administración hay que arriesgar incluso para funcionar no me refiero a nada del otro mundo, sino a cosas tan simples como, por ejemplo, la agilización de un trámite sin esperar a que se complete el anterior para no demorar la resolución de los asuntos. El respeto escrupuloso del procedimiento equivaldría a una especie de huelga de celo que paralizaría el funcionamiento de la Administración.

Imagen: La Gatera de Rumbo

Leer más…

Categorías: Gestión pública, Valores

Congreso de Q-epea: martillo o Alemania

Grupo Q-epea de entidades públicas del País Vasco (administración y empresas públicas) comprometidas con la búsqueda de la Excelencia en la gestiónEsta semana se ha celebrado el IV Congreso de Excelencia en la Gestión en las Administraciones Públicas, organizado por Q-epea, grupo de entidades públicas vascas por la excelencia en la gestión.

Tengo muy buena opinión sobre la experiencia Q-epea y, también, sobre los Congresos que organiza este grupo cada dos años, como ya he comentado recientemente.

Lo que me interesa destacar aquí es la dicotomía que se viene observando, al menos en los últimos Congresos de Q-epea, entre los que siguen en el viejo paradigma de las herramientas y los que han tomado conciencia de que vivimos en una nueva época, en la que ya no se trata tanto de cambiar la forma como hacemos las cosas, sino de cambiar las cosas que hacemos, es decir, la nueva época nos demanda hacer otras cosas.

Joan Subirats caracterizó de forma muy gráfica este dilema: martillo o Alemania.

Leer más…

Cambiar de chip

Ara Malikian Este viernes pasado, a la salida de un estupendo concierto de Ara Malikian, me encontré con un viejo amigo que hacía tiempo no veía. En una rápida conversación de esquina de calle nos pusimos al corriente sobre nuestras últimas novedades y, ¡cómo no!, también le dimos un rápido repaso a la actual situación económica y sus consecuencias. Él trabaja en una agencia de noticias y estaba preocupado por el bajonazo de la publicidad. Mi situación parece más segura, a pesar de los recortes en la Administración.

En este punto, como cabía esperar, él tenía su opinión: ¡claro, es que la Administración pública está dimensionada para cuando había que presentar 19 papeles en cada trámite! ¡ahora con la Administración electrónica, seguro que no hace falta tanto personal!

Ahí me dio en la línea de flotación. Con Administración electrónica o sin ella, la mayor parte de las veces hay que seguir presentando los 19 papeles de toda la vida. Bueno, a lo mejor hemos bajado de 19 a 15, gracias a los servicios de interoperabilidad que poco a poco se van poniendo en marcha. Sin embargo, mucho me temo que en la Administración pública seguimos anclados en unos esquemas mentales que nos impiden ir más allá de sustituir algunos certificados en papel por transmisiones de datos entre diferentes administraciones, que tampoco está mal. Pero estoy convencido de que a estas alturas del siglo XXI podríamos y deberíamos plantearnos innovaciones mucho más radicales. A veces pienso que, con gran esfuerzo, conseguimos resolver problemas que solo lo eran para nosotros y nuestros ombligos, pero que muchos de estos presuntos problemas eran imperceptibles para el común de los mortales.

Cada vez me siento más como los ratones del libro «¿Quién se ha llevado mi queso?», concentrados en buscar afanosamente el queso dentro del laberinto, cuando en realidad el principal problema no es que los ratones estén en el laberinto sino que el laberinto está en la mente de los ratones, como dicen en el libro réplica «Yo me he llevado tu queso«. Ya no vale con saber buscar el queso, sino que necesitamos ser capaces de modificar el entorno.

En la Administración pública nos sentimos muy satisfechos cuando conseguimos un pequeño trozo de queso, porque el laberinto del procedimiento administrativo es tan retorcido que cualquier éxito merece ser celebrado como una gran victoria. Flanquear las legiones de guardianes del procedimiento no es para menos.

Algún día los funcionarios públicos nos concentraremos más en los resultados para la ciudadanía que en las formalidades administrativas, y ese día no tendrá, necesariamente, por qué sobrar personal en las administraciones públicas, sino que por fin los profesionales públicos podremos dedicar más tiempo a cuestiones importantes para la gestión de los servicios y las políticas públicas, como la planificación, la evaluación, la rendición de cuentas o la gestión de la participación.