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La administración experimental contada a los niños
El actual sistema de gobierno es ingobernable. No existen seres omniscientes que desde la lejanía de los centros de decisión puedan diseñar políticas que resuelvan la extraordinaria complejidad de lo real. Los que mandan, idean políticas razonables, que vienen a ser como la media aritmética de las políticas posibles. En esto se parecen al estadístico que va de caza y dispara un tiro por encima y otro por debajo del pato y piensa que, sacando la media, ha acertado. Sin exagerar mucho, se puede decir que sólo aciertan por azar, porque las políticas medias no corresponde casi nunca a las especificidades locales y porque no hay tiempo para tomar en cuenta todos los rebotes sistémicos que se pueden producir.
Administración experimental: un modelo pragmático y participativo
La administración experimental supone una reorientación radical de la manera de gobernar que conocemos. Precisa de nuevos valores, nuevas actitudes, nuevas formas organizativas, nuevas métricas, nuevas formas de relación, nuevas maneras de tomar decisiones. El cambio que introduce tiene que ver con la transferencia de poder para el diseño e implantación de programas a las redes locales, formadas por grupos difusos de gestores públicos y actores privados, en un modelo que pretende ser más eficaz y más participativo, con el acento en experimentar múltiples soluciones, aprender de los éxitos y fracasos obtenidos, y compartir el aprendizaje entre las distintas redes.
Para explicar en qué consiste y por qué nos parece un modelo interesante, debemos empezar por explicar las insuficiencias del modelo anterior. Espero que no os parezca excesivo el rodeo.
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