Jornada sobre ciudades del conocimiento
En mi opinión, el merecido la pena decicar la mañana a este evento. Las ponencias han sido francamente interesantes, con el complemento de un jugoso debate posterior y el acierto de terminar con una comida, lo que me ha permitido hablar con varios de los asistentes. Seré descortés y sólo mencionaré a una persona: Arritxu Oliden, alcaldesa de Aretxabaleta, que me ha sorprendido muy positivamente. Sólo le pongo una pega al evento: deberían habernos regalado el libro Knowledge Cities, aunque fuera aumentando el precio de la inscripción.
Ésta es la definición de ciudad del conocimiento, según J. Carrillo:
«Una región urbana en la que la ciudadanía emprende una iniciativa deliberada y sistemática para fundar su desarrollo futuro en la identificación y gestión equilibrada de su sistema de capitales.»
Como estaréis intuyendo, se trata de un modelo que pretende una visión global del desarrollo urbano y cuya puesta en marcha depende de la participación de la ciudadanía en una conversación rica, diversa y localizada. Por lo tanto, en sintonía con modelos que estamos manejando aquí, como el de administración experimental.
A continuación, ha hablado Jon Azúa, actualmente en el e-novating|lab, acerca de «Territorios inteligentes y economías creativas«. Aunque la presentación de que se acompañaba era compleja y difícil de seguir, hay que agradecerle la claridad con que se ha expresado. Su exposición, acompañada de un fuerte aguacero en el exterior, ha tomado por momentos tintes de realpolitik, que me han decepcionado un tanto. Ha hecho gran hincapié en el liderazgo desde las más altas instancias políticas para impulsar el desarrollo urbano, levantando de esta manera un falso problema, porque nadie duda que sea necesario acudir a la cabeza para coordinar grandes transformaciones de infraestructuras, pero ese liderazgo puede ir reduciéndose y cambiando de rol de manera escalar, a medida que vamos subsidiarizando los problemas y la toma de decisiones. Le he visto muy en el paradigma de la Nueva Gestión Pública, con el énfasis en separar el diseño de la ejecución de las políticas.
Jon Azúa ha manifestado su escepticismo hacia la participación ciudadana, fundado en el escaso número de personas que se suelen implicar, pero también porque los que participan «no representan a la mayoría silenciosa«. Éste es un concepto la mar de misterioso, porque ya me diréis quién sabe lo que quiere decir la ciudadanía que no dice nada. En cualquier caso, este escepticismo de Azúa se ha contagiado a alguno de los ponentes y a varios de los asistentes, hasta el punto de que ha sido uno de los asuntos de los que más se ha hablado en la comida. Parece que andamos escasos de ciudadanos hackers. Igual es que no sabemos verlos.
Ángel Arboníes ha estado especialmente inspirado. Ha abundado en el paradigma de ciudades del conocimiento con una potencia metafórica notable y con una manejo de conceptos inspirador. Me he sentido cercano a sus tesis, a las que veo compatibles con nuestro modelo de administración emergente. En algún momento ha llegado a ponerse subversivo, como corresponde a un verdadero innovador, al proponer un modelo de desarrollo emancipatorio, que despierte a los ciudadanos a la participación y el autogobierno. «No hay desarrollo basado en el conocimiento sin ciudadanía». Ciudadanía hacker, diría yo.
Entre las muchas perlas que desgranó, me quedo con su insistencia en confiar en la sabiduría de las multitudes. Allá donde Azúa decía «liderazgo, liderazgo y liderazgo», Arboníes exclamaba «confianza, confianza y confianza». Y paciencia, para que los comportamientos adecuados emerjan. Hay que dejar el control en manos de los «individuos en red», sin miedo de que cada cual persiga sus propio
s intereses. Al fin y al cabo, es inevitable que las personas persigamos nuestros intereses. El acierto estará en lograr un visión que consiga que la suma de los vectores de los intereses de cada cual ejerza una fuerza suficiente en la dirección adecuada. Para lograrlo, la mejor herramienta es el diálogo. No lo ha dicho, pero podría haberlo dicho: «las ciudades son conversaciones«.
A todo esto, Arboníes venía a hablar del «observatorio de ciudades del conocimiento», pero el entusiasmo le ha llevado por otros derroteros más atractivos.
Por fin, Juan Ramón Larrañaga, alcalde de Legazpi, junto con Íñigo Lasheras, surfero y consultor de MIK, han presentado «Legazpi bai!«, un proyecto de búsqueda de modelos alternativos de generación de valor en el desarrollo local, donde se ha puesto en práctica la metodología creada por MIK para trabajar el desarrollo de ciudades del conocimiento. Ciertamente interesante aunque, como suele ocurrir, todavía no hay resultados claros que avalen la bondad del proyecto. Esperaremos.
Imagino que en algún momento el MIK colgará las presentaciones en su web, o que me las enviará por correo, en su defecto. Si estamos en el caso b, me ofrezco a enviárselas a quien las necesite.
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Gracias por los enlaces, Fernando. ¡Veo mucha multidisciplinareidad en esto de las ciudades del conocimiento! Por cierto, Jose, veo que tampoco Alfonso Vergara tiene blog (;P).
Aquí tienes algunos enlaces sobre el susodicho:http://www.euroresidentes.com/libros/varios/territorios_inteligentes.htmhttp://www.ucm.es/info/cv/cursos_pdf/73109.pdf#search=%22%22territorios%20inteligentes%22%20alfonso%20vegara%22http://www.fundacion-metropoli.org/
Ninguno de los que ha hablado tenía blog? Es curioso.
Pues no tengo ni idea. La verdad es que no conocía a Alfonso Vergara.
Lo de los \»territorios inteligentes y economías creativas\», ¿tiene algo que ver con la conferencia-publicación de Alfonso Vegara (Taller de Ideas, Fundación Metrópoli), o es pura coincidencia?(…mucha coincidencia me parece)