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Una historia de Brujas
Si el otro día hicimos un poco de arqueología pop, con el caso de Los Picapiedra y Los Supersónicos, hoy nos atreveremos a analizar un pedazo de la historia europea medieval, con el ánimo de extraer conclusiones para nuestros propósitos de cambio de la Administración pública.
Os traigo una historia de Brujas.
Brujas (en flamenco, Brugge), es la capital de la provincia de Flandes Occidental, perteneciente a Bélgica. Está considerada, por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.
Hace dos mil años. ya había asentamientos romanos en el actual emplazamiento de la ciudad. Si este fuera un relato épico, podríamos extendernos ahora acerca de las batallas que en siglos posteriores libraron por ahí los germánicos, los vikings o los primeros reyes cristianos, pero estamos de acuerdo con David de Ugarte: a los habitantes de la sociedad-red nos interesa la lírica, la pequeña felicidad burguesa.
Viajemos, pues, en la historia hasta un año clave: 1134. En ese año, la costa flamenca sufrió una tormenta apocalíptica. Los daños fueron cuantiosos y el mismo perfil de la costa fue modificado por el arrastre de los torrentes que buscaban el mar y de las olas que saquearon la tierra.
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