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Cómo conducir un camión cisterna (una fábula contemporánea)


camión cisternaHe aquí una pregunta que lanzo a quienes siempre habéis querido conducir un camión de dieciséis ruedas, y que podría pertenecer al examen para el permiso de conducir de la clase E:

Usted conduce un camión cisterna y las ruedas delanteras empiezan a derrapar. ¿Cuál de las opciones siguientes es más probable que ocurra?

  1. Girará usted el volante en sentido contrario lo necesario para mantener el control.
  2. El oleaje de la carga enderezará el remolque.
  3. El oleaje de la carga enderezará el camión tractor.
  4. Usted continuará en línea recta y seguirá adelante, independientemente de cómo haga girar el volante.

Apuntad vuestra respuesta, antes de continuar.

Para conducir un camión cisterna es necesario un permiso especial. Quien pilota uno de estos monstruos se echa sobre los hombros una enorme responsabilidad. Si la cisterna contiene una carga tóxica, hay que tener cuidado con el calor, las filtraciones y los cambios repentinos de velocidad.

En relación con el transporte de líquidos , hay que tener en cuenta la merma, que es el espacio vacío entre la carga y el techo del tanque, de modo que este no explote por dilatación. Hay que atender al peligroso oleaje producido por la inercia, que puede provocar que el vehículo vuelque si se toma una curva con brusquedad. El oleaje hacia delante impulsará el camión poderosamente en caso de frenada.

Y, sobre todo, hay que evitar pasar por el centro de Urioste, molestando a las buenas gentes que allí viven.

Conducir un camión cisterna no es fácil, pero no lo es menos el intento de conducir una organización, incluso una empresa pequeña. Es fácil que la carga humana se vuelva tóxica, que se recaliente, que amenace con explotar, que un simple movimiento brusco provoque un vuelco o que nos pasemos de frenada.

El líder de una organización necesita creer que él puede hacer algo. Necesita creer que puede domar las complejas fuerzas físicas y químicas sobre las que cabalga, mediante algunos ligeros giros del volante en el que sus manos se crispan. No es tan ingenuo como para creer que lo puede saber todo: la inmensa mayoría de la información fluye al margen de él. Pero confía en los indicadores, y en el carnet de transportista clase E, también conocido como Master on Business Administration.

Ramón Sangüesa nos explicó en el eFindex07 que las personas se saltan las jerarquías cuando se produce una emergencia, y cada cual busca a la persona que sabe que puede resolver el problema, aunque sea de otro departamento. En esos momentos, uno se pregunta «¿para qué necesitamos los jefes?«.

Pero no nos desviemos de la ruta (get your kicks on Route 66) y volvamos a ese camión que ha empezado a derrapar. ¿Qué es lo que va a pasar?

La respuesta correcta es la 4. Sí, la 4. El camión seguirá hacia adelante, independientemente de lo que haga el piloto y, simplemente, irá perdiendo velocidad por sí solo. La organización mostrará un comportamiento emergente, al margen de la planificación, los objetivos, el management. Seguirá en la ruta.

(Miguel, espero que esta fábula sirva de respuesta a la primera mitad de tu provocación: que yo escribiera sobre liderazgo. La segunda mitad ya estaba cumplida: Iñaki ha escrito sobre innovación)

Gracias, John Updike, por ser tan buen escritor.

  1. 05/02/2008 a las 23:32

    Un camión desbocado, y una organización desbocada, pueden tener efectos similares salvando las distancias con mi objeto preferido de discusión: el individuo que está delante. Me gustaría pensar que conductores de unos y otras tienen ante todo claro que no se puede atropellar al individuo (ni tampoco si está dentro…).

  2. 05/02/2008 a las 23:08

    Muy bueno, Miguel. Irrefutable ;-). Hemos escrito sobre ello, por cierto.

  3. mkl
    05/02/2008 a las 22:58

    Señores, señoras… Tengo el argumento definitivo: aquí.

  4. 05/02/2008 a las 20:19

    Bien traído el ejemplo del camión. Reconozco que he pensado un rato en la solución correcta antes de clicar «Leer más».
    Podemos concluir que «el control es una ilusión». Claro que lo es si nos referimos al control total. Pero, ya puestos, voy a intentar extraer de este ejemplo soluciones prácticas a los efectos de la serie sobre la función directiva pública. Porque, de momento, el camión va a seguir siendo guiado por un conductor, ¿verdad?
    Entonces, como es una tarea difícil y peligrosa, es necesario que seleccionemos personas cualificadas para llevarlas a cabo. Tendremos que analizar con detalle cuáles son las competencias necesarias para conducir el camión de forma segura y para hacer frente a las incidencias del tráfico. Y habrá que prever la formación necesaria para asegurar la actualización permanente de los conocimientos del conductor. Y, tal vez, una parte de su salario sea variable en función de los viajes que haga ;-).
    Lo que está claro es que nadie en su sano juicio pondría este camión cisterna en manos de una persona de su confianza personal o política si no está perfectamente capacitada para conducirlo.

  5. 05/02/2008 a las 16:22

    @Morgana: Tiene razón mkl, esta analogía da mucho juego. Muy buena tu aportación. Yo también creo que el liderazgo distribuido es una buena solución.

  6. Morgana
    05/02/2008 a las 15:18

    Supongamos que en el camión hay dos conductores (se turnan a conducir y a hacer de copiloto). También están en la cabina dos chicos que son los encargados del reparto cuando llegan al destino.
    Puede que uno de los conductores sea el jefe nominal del camión. Pero el auténtico jefe será aquel que en el momento de producirse el derrape tenga la suficiente sangre fria como para imponer su solución al conductor, por la vía de los argumentos convincentes y rápidos. Se llama liderazgo.
    Hace unos días brindé, literalmente, con un ex-director general mío y otros dos compañeros por la «abolición de los jefes y de la autoridad». Un señor, si señor.

  7. mkl
    04/02/2008 a las 22:41

    Bueno, ya verás, de esta analogía van a salir ¡tesis!

  8. 04/02/2008 a las 22:38

    También me parece válida tu interpretación y veo que estamos de acuerdo en lo fundamental: «el control es una ilusión».
    Por cierto, me he curado en salud al etiquetar este post en la categoría «humor». Que nadie se me ponga demasiado serio.

  9. mkl
    04/02/2008 a las 22:38

    quería escribir: … en el contexto de estas geniales series de entradas que ESTÁIS haciendo

  10. mkl
    04/02/2008 a las 22:34

    Jeje! Esta entrada es de esas con moraleja de las que tanto le gustan a Yoriento. A ver cómo le sacamos miga. Seguro que me disculparás si hago de abogado del diabo ¿verdad?
    El camión seguirá adelante con independencia de lo que haga el conductor, entiendo, pero el conductor es parte del camión. Ni le camión se hubiese puesto on the road ni tendría una dirección hacia donde seguir su marcha si alguien no lo hubiese puesto en esa circunstancia (forzamos la fabula, es verdad, pero tampoco pasaría por Urioste sino lo hubiese decidido alguien).
    En realidad estamos ante un juego de fuerzas, una situación dinámica en la que los valores de las variables que intervienen en cada momento son complejas aunque los resultados sean aparentemente simples. Tienes toda la razón en que el control es una ilusión y en que las organizaciones son como camiones derrapando. Todo el trabajo de cada uno de sus componentes (jefes o no) es una pequeña desviación apreciable sólo en el largo plazo.
    Touché respecto a Iñaki y la innovación, aunque yo pretendía provocaros en el contexto de estas geniales series de entradas que estás haciendo (y en el verano del 2006 no os conocía y ¡mira que lo lamento!) 😉

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