Los cerebros de Google están contentos
Eso cuentan, por lo menos, en un reportaje de “El País Semanal” de 21 de enero de 2007 que, casualmente, ha caído hoy en mis manos.
Según este reportaje sobre “Los cerebros de Google”, en sus mentes hay: “Ilusión. Sorpresa. Cambio. Indiferencia. Un plan B. Más ilusión”. Por ejemplo, Félix Hernández-Campos, el único español que trabaja en la sede de Google en Silicon Valley afirma que: “Hay una energía y un apoyo total; es algo que transmite Google. No puedo imaginarme trabajando en un sitio mejor”.
Y yo me pregunto: ¿Cómo puede ser más creativo y más divertido dedicarse a buscar páginas en Internet que a solucionar los complejos problemas de la ciudadanía?
Lo digo porque no he escuchado todavía a ningún funcionario un comentario similar sobre su trabajo. No me resisto a dedicar una mínima reflexión sobre esta increíble paradoja.
¿Os acordáis del post del otro día sobre la felicidad de los funcionarios?
Parece ser que en Google han sido capaces de convertir en algo atractivo una actividad que, en principio, no resulta especialmente excitante. La verdad, dedicar el tiempo a conseguir que salga en una búsqueda la relación de páginas más relevantes sobre un término determinado, sea éste Madonna, Real Madrid o «Administración de redes», no es como para tirar cohetes.
¿Cómo han conseguido entonces en Google que sus empleados muestren semejante entusiasmo?
A juzgar por el reportaje, que es toda mi información sobre esta empresa, las claves pueden ser las siguientes:
- El sistema de selección es intenso y exhaustivo. Buscan gente brillante, capaz de trabajar en equipo y que tenga pasión por su trabajo. Y, por cierto, con intereses lejos del ordenador.
- Son los ingenieros informáticos que más dinero ganan.
- Son, también, los que más fácilmente pueden dedicarse a explorar sus propios intereses dentro de su tiempo de trabajo.
- La estructura jerárquica es completamente plana. Todo el mundo tiene acceso a todo el mundo, incluidos los fundadores.
- Se fomenta la creatividad de las personas. Para ello, aplican la regla 70-20-10, de forma que los empleados dedican el 70% de su tiempo a la actividad principal de la empresa (las búsquedas), el 20% a investigar productos y servicios novedosos no directamente relacionados con el buscador y el 10% restante a desarrollar cualquier idea, por extraña, extravagante o absurda que parezca.
- No se impone desde arriba la estrategia de la empresa, sino que en Google las buenas ideas vienen de abajo. Por ejemplo, a Louis Monier, el creador del buscador Altavista, le contrataron para que hiciera, literalmente, “lo que le diera la gana”.
- El entorno de trabajo se asemeja a un gigantesco y comodísimo hogar, con sofás en cada esquina, comida y bebida en cada mesa, y hasta perros y fiestas.
- No hay horarios de trabajo y cada cual puede vestir como le parezca.
Si a todo esto le añadimos que Google es una empresa de moda con un amplio reconocimiento social, creo que tenemos gran parte de los ingredientes del éxito.
Repasando las características de las actividades de flujo que señalábamos el otro día, podemos encontrar algunas coincidencias significativas.
Pues bien, ¿no os parece que podría aplicarse más creatividad y que podrían ser más gratificantes las actividades orientadas a solucionar los problemas de la gente y a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía? Porque no lo olvidemos: se supone que a eso es a lo que nos dedicamos en las administraciones públicas. Es decir, trabajamos para que los niños y niñas reciban una educación idónea, para que toda la población goce de buena salud, para que todas las personas puedan acceder a una vivienda digna, para que nos sintamos seguros, para que el desarrollo económico sea sostenible, para que nuestras empresas cuenten con las condiciones que les faciliten ser competitivas, para que todas las personas tengan acceso y disfruten de la cultura, para que dispongamos de un buen sistema de transporte, para que se mantenga y se desarrolle el medio rural, y para otras cosas tan atractivas y tan sugerentes como éstas.
Lo siento, pero no puedo creer que este tipo de trabajos sea más aburrido y menos creativo que depurar un buscador de Internet. Algo estamos haciendo rematadamente mal para que el nivel de satisfacción laboral y profesional de los funcionarios sea bastante más bajo que el de los cerebros de Google, y su prestigio social también.
No puedo pasar sin dejar un comentario. Yo también soy funcionaria y, al igual que María, sufro en mis carnes el problema de la objetividad en la selección del personal o en la adjudicación puestos.
El hecho de que empleados públicos escribamos sobre la función pública (aparte de prestar nuestros servicios cada uno en su entidad) significa que estamos preocupados por todos los temas relacionados con la Administración . A veces, ésta funciona al revés, es decir, se premia a los vagos, a los enchufados, a los afiliados a determinadas organizaciones y, por el contrario, los que de verdad pensamos que determinadas cosas se pueden cambiar, que nos formamos sin pedir nada a cambio, que creemos en la posibilidad de cambiar determinados procedimienos estamos realmente infravalorados; ¿y por qué sucede esto?.
Muchas veces se ha dicho que los procesos de selección y adjudicación de puestos no son objetivos, ni exhaustivos y, ni mucho menos, limpios, con lo cual a las personas que ocupan determinados puestos lo que menos les importa es la Administración.
Suele pasar que unos hacemos el trabajo y otros lo cobran y, además, se llevan los golpecitos en la espalda.
Enhorabuena, María, por ser una funcionaria que funciona. Hay muchos funcionarios que funcionan. Gracias a ellos, la Administración, mal que ben, va tirando adelante. A pesar de que, a veces, los estímulos que se reciben inducen a todo lo contrario. Te ánimo a seguir funcionando, aunque sólo sea para estar más contenta contigo misma.
Y tienes razón con lo de Google. Es un maravilloso canal de acceso a la información y al conocimiento. No hace falta que te diga que a mí la red me encanta. Como dijo el poeta, «es un arma cargada de futuro». Gracias por tu comentario.
yo soy funcionaria,y siempre he dicho,que soy de las pocas QUE FUNCIONO…no me las quiero dar de nada,pero durante 7 horas y media,trabajo con ancianos y ahí el trabajo es constante,no te puedes dormir.pero tengo clarisimo hace tiempo que a la administracion le importamos un bledo,no le importamos ni a nuestra jefa,que en lugar de animar al equipo,si puede lo tira por el suelo…y esa es la que nos conoce…que sera de esos que estan en los despachos y no saben como es tu cara.se dió el caso una vez que nos hicieron la puñeta el jefe de personal y su esbirro…años mas tarde alguien nos instó a que fuesemos al sindicato yyyyyyy…oh¡¡¡¡alli estaban los dos…segun ellos nos arreglarian el problema enseguida y…claro todavia esperamos………..a mi los de GOOGLE,me parecen gente mucho mas dispuesta a hacer cosas que cualquiera,dan informacion a muchos millones de personas y el problema base de la humanidad es LA IGNORANCIA…asi que hay mucha mas gente ahora que se INFORMA a traves de la red
Alberto, ¡menos mal que tú me entiendes!
Gari, me alegro de ver savia nueva por este blog. La esperanza de la Administración está dentro y fuera. En este blog no hablamos sólo para funcionarios. El problema de la Administración pública es de todos, aunque conozco pocos ciudadanos «de a pie» que no se aburran soberanamente leyendo nuestras reflexiones sobre la Administración. Aunque, claro, eso tampoco quiere decir mucho, porque el personal traga mucha basura por la tele, y encantados de los nervios. A lo que iba, que estoy de acuerdo contigo Gari, mis preguntas son demasiado evidentes. Al menos, para mi y para Alberto (bravo, amigo: «No puede ser más aburrido resolver los problemas de la ciudadanía que buscar URLs«). Pero tengo la impresión de que hay mogollón de peña que asocia los trabajo de la Administración con tareas supercoñazo. Y, si es así, no será por la naturaleza de los trabajos, sino por la forma en nos lo hemos montado o nos lo han montado. Pero, sea como fuere, la cosa ha llegado a un punto en que muchos (y no sólo ajenos a la Administración) se creen que es que «es así», que los trabajos de la Administración son intrínsecamente aburridos. Y eso es puñetera mentira.
Hay muchas razones para que hayamos llegado a donde estamos. Algunas son históricas. Google nació la víspera del siglo XXI. La Administración que tenemos es, por lo menos, del siglo XIX. Y la cabeza de muchos de sus dirigentes aparenta ser de la misma época. Auténticos «cerebros gran reserva». El sistema político tampoco ayuda, porque ha convertido a la Administración en una oficina de empleo, en la que los requisitos no siempre son precisamente profesionales. Cuando dice Antonio que a los directivos públicos se les exigen «habilidades como la iniciativa o la capacidad de trabajo en equipo«, me gustaría saber de que país está hablando.
Pero no me quiero poner demasiado grave, que es sábado por la tarde. Sólo quiero decir muy muy alto que la naturaleza de los trabajos de la Administración es apasionante y que, si en la práctica, los hemos convertido en un muermo, es única y exclusivamente por la forma en que los hemos organizado. Poner la Administración patas arriba es una cuestión de higiene en el trabajo para los funcionarios y de higiene democrática para la ciudadanía.
Veo que has iniciado una especie de serie acerca de cómo ser funcionario y no morir en el intento. En un comentario anterior puse una semilla que tú has convertido en árbol. Yo decía: «¿tú que haces, funcionata, tramitar expedientes (repetitivo) o dar una óptima solución técnica al problema que se le ha planteado a alguien?».
La conclusión que sacas de la comparación entre Google y la Administración no sólo es correcta: es visionaria. No puede ser más aburrido resolver los problemas de la ciudadanía que buscar URLs.
En cuanto a cuáles sean las causas y las soluciones, creo que el asunto da para un debate amplio y wikiable. Adelanto que estoy en desacuerdo con Antonio: aunque el sistema de selección suele ser muy malo (no siempre: a veces es solamente mediocre) no es esa la causa principal. De hecho, los recién llegados vienen muchas veces con ilusión y esquemas abiertos.
Claro. Google selecciona según criterios de creatividad, mientras que la Administración lo hace por conocimientos. Se normalizan los conocimientos de entrada. En las plazas más o menos directivas, los responsables de la selección, cuado no tienen «bicho», exigen ciertas habilidades como la iniciativa o la capacidad de trabajo en equipo. Pero en el acceso, sólo temario. Y a ver quien es el valiente que selecciona con entrevista y curriculum, sin un examen, en teoría objetivo. entre los sindicatos y los colectivos de opositores, lo machacarían. Incluso alguno de nosotros sospechariamos en el café que pretendian meter al alguien ….
No śe Iñaki, voy a parecer un listillo (perdón!), pero me asombra que te hagas estas preguntas.
Creo que las respuestas son demasiado evidentes.
Pocos «guindillas» con ganas de hacer cosas nuevas e innovar se meten en la administración, y eso que tengo la suerte de conocer a varios. Eso sí, a menudo tienen que terminar saltándose normas, tomando iniciativas propias sin que se entere su jerarquía o peleando contra otras personas, buscando siempre la trampa de cómo esquivar la rigidez administrativa. Menos mal que ese puñado de «guindillas» que conozco tienen todos una gran fuerza de voluntad e ilusión, aparte de mucha habilidad para cruzar laberintos administrativos.
Si yo trabajara en la administración me hubiera cansado antes. 😉