Teletrabajo público
«Durante el primer semestre de 2006 los Ministerios de Trabajo e Industria, Turismo y Comercio elaborarán una propuesta sobre las necesidades de regulación en el ámbito del teletrabajo y si fuera necesario contemplarán las modificaciones oportunas del Estatuto de los Trabajadores.»
Más allá de las ventajas y desventajas del teletrabajo, que de las dos hay, mi primera reflexión se dirige a cómo encajará en la Administración pública. Pues bien, en el inminente nuevo Estatuto Básico del Empleado Público, no se prevé nada en este sentido, según se desprende de la lectura de las 277 páginas del informe de la comisión de expertos (PDF-1,8Mb).
Lógico. Los mejores esfuerzos de la Función Pública se han dedicado tradicionalmente a conseguir que los funcionarios permanezcan en el centro de trabajo durante el 100% de la jornada laboral. En muchos casos, sin éxito. Allí donde lo han logrado, han afianzado un sistema de valores orientado a la presencia, no a los resultados.
No hay que menospreciar estos esfuerzos. No hay tarea más urgente para la Función Pública que la de limpiar la imagen de los funcionarios como «especie filogenéticamente zángana» (según expresión de Javier Sáez, del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz). Hay que acabar con los chistes de funcionarios, a base de quitarles la razón.
Ahora bien, una vez conseguido el objetivo, es hora de echarlo abajo. Sólo se avanza desaprendiendo. Superada la etapa de la presencia, hay que entrar en la etapa de la participación y de la intensidad. El empleado público debe negociar objetivos estimulantes y que se alineen con la visión de la organización. En este contexto, ¿por qué no puedo desempeñar una parte de mi jornada fuera del centro de trabajo?
Además del impacto positivo que pueda tener sobre la asunción de responsabilidad y sobre la motivación, el teletrabajo empieza a ser una realidad natural en un mundo digitalizado donde las fronteras entre trabajo y vida personal se están diluyendo. Somos muchos los que hacemos uso de Internet en el trabajo para algunos asuntos particulares, al tiempo que empleamos Internet en casa para leer textos relacionados con el trabajo. ¿Quién contabiliza estos tiempos? Yo espero que nadie más que uno mismo.
Creo que merece la pena, cuando menos, explorar en qué puede beneficiar el teletrabajo a la Administración y a sus empleados.
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El paradigma del profesional público del siglo XXI es aquel que incluso con una contractura de hombro lee, reflexiona y comparte sus ideas en el ciberespacio.Alorza, cuídate mucho y tranquilo, que siempre hay grandes profesionales en las Administraciones que trabajan por aquellos que se limitan a cumplir con sus tareas marcadas (sin salirse de ellas), entre las que se encuentran montar corrillos para el intercambio informal de información quince minutos antes de la hora de fichar, para hacerlo cuando es debido.