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e-Participación


Completo, con este post, la primera versión de los factores de éxito para el desarrollo de la Administración electrónica. Y lo hago con un elemento tan amplio como poco experimentado: la e-participación.

El tema da mucho de sí, como puede comprobarse por todo lo que se ha escrito sobre el uso de las nuevas tecnologías para facilitar la participación ciudadana en los asuntos públicos, lo que algunos han bautizado como e-Democracia. Sin embargo, las experiencias prácticas en esta materia son bastante menos numerosas que los artículos y las reflexiones teóricas, y los resultados obtenidos no siempre han sido todo lo satisfactorios que se esperaba.

Las ideas que se apuntan en este post son poco más que un guión sobre los aspectos de la participación electrónica que, desde mi punto de vista, habría que debatir y desarrollar para elaborar las bases teóricas mínimas sobre las que construir la e-Participación.

La primera tarea para ello es clarificar a qué nos referimos cuando hablamos de e-Participación. A este fin me parece útil la siguiente clasificación (Joan Subirats, 2002) de las alternativas que relacionan el uso de las TIC con los procesos de innovación democrática:

La principal línea divisoria de esta clasificación toma en consideración el grado de ambición estratégica o de modificación del sistema en sus partes esenciales que puede tener cada discurso.

Las dos primeras estrategias, consumerista o demoelitista se sitúan en el marco de la democracia representativa, y en ellas los elementos comunicativos propios de las TIC priman por encima de los aspectos relacionales. Se da por supuesto que el mecanismo representativo es la base de la única democracia posible, y se busca estrictamente mejorar la comunicación y la información recíproca, dejando siempre claras las responsabilidades y los roles de cada quién.

En los otros dos discursos o estrategias, las redes cívicas y la democracia directa, son los elementos relacionales los que priman por encima de los estrictamente comunicativos. Estas estrategias apelan al surgimiento de nuevas comunidades, a nuevas formas de hacer política, a otra forma de entender las responsabilidades colectivas y la construcción de la ciudadanía.

  • La opción consumerista: esta estrategia no pone en cuestión la forma de operar de las democracias parlamentarias, con sus mecanismos de participación centrados esencialmente en partidos y elecciones, sino que se focaliza en los mecanismos de información a disposición de la ciudadanía a fin que puedan ejercer de manera más completa y eficaz sus posibilidades de elección y disponer asimismo de más poder en sus relaciones con las burocracias públicas.
  • La mejora de la democracia representativa: esta estrategia se orienta a la búsqueda de vías para mejorar las comunicaciones entre las instituciones políticas democráticas y la ciudadanía. No se trataría tanto en este caso de mejorar la eficacia en la prestación de servicios, como de reforzar la legitimidad de las instituciones de gobierno.
  • La urdimbre cívica: Una de las características más significativas de las nuevas sociedades en las que las TIC ganan terreno y se desarrollan es la creciente apertura y existencia de espacios de autonomía y de redes relacionales nuevas, en las que florecen comunidades plurales, que hacen de la diferencia, o de sus micro o macro identidades su punto de referencia. La explosión de comunicación que ha supuesto el afianzamiento de las TIC, ha facilitado y facilita esa continua emergencia, y permite una reconstrucción de la política desde parámetros distintos a los habituales.
  • La democracia directa ¿nueva alternativa?: otra de las estrategias posibles en el uso de las TIC ante los actuales dilemas de la democracia es la de recuperar el viejo ideal de la democracia directa. Con todas las cautelas necesarias, se podría al menos pensar hasta que punto empiezan a darse las condiciones para avanzar hacia formas de democracia electrónica, en la que sea posible acercarse a los viejos ideales rousseaunianos sin las cortapisas del tamaño del “demos” y buscando eficiencia en la toma de decisiones.

Os prometo, en breve, un resumen más amplio de cada una de estas cuatro estrategias.

Por otra parte, Alorza nos presentaba otra aproximación interesante a una tipología de la participación cuando nos explicaba los niveles de participación de Arnstein, Sherry R., a partir del artículo de este autor “»A Ladder of Citizen Participation«, JAIP, Vol. 35, No. 4, July 1969. Como veis, se trata de todo un clásico en la materia.

Alorza propone, incluso, una adaptación de la escala, inspirándose para ello en los manuales de liderazgo habituales, donde se describen las posibles opciones para la toma de decisiones, en un continuo entre el autoritarismo y la delegación. En las figuras siguientes se representan ambas escalas: la original de Arnstein y la adaptada de Alorza.

Desde mi punto de vista, la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos es un asunto complejo y de gran trascendencia. Creo que debe abordarse con perspectiva integral, al menos, en los dos sentidos siguientes:

  • Contemplando todos los canales: el canal telemático plantea unas posibilidades de participación inmensas, pero en ningún caso va a sustituir por completo al resto de los canales y, en particular, al presencial. Al analizar la cuestión de la participación electrónica no pueden obviarse las formas de participación actualmente existentes. El canal telemático debe mejorar y complementar los mecanismos actuales de participación, a la vez que generar otros nuevos sólo posibles mediante el uso de la red, y todos ellos deben de tenerse en cuenta a la hora de diseñar un modelo integral de participación ciudadana. Por poner un ejemplo que raya la caricatura, si alguien piensa que esta cuestión se resuelve mediante el mero uso de los blogs, creo que está planteando un enfoque enormemente simplista del asunto. Es necesaria una perspectiva integral.
  • Contemplando todos los aspectos: no es posible una participaci
    ón efectiva, es decir, que tenga resultados e impacto, si no se lleva a cabo una profunda transformación en la organización y funcionamiento de la Administración. Será necesario establecer nuevas formas de diseño y gestión de las políticas públicas, nuevos sistemas de evaluación, seguramente habrá que cambiar muchas cosas en la organización del empleo público, harán falta procedimientos administrativos y sistemas de control diferentes a los actuales, habrá que hacer realidad la colaboración entre las diferentes administraciones públicas, será imprescindible promover cambios radicales en los valores y en la cultura organizativa de las administraciones públicas, etc. Desde mi punto de vista, implantar un modelo relacional de Administración pública, en la que la participación ciudadana sea una práctica habitual y efectiva, requiere cambiar muchas cosas en la Administración. También en este sentido, es necesaria una perspectiva integral.

Por último, creo que es necesario analizar la cuestión de la participación, también, desde el punto de vista, tal vez más psicológico, de las motivaciones. Es decir, ¿porqué permitir la participación? y ¿porqué participar? Y pienso que estos porqués están directamente relacionados con los cómos y con los para qués, ya que estaremos dispuestos, unos a participar y otros a facilitar la participación de otros, según para qué y según cómo. En este punto, el estudio de la participación puede admitir enfoques comunes o similares en diferentes entornos, como los de la formación, el trabajo, la política, etc. Y esto abre interesantes oportunidades de colaboración que podríamos ir explorando en el futuro próximo.

La problemática que plantea la participación ciudadana supone todo un reto que merece ser abordado detenidamente, por una parte, dedicándole en este blog una serie en exclusiva (como la de los valores o la de los factores de éxito) y, por otra, participando y dinamizando la conversación sobre este tema en nuestras comunidades de la blogosfera. Podría ser un objetivo razonable llegar a algunas conclusiones en el plazo de un año, preferentemente compartidas con el mayor número posible de personas que participen en el debate.

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  1. 18/06/2008 a las 18:28

    Me alegro de que te haya gustado, Igor. Aquí seguiremos, colaborando y conversando para lo que haga falta ;-). ¡Que disfrutes por las américas!

  2. 17/06/2008 a las 05:35

    Iñaki, le echado un vistazo. Me ha gustado. (zorionak). A ver si seguimos colaborando en esta línea. Un cordial saludo desde California-Nevada (USA).
    Igor.

  3. 23/10/2006 a las 08:25

    La participación es un tema que realmente preocupa a todos, en Colombia especialmente nos preocupa por cuanto vivimos en un Estado Social de Derecho pero aun no se ve la acción de una carta de Derechos y de un país pluralista y participativo en la realidad.Estos espacios en la red son buenos para fortalecer los conceptos y los intercambios de conocimientos felicidades.

  4. 23/10/2006 a las 08:25

    Supongo que algún día tenemos que poner en marcha el famoso proyecto interdisciplinar respecto a la participación.Voy a ver si hablo con los amigos de Hobest, lo comento en la universidad y podemos sacar algo como proyecto común.Bueno sería tener en cuenta algunos modelos ya contrastados, sean los de Subirats, Arnstein o algunos otros. Creo que habría que hacer una mínima revisión bibliográfica y generar un mapa conceptual en torno a la participación. Yo en mi tesis lo estoy haciendo en torno a la cooperación y, por lo descriptivo, creo que es un ejercicio interesante.Un saludo,Julen

  5. 23/10/2006 a las 08:25

    Gracias por tu lectura positiva del post, Alberto. La verdad es que no es más que un balbuceo sobre un tema que apenas conozco. Pero sí me gustaría que abriera la puerta a otras reflexiones y conversaciones.Sobre lo de la escala, me parece bien que lo aclares, porque yo lo había interpretado de otra manera. La suya es más conocida ¡de momento!.Yo sí creo que la participación requeriría cambios importantes en la forma de organizarse y de funcionar de la Administración, pero de este tema ya hablaremos más despacio.Estoy de acuerdo en que un punto que no se aborda en el post es el del sistema puramente político, más allá que el estricto sistema de partidos, pero esto son camisas de once varas. Ya iremos desbrozando el camino, pero no nos precipitemos.Y, finalmente, tienes razón de nuevo en que no se habla de la participación de los funcionarios. Y este tema si que alude directamente al nucleo duro de nuestro blog. Habrá que dedicarle un post monográfico, pero ese quedará ya para la segunda versión de los factores de éxito.

  6. 23/10/2006 a las 08:25

    Magnífico artículo, Iñaki. Especialmente valioso porque abre la puerta a otras reflexiones y conversaciones en el futuro.Dicho esto, hago algunas apostillas:Yo no propongo una escala diferente, o más simple que, la de Arnstein. Me quedo con la suya. Simplemente, cuiando dibujé la mía por primera vez no tuve en cuenta su modelo, que me parece más completo y que cuenta con la ventaja de ser conocido.La participación de la ciudadanía no supone un cambio tan grande para la administración, al menos para el nivel técnico. Choca con el sistema de partidos que tenemos, pero ése es otro tema. Lo que sí supondría un gran cambio sería la participación de los funcionarios. Y de eso se habla aún menos que de la participación ciudadana.

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