Administraciones en red

Juan (después del párrafo anterior, creo que puedo tomarme la licencia de omitir el apellido) se centra en el uso de la tecnología asociada a la Web 2.0 (y, en particular, de los blogs) por parte de los políticos.

En las fechas previas a las elecciones autonómicas vascas del pasado 17 de abril seguí los blogs de algunos de los candidatos. En estos blogs (los que yo seguí) se permitían comentarios y sus autores respondían a la mayoría de ellos, eso sí, con menos diligencia de la que cabría esperar en plena campaña electoral, pero respondían. Mi mayor decepción vino cuando después de las elecciones a lo más que llegaron los presuntos políticos blogueros fue a colgar el post de despedida, y casi había que agradecer la cortesía, porque otros ni eso.

Para comprobarlo, sólo hace falta darse una vuelta por aquí. Y si queréis, más ejemplos.

Claro que el tema no es si los políticos tienen o no un blog, ni si lo atienden mejor o peor. Pero lo que me fastidia es que hagan el paripé de pretender un amago de comunicación con la ciudadanía y luego evidencien una maniobra tan artificial y tan burda sin el menor intento de disimulo.

Los blogs y todas las demás herramientas de la Web 2.0 no son sino eso: instrumentos. Podrán ser todo lo potentes que se quiera e, incluso, podrán contener cierta capacidad transformadora, pero no dejan de ser instrumentos que, únicamente, serán utilizados en la medida que sirvan y respondan a unos valores y a unos modos de hacer política. Son instrumentos al servicio, por ejemplo, de la transparencia, de la comunicación, de la colaboración, de la confianza, de la libertad, de la igualdad de oportunidades. ¿Son esos los valores y los modos de la política que conocemos?

Mucho me temo que las reglas del juego de la política actual van por otro lado: la transparencia es peligrosa, la comunicación se controla, la confianza se limita a «camarillas», la colaboración ni se presta ni se pretende, la libertad se ejerce con prudencia, y las oportunidades dependen de posicionamientos, contactos y recursos.

Cuando veo por la tele esos congresos de los grandes partidos políticos donde el 75% de los delegados ocupan cargos públicos no puedo evitar la sensación de que algo falla. No intuyo condiciones que inviten a la transparencia y a la participación, ni mucho menos a la discrepancia. No parece que lo importante sea la opinión de las multitudes inteligentes, sino la transmisión mediática de la consigna de turno.

Sugiero el siguiente ejercicio práctico: repasar los valores que hemos propuesto en este blog para la Administración (digital o no) y analizar cuáles de ellos son de aplicación a la política tal y como la conocemos.

Me parecen muy loables las acciones que propone Juan para cambiar las cosas: empezar por la educación de los políticos, continuar por la comunicación interna en los partidos y, finalmente, aplicar los instrumentos de la Web 2.0 en la comunicación externa con la ciudadanía. El problema es que no veo las condiciones para que desde los partidos políticos se emprenda ese camino. Creo que todavía tienen que cambiar antes otras muchas cosas para que la política evolucione en el sentido de encontrar utilidad a los instrumentos de la Web 2.0. Cosa distinta es la manipulación de estos instrumentos, que algunos ya están empezando a ver interesante. Y quiero ser prudente aquí, no metiendo en el mismo saco todo lo que se hace, porque creo que en los blogs políticos que se han ido creando hay de todo, aunque lo que más abunda sea el «más de lo mismo» pero por otros medios.

Los instrumentos de la Web 2.0 ayudarán a transformar la política, pero eso sólo sucederá cuando la política haya comenzado a transformarse.

Y no voy a comisión en las ventas, pero creo que el libro que os comentaba el otro día aporta claves muy interesantes para entender todo esto.

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