Un desierto urbanizado
Si en diciembre me atrevía a titular un post «contra la solidaridad territorial«, ahora no sé qué título debería elegir. En medio de una sequía aterradora, no dejan de alzarse grúas-pluma en una extensa franja entre el litoral y cualquier punto del interior que pueda venderse como próximo al mar, que hoy en día cuarenta kilómetros no son nada.
Los murcianos, los valencianos y los almerienses piden agua, en nombre de la solidaridad territorial. Que quede claro que ese agua no es para regar los campos. En el sureste se han instalado grandes balsas de fondo impermeable que nunca están secas. Con esa reserva y un sistema de riego por goteo, los cultivos subsisten.

En veinte días, sólo he leído la prensa una vez. Se trataba de un periódico local que, aparentemente, sólo recogía noticias sobre la reina de las fiestas de cada municipio y sobre escándalos inmobiliarios, con el juez Garzón y la mafia ucraniana en papeles protagonistas. También he leído el nº 39 de «El eco del parque», que publica la asociación de amigos del parque natural del Cabo de Gata. La práctica totalidad de las noticias son relatos de la incansable resistencia de las organizaciones ecologistas a los intentos de marbellizar el Cabo de Gata.
Aún más inquietante me ha parecido lo que está ocurriendo en Seseña (Toledo). En la misma frontera con la Comunidad de Madrid están erigiendo una ciudad entera, en medio de un inmenso secarral, a la que han dotado hasta de un lago artificial, dicen que mediante el desvío ilegal de aguas del Canal de Isabel II. La fotografía está tomada de 20 minutos.
En el proceso algunos ciudadanos particulares y algunos cargos políticos amasan enormes sumas, que después invierten en Argentina y República Dominicana, entre otros países, para recuperar la inversión por tortuosos caminos. Pero, para vender estos nuevos pueblos y estas nuevas ciudades, necesitan dotarlas de un mínimo de infraestructuras y, ante todo, de agua. Y entonces se acuerdan de la solidaridad territorial. Lo aterrador es que la economía española depende en gran medida de la especulación inmobiliaria en gran escala.
Para quienes os interese este asunto de la gestión del agua, os recomiendo el blog de la directiva marco del agua en España. Sobre asuntos inmobiliarios y urbanísticos, no dejéis de leer Hontza y Arkimia. También Juan Freire ha abundado sobre ambos temas.
Technorati tags > solidaridad territorial Almería sequía Seseña
Totalmente de acuerdo con este post. El agua no es para los agricultores. El Ayuntamiento de mi ciudad va a utilizar el agua que viene del trasvase para baldear las calles… así nos va.
Comparto tu opinión, Fernando.
Cómo me ha gustado lo de \»practicar la simplicidad a nivel avanzado\»… lástima de fin del verano. Añadiría que la práxis de esta extraordinariamente complicada actividad -paradojas-, para cumplir con eficacia sus mágicos efectos sobre mente y cuerpo humano, ha de practicarse en modo \»slow\».Ahora más en serio, yo también me vuelvo políticamente incorrecto al ver las barbaridades que se están haciendo por allá. Lo terrible, como dices, es que gran parte de la economía estatal dependa del mantenimiento de esta vorágine colonizadora de la poca costa que aún queda. En estos casos yo también apuesto por la insolidaridad territorial, aunque suene feo.Todo esto para que la patronal del ladrillo en Euskadi proclame que en nuestro país \»se construye demasiado poco\». Al escuchar o leer esas proclamas desarrollistas, intentos de macizar también Euskadi, me alegro de que en este ámbito también exista \»hecho diferencial\».
Pienso que todas las personas debemos ser solidarialos ante los problemas de la desigualdad en las reservas de agua, vivamos donde vivamos, pero el agua no debe ser malgastada cuando pueden ser posibles otras alternativas de desarrollo sostenible.