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Por una escuela pública impura
Antes de empezar a disparar, presentaré mis credenciales. Me considero un defensor de la escuela pública. Mis dos hijos acuden a una. Mi pareja es miembro de la AMPA y del consejo escolar. Estoy satisfecho con la educación que reciben, al menos en comparación con la que podrían recibir en los otros centros públicos y privados.
Dicho lo anterior, creo que la escuela pública vasca está incumpliendo gravemente su responsabilidad ante las familias de esta sociedad. El servicio que presta es un servicio de mínimos. Y esto pone en riesgo el mismo sistema de educación pública, cuando las familias empezamos a pensar que nuestros hijos estarían mejor en un colegio privado o cuando, simplemente, el privado es el único que encaja con nuestras circunstancias vitales.
La reflexión de hoy continúa la que inicié hace un año cuando lancé el eslogan «la escuela pública debe dar desayunos».
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