Las TIC son el vector del cambio
A cualquiera que se dé una vuelta por aquí, le llamará la atención lo poco que hablamos de lo digital. Casi sólo lo mencionamos para quitarle importancia. Y en esto coincidimos con la mayoría. Se ha convertido en un mantra la expresión «la tecnología no es más que una herramienta al servicio de la transformación de la Administración«. Joseba Bilbao anda diciendo por ahí que «la Administración electrónica no existe» (PDF, 672 KB). E incluso Rafael Chamorro que, como presidente de ASTIC podría estar en el bando contrario, dice al respecto: «el reto es más organizativo que técnico«. Y estoy de acuerdo con todos ellos. Pero tanto consenso suele llevar a una posición acrítica, que conviene desmontar, en honor al principio de discrepancia.
El cambio, según Mentxu (PDF, 414 KB), tendría este alcance: «cambiar radicalmente la cultura administrativa vigente de tal forma que la Administración Pública del futuro fuera una Administración receptiva, comprensible, accesible, que respondiera a las necesidades de la ciudadanía y fomentase la participación activa». Sigo citando: «Casi dos décadas después de que se evidenciara la necesidad de un cambio de paradigma en las Administraciones Públicas, cuyos valores siguen sin ser efectivamente interiorizados, el reto del siglo XXI sigue siendo abordar la complejidad, la globalidad y la interdependencia de los problemas con soluciones integrales, no competenciales ni sectoriales». Es decir, llevamos desde los gloriosos años 80 chocando contra el mismo acantilado. La incorporación de las TICs en la Administración nos proporciona la mejor oportunidad de superarlo. Esta vez va a ser que sí.
Naturalmente, también es posible replicar el obsoleto modelo actual en una Administración altamente tecnologizada, por eso decimos que esto es más que tecnología, pero aquí tenemos una gran oportunidad de vencer resistencias organizacionales y personales. A nuestro favor juegan dos circunstancias.
Por una parte, la Administración digital puede traer ventajas muy evidentes, tanto para la ciudadanía como para el funcionariado. Además es moderna, atractiva, joven y va de la mano de la transformación de la sociedad hacia la sociedad de la información. Como la Coca-Cola, se vende sola.
Por otra parte, su componente tecnológico e innovador le revisten de un aspecto críptico: sólo los informáticos saben como funcionan las tripas, sólo los enterados conocen las tendencias de futuro. Pero nos fiamos, como nos fiamos del médico. De momento, no está habiendo problema para que la Administración vaya por delante de la sociedad en este ámbito.
Estas dos circunstancias se unen para permitir que estemos diseñando nuevos procesos de servicio bajo las premisas del nuevo paradigma. La tecnología, el instrumento, se está construyendo para nuevas funciones. Por eso es lógico que esté costando más de lo previsto.
Entonces, ¿qué peso tiene la tecnología en este cambio? Hemos dicho que es una palanca. Busquemos otras metáforas. En términos biológicos, las TIC son un vector, esto es, un agente infeccioso, como el mosquito Anopheles o, mejor aún, como un fragmento de ADN que porta un gen extraño y que penetra en el núcleo de una célula objetivo para modificar su código genético. Penetra en la estructura de la Administración y la hace mutar, espolea su evolución. Las TIC realizan terapia génica. Y este blog se dedica a diseminar memes.
En este contexto, me parece inteligente la reflexión de Nacho en este post: «es importante eso de que la modernización/reforma administrativa esté cerca de las tecnologías en la estructura formal. Allá donde se separan ambas dimensiones, creo que se encuentran todavía más dificultades para allanar el camino de la e-Administración y no terminan de ligarse demasiado bien las dimensiones tecnológicas y organizativas de todo este entramado». Ya sabemos que el fracaso de Frankenstein como prototipo se debió a la falta de coordinación entre el que robó el cerebro y el jefe del proyecto.
¿Qué podemos concluir, entonces? Que las TIC son sólo un instrumento, pero son el instrumento. La palanca, la grúa, el vector, el virus, nuestro caballo campeón. Y tenemos la increible suerte de que está sustentada en una muchedumbre de entusiastas, de anarquistas prácticos que han construido realidades tan utópicas como Internet, la blogosfera, el software libre, la wikipedia… y lo que venga. Profesionales mal pagados, pero con una potencia innovadora imparable. Gracias a todos, compañeras y compañeros.
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Para mí, la administración debe ser electrónica en la trastientda. Después, la \’e\’ la potenciará el mercado. Porque, a mis padres, no les pidáis que hagan utilicen la \’e\’ en su relación administrativa…pero…bueno…a lo mejor sí que utilizarían la \’m\’…el mGovernment es el futuro.Sobre el blog, no creo que sea tan dramático que se vayan potenciando elementos colaterales a la eAdministración. En el fondo, todo está relacionado.
Me parece genial que Joseba diga \»realidades\». No existe Administración electrónica. Existe una Administración que tiene que mejorar cada día utilizando todas las herramientas a su alcance.Existen unas Administraciones que tiene profesionales públicos que creen en que \»otra forma de administración y de gestión es posible\»Existe demasiado discurso tecnológico y gasto en \»hard\» y \»soft\» que no sirve para nada, si no EXISTE VOLUNTAD POLÍTICA Y DIRECTIVA para cambiar.Ánimo que creo hay muchas posibilidades para cambiar. Es ahora, o nunca!!!!
Me parece buena la metáfora del agente infeccioso, o la del fragmento de ADN que puede modificar el código genético de la Administración.De hecho, las tecnologías están mutando las administraciones desde hace ya tiempo. Los que tenemos ya cierta edad hemos conocido las oficinas administrativas plagadas de máquinas de escribir (creo que ya no queda ni una). ¿Os acordáis del papel de calco? Por no hablar del correo electrónico. Yo, por lo menos, cada día recibo menos llamadas telefónicas y más correos electrónicos. ¿Alquien concibe hoy el puesto de trabajo sin ordenador?Esperemos que no se produzcan descoordinaciones como las que llevaron al fracaso el proyecto Frankestein y construyamos una Administración electrónica que no dé calambre.