Paredes de cristal
A veces pienso si no estaremos mareando la perdiz cuando implantamos sofisticados mecanismos de gestión en las Administraciones públicas. Indicadores de gestión, cuadros de mando, gestión de proyectos y, ¿cómo no?, control horario hasta el último minuto del último funcionario.
Lo pienso a veces, normalmente coincidiendo con momentos de flojera mental, y hoy es uno de esos días.
Y digo yo, ¿no sería más fácil practicar la transparencia? Sería cuestión, sólo, de poner en una columnita el presupuesto y junto a cada partida lo que vamos a hacer con ese dinero y, al final del periodo, en otra columnita lo que hemos gastado y lo que hemos hecho con ello. Se publica esa tabla de las cuatro columnitas en internet y ya está.
No sé si me explico.
Categorías: Buenas practicas, Valores
El dato de cuánto nos cuestan las cosas, evidentemente, es importante. En la vida privada lo solemos tener bastante en cuenta a la hora de tomar muchas decisiones. No hay motivo para obviarlo en las decisones públicas. Por eso lo he incluido en las columnas de lo presupuestado y de lo gastado.Sin embargo, este mensaje no se limita a lo económico, sino que también me parece muy importante la columnita de \»lo que hemos hecho\», que apela al concepto de \»rendición de cuentas\». Creo que si el producto del trabajo y el resultado de las actuaciones de cada órgano administrativo fueran públicos, es decir, si las paredes fueran de cristal habría un elemento motivador muy impotante, porque a nadie le gusta salir demasiado mal en la foto.Eso es lo que quería decir cuando proponía practicar la transparencia como instrumento de gestión, medida en unidades monetarias (lo que nos ha costado) y también en unidades físicas (lo que hemos hecho).Supongo que algún día será impensable que la actuación de la Administración no sea absolutamente transparente. Hoy es opaca hasta para los propios órganos administrativos.
Es gracioso, ayer hablábamos de eso mismo en la cerveza de después de mi partido semanal de futbito. Un aguerrido delantero, que no trabaja para la Administración pública ni es pensador profesional, pedía que le enviaran a casa la factura con el gasto per cápita en cada asunto relevante. Su comparación era buenísima: \»igual que hace el supermercado\». Y ponía ejemplos: \»en televisión pública he gastado n mil euros\». Es fácil empezar una lista: subvenciones a la agricultura (¿a cuánto me salen los tomates?), la escuela de mis niños, la normalización lingüística…Alguien dirá que los presupuestos de los Gobiernos son públicos. Sí, públicos e inextricables. Son otras las partidas que componen la lista de la compra. Frecuentemente son asuntos transversales a varios Departamentos.El ejercicio que propones, Iñaki, además de aumentar radicalmente la transparencia, tendría una virtud pedagógica. Sería un buen recurso para avanzar en algo que últimamente me obsesiona: no existe un buen gobierno sin una buena ciudadanía.Prometo un post sobre esto.