entrevista en euskadi+innova


alorza urbanlabsLaura Fernández me hizo una entrevista en CitiLab-Cornellà, durante las sesiones del UrbanLabs. Ha sido la entrevista, de todas las que me han hecho, en que me he sentido más a gusto, y creo que se nota. Laura ha hecho un gran trabajo: con la ingente cantidad de balbuceos que conseguí emitir ha producido un resultado que me satisface. Espero que también a vosotros.

La entrevista se ha publicado con fecha 14/11/08 en euskadi+innova. En ella, empiezo hablando de Horizonte 2033, la ponencia que llevé a Cornellà, pero acabo dando un buen repaso a mi particular visión de la modernización y de la innovación pública.

Os aconsejo que la leáis en la página de euskadi+innova, donde la han maquetado muy bien. Por si acaso, la he copiado a continuación.

En tu ponencia hablas de los modelos sociales que puede haber en este futuro de 2033, teniendo en cuenta diferentes variables, como son la ciudadanía, el entorno y el sector público.

No quiero hacer un ejercicio de prospectiva, no quiero decir en qué situación estaremos en 2033 porque creo que es imposible. Lo que quiero es dibujar un modelo que permita encajar dónde estamos ahora, y ver qué futuros posibles tenemos en el horizonte. Está en nuestras manos, en parte, hacer que ese futuro vaya hacia un lado o hacia otro.

Tampoco quiero que sea un modelo prescriptivo, no pretendo decir cómo debería ser. En una parte sí, llega un momento en que me pongo maniqueo, pero no en todos los ejes.

La primera de las variables es el entorno, que puede ser estable o conflictivo. Sobre este eje tenemos muy poco control. Ahora, por ejemplo tenemos una crisis económica que nos afecta pero como individuos poco podemos hacer para pararla.

Otra de las variables es el sector público, la administración. Podemos tener un estado más o menos inclusivo, que se haga responsable del bienestar social o que se ocupe de regular y financiar, dejando la provisión de bienestar al sector privado. Probablemente ninguno de los dos extremos sea deseable, pero el punto óptimo es muy opinable.

En cambio en el último de los ejes, el de la ciudadanía, sí me posiciono. Puede ser más cívica, más responsable de lo público, más implicada y dispuesta a generar bien público, o adoptar el rol de consumidora sin ser participativa. En este caso, una ciudadanía implicada puede llevarnos a escenarios mucho mejores.

Para poner fecha a un modelo de administración diferente has escogido el bicentenario del artículo Vuelva usted mañana, de Mariano José de Larra. ¿Todavía está vigente el tipo de administración que muestra Larra?

Sin duda. No quiere decir que la administración no haya cambiado nada, pero Vuelva usted mañana es de 1833. Yo juego con el horizonte 2033 haciendo un poco una broma de esto. Van a hacer 200 años de la primera formulación crítica de la administración, y no hemos cambiado tanto, la gente sigue pensando que los trámites son largos, lentos, ininteligibles, y que la relación entre administración y ciudadanos es muy asimétrica, la administración hace lo que le parece que tiene que hacer sin contar con los ciudadanos para nada. Todo esto se mantiene. Por eso me gusta hablar de la e-administración no como lo que hay que conseguir sino como el medio para ir hacia un modelo diferente. La digitalización tiene que valer para cambiar la administración de cabo a rabo, sino es mejor no hacerla porque de hecho cuesta mucho dinero. Debemos invertir en una nueva administración que no tenga nada que ver con la de Larra. Yo, jugando un poco con los plazos de los planes estratégicos, he puesto como meta el año 2033.

Hablas de la e-administración como una herramienta para conseguir una administración diferente, 2.0, donde lo que cambien sean los valores.

Voy a ilustrarlo con un cuento. Todo el mundo conoce a Los Picapiedra, ¿verdad? Son una sociedad de los años 60 americana, fascinada por los electrodomésticos, pero que vive en la edad de piedra.

La misma productora, Hanna-Barbera, hizo otra serie llamada Los Supersónicos, nuevamente una familia americana de los 60, pero esta vez en el siglo XXV, y a éstos prácticamente no los conoce nadie, ¿por qué?

Los Picapiedra tuvo éxito porque es interesante que alguien en la edad de piedra pueda ver la televisión, escuchar música en un tocadiscos o tener una aspiradora. Eso es innovador porque ves cómo les mejora la vida.

Sin embargo, el hecho que en el siglo XXV la gente siga viendo la televisión y vaya a limpiar el platillo volante a un túnel de lavado no tiene interés. Hacen lo mismo que en el siglo XX.

Ese es el problema de la innovación para mí, si vamos a innovar para hacer lo que ya estábamos haciendo pero con aparatitos, no tiene mucho interés. Hay que reconocer que es muy complicado imaginarnos un futuro diferente al que tenemos, ¿qué miraremos, en vez de la tele, en el siglo XXV? Es difícil contestar. Es mucho más fácil innovar hacia atrás.

En la administración sabemos hacer cosas como digitalizar los trámites. Estupendo, ahorras tiempo, puedes hacerlo desde casa, pero ¿tanto lío sólo para eso? Eso no añade valor, sólo añade eficiencia. La gente lo que quiere es no hacer trámites, ¿cómo lo vamos a hacer para eliminar los trámites? Y cuando lo consigamos ¿a qué se va a dedicar la administración? ¿qué otras cosas puede hacer que añadan valor a la ciudadanía? Para mí ese es el reto. Es un reto difícil, por eso necesitamos a todo el mundo para pensar, para colaborar. No puede ser que una persona en un despacho haga los planes estratégicos del gobierno, porque va a tener una visión muy corta, aunque se rodee de consultores, que es el modelo clásico. Hay que abrirlo a la gente, experimentar y equivocarse.

¿Y cómo introducimos esa participación ciudadana?

No como se está entendiendo hoy en día. Ahora hay espacios para opiniones y quejas, pero eso no es innovador, siempre ha existido un buzón de opinión. Es interesante, pero hay que ir más allá. Es mejor cuando la ciudadanía entra en la deliberación, no decir si lo han hecho bien o mal, sino participar en la creación. Por ejemplo ¿qué van a estudiar mis hijos en la escuela? Yo quiero participar en eso, podemos hacerlo de forma conjunta, y puede que en esta escuela el temario sea diferente de la de al lado, ¿por qué no?

La administración genera bien público, pero no tiene por qué ser la única, hay que llegar a que la gente también lo genere. Esto es algo que aquí cuesta mucho de entender, pero en otros países está mucho más asumido. Por poner un ejemplo muy tonto, los ayuntamientos suelen tener en sus webs un espacio de agenda cultural. Igual tú montas una conferencia en tu barrio, si pudieras entrar en la web y ponerlo, más gente se enteraría y la web sería más rica. ¿Por qué no dejar que la gente genere bien público? ¿Por qué tienes que cerrarlo y administrarlo tú?

Eso en internet es más fácil de imaginar. Fuera de la red cuesta más, pero también hay que hacerlo. En el mundo de la medicina están floreciendo asociaciones de enfermos por doquier, prestando un bien público que podría prestarlo la administración: consejos, ayuda, cuidados,… Hay que hacer que estas iniciativas emerjan y ayudar a que no mueran. Por ahí veo la participación, más allá de un blog de la administración donde la gente cuelgue comentarios.

Es normal que el ciudadano desconfíe de la administración, porque es opaca y está cerrada en sí misma

Este cambio no sólo tiene que hacerlo la administración, también tenemos que ser los ciudadanos quienes cambiemos, ¿estamos preparados para esta implicación?

Esa es la gran pregunta. Yo utilizo un modelo teórico que observé de Carles Ramió, profesor de ciencia política. Un rombo donde en cada extremo se sitúan el mercado, el estado, el tercer sector y la familia. Las diferentes sociedades tienden a ocupar un punto en este plano. Los países nórdicos se acercan más al estado, quien suministra el bienestar, Estados Unidos está más cerca del mercado, y España, junto con otros países mediterráneos, sigue un modelo llamado “conservador mediterráneo”, más cercano al extremo de la familia. Esto, que tiene cosas buenas, también tiene consecuencias terribles y es que para la gente el estado es algo sospechoso, el enemigo. Están muy dispuestos a crear bienestar dentro de su familia y sus amistades, pero hasta ahí. Todo lo público se puede romper, manchar, desatender. Cuando hablamos de modelos de ciudadanía cívica, en España va a costar porque estamos genéticamente preparados para estar con la familia, no con la comunidad. Las personas que andamos con esto del 2.0, que contiene valores como compartir, experimentar y producir sin esperar nada a cambio, a veces nos parece que todo está cambiando, pero por ahora somos un porcentaje ínfimo de la sociedad. Habrá que ver cómo evoluciona.

¿Y los funcionarios? ¿podemos ir hacia una figura de funcionarios 2.0?

La administración sigue a la sociedad como la sombra al cuerpo, decimos a veces, lo que pasa es que por la mañana la sombra es muy alargada.

La media de edad de los funcionarios vascos está cerca de los 45 años. Tenemos pocos nativos digitales, y algunos inmigrantes que hemos venido en patera, sin hacer del todo bien la migración, así que nos cuesta entrar en la tecnología. Hay que hacer mucho con respecto a la alfabetización digital, pero también en el aprendizaje de valores, si siempre has trabajado en un sitio donde la comunicación no fluye de abajo a arriba jamás, y de arriba abajo pocas veces, es difícil cambiar la mentalidad. Seguro que hay ayuntamientos que funcionan bien en este sentido, pero yo hablo de nuestra administración en general, donde hay un nivel político que no se mezcla con el nivel funcionarial, trabajadores sectorializados que no se relacionan entre sí, ni con funcionarios de otras administraciones. La realidad es muy dura, y hay que cambiarla, porque los ciudadanos van hacia allá. Si lo que vamos a hacer es digitalizar, vamos a ser los supersónicos, y cuando el ciudadano vea lo que nos hemos gastado, nos van a echar.

Entonces ¿cómo lo hacemos para no ser supersónicos y empezar el cambio?

Ahora estamos dando formación en Office, estas son las herramientas del funcionario de hoy. Yo cerraría estos cursos, no daría ni uno más. Tenemos miles de horas de formación en esta materia y es absurdo porque ya no existe la brecha ofimática.

Vamos a dar un salto, retomando la habilidad que todos tenemos, la de buscar, pero vamos a aprender a utilizar los buscadores bien. Después de buscar, hay que aprender a leer, con fuentes RSS, con feeds, para conseguir que te llegue aquello que te interesa. El siguiente paso, guardar, no en el disco duro, sino etiquetando, como se hace en la red.

A partir de ahí podemos aprender a escuchar de forma activa, entrando en redes sociales, empezar a dialogar y a coproducir, vía wikis, por ejemplo.

Imagina que consigues todos estos pasos, desde luego empiezan a ser otro tipo de funcionarios.

¿Se está generando este cambio en la administración vasca?

Empieza a haber esta inquietud, aunque todavía no puedo poner grandes ejemplos. Hay gente dentro de la administración que me llama para comentarme que quieren hacer algo, un wiki, un blog, una comunidad de prácticas virtual, no saben muy bien el qué, pero tienen interés en crear algo y eso antes no pasaba. No sé si va a ser un movimiento de arriba abajo o de abajo arriba, aunque en el PESI (Plan Euskadi en la Sociedad de la Información) se empiezan a introducir cosas.

Estamos en una fase en que hay pioneros que empiezan a interesarse. Una vez que están ellos ya sabemos que luego vienen los adaptadores tempranos, las masas tempranas, y así se va extendiendo. Estamos en el camino, pero no como para presumir.

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