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El modelo catalán de la Administración electrónica (1)


Con ocasión del pasado Tecnimap de Sevilla la Generalitat de Catalunya ha editado un dossier monográfico, con formato de libro de bolsillo, en el que se explica el denominado modelo catalán de la Administración electrónica (no sé si estará publicado en Internet, pero no lo he encontrado), así como los principales proyectos del Consorci Administració Oberta de Catalunya (AOC).

Me ha parecido especialmente interesante el artículo de Narcís Mir Soler, Director General de Innovación y Organización de la Administración de la Generalitat de Catalunya, en el que desarrolla la visión general del citado modelo catalán de la Administración electrónica.

En este post comentaré algunos aspectos de este modelo.

A título de curiosidad, una de las primeras disquisiciones del artículo se dedica a explicar cómo diferencian, a sus efectos, entre administración y gobierno electrónicos:

La administración electrónica focalizaría su atención en la mejora de la productividad y de las prestaciones a las personas, empresas y organizaciones mediante el empleo de las TIC. Si ampliamos el foco integrando la transparencia de la administración y la participación ciudadana, hablaremos de gobierno electrónico”.

La delimitación de estos conceptos me parece un difícil empeño: hay tantas propuestas diferentes como intentos se han llevado a cabo. Creo, además, que el esfuerzo no merece la pena. Estoy con Alorza cuando afirma: “A día de hoy, esta reflexión se ha quedado anticuada, porque una de las posibles etiquetas se ha impuesto sobre las otras. Convengamos en que la traducción de eGovernment al español sea administración electrónica” (en el post “La administración electrónica: reinventar la administración”).

El artículo hace un repaso de la evolución de la administración electrónica en Catalunya. Un hito que me ha llamado la atención desde el mismo momento en que se produjo es el de la aprobación, el 23 de julio de 2001 en el Parlament de Catalunya del Pacto para la Promoción y el Desarrollo de la Sociedad de la Información en las Administraciones Públicas Catalanas (curiosamente, tampoco lo he encontrado en Internet). Este pacto fue suscrito en Catalunya por todos los grupos parlamentarios en una época en la que en Euskadi era imposible que los partidos pudieran acordar ni siquiera la cosa más trivial del mundo. Afortunadamente, parece que la situación se va normalizando. En aquel contexto, el pacto suscrito en Catalunya me pareció algo envidiable. Mi valoración de aquel pacto es la siguiente:

  • Supone una manifestación de liderazgo desde la más alta instancia política con respecto a un tema estratégico para el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
  • Provee un paraguas excepcional para desarrollar una política común en una materia que requiere la máxima coordinación y colaboración interadministrativa.

El pacto tuvo efectos tangibles:

En el artículo, reconociendo que este proyecto tuvo aspectos positivos, se enumeran las principales críticas que ha recibido:

  • Reticencias de los entes locales que perdían protagonismo frente a la Generalitat.
  • Escaso o nulo impacto de este front office digital sobre los procesos del back office.
  • Captura del proyecto por las empresas externas contratadas.
  • Elevado costo de la plataforma tecnológica.

Dejando al margen el tema del costo, que casi siempre suele ser un concepto relativo (más, si cabe, en la Administración pública), creo que estas críticas aportan un aprendizaje muy valioso para el desarrollo de la administración electrónica en cualquier ámbito geográfico.

La administración electrónica permite facilitar a la ciudadanía sus relaciones con las administraciones públicas facilitándole puntos de acceso común, lo que puede suponer, en cierta medida, que la imagen de las instituciones más pequeñas quede diluida frente a la de las instituciones mayores y, en particular, la de los Ayuntamientos frente a la de los Gobiernos (en nuestro caso, autonómicos). La conclusión no puede ser que cada uno vaya por su lado para no perder un ápice de su identidad ante la ciudadanía. Por el contrario, habrá que buscar soluciones que equilibren los intereses de la ciudadanía con los de las instituciones. En este sentido, creo que una posibilidad válida puede ser el desarrollo de contenidos sindicables desde los diferentes portales de cada institución, de forma que los usuarios puedan acceder a la información y a los servicios de cualquier Administración con independencia del portal a través del que hayan accedido.

También me parece ilustrativa la consideración sobre el escaso o nulo impacto del front office digital sobre los procesos del back office. Supongo que es normal que así sea. Más bien, cabría esperar el efecto inverso, es decir, un back office bien estructurado puede facilitar la puesta en marcha de servicios telemáticos accesibles a través del portal por la ciudadanía. Ya hemos hablado en este blog sobre la importancia de la trastienda.

Finalmente, la consideración sobre el control interno del proyecto también me parece importante. En efecto, el desarrollo de la administración electrónica es un proyecto de largo plazo y, por tanto, es necesario consolidar un equipo interno (de la organización) que sea capaz de aportar la continuidad necesaria al proyecto. El modelo vasco de soporte tecnológico a la administración pública es bien distinto del catalán, donde al parecer se recurre en mayor medida a la externalización de los servicios. Valoro como un activo importante los equipos que se han configurado en la administración vasca para el desarrollo de la administración electrónica, tanto en la parte tecnológica, como en la organizativa, aunque habrá que remitirse a los resultados para corroborar esta valoración. Espero que podamos hacerlo (remitirnos a los resultados) ampliamente a lo largo de la presente legislatura.

Tampoco tienen desperdicio las últimas consideraciones del artículo sobre el proyecto CAT365:

Un proyecto solvente de administración electrónica no puede plantearse al margen de las instituciones que configuran la organización. Es decir, no puede superponerse de forma artificial al tejido organizativo esperando que este acabe por rendirse a la dictadura tecnológica sino que, debe procederse a un aprendizaje organizativo para cambiar su
avemente las reglas, rutinas, procesos y valores vigentes. De aquí que este camino simultáneo y suave exija compromiso, honestidad y perseverancia a las personas que lideran el cambio
”.

En otro post comentaré la última parte del artículo, en el que se explican las medidas tomadas para corregir las disfunciones detectadas.

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  1. 26/06/2006 a las 20:43

    Gracias por masticarnos el artículo, Iñaki. Me han parecido muy interesantes tus reflexiones. Lo que está claro es que todavía no hay un modelo al que seguir. Cada administración se va haciendo el suyo, para bien (se hace camino al andar…) y para mal (estamos dilapidando una fortuna por no reutilizar lo que otros han hecho).

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