Con más vagancia y menos burrocracia, disfrutaremos trabajando
¿Cómo? No os asustéis todavía: dejadlo para después de leer este post. El título se refiere simplemente a una pequeña conversación entre los blogs «Sociedad conectada. Voz y voto«, «Los sueños de la razón» y nuestro «Administraciones en red«, a raíz del post «No disfrutamos trabajando«.
Félix Serrano, en su post «Burrocrracia» (sic) nos recuerda, a partir de los significados de la palabra burocracia, «que no por mucha Administración Electrónica que pongamos, si no intentamos de verdad cambiar el enfoque, estaremos construyendo la versión digital de la Burocracia Electrónica«. Oscar Cortés y la añorada ChicaGato hacen comentarios antológicos. Y, si entiendo bien, Félix propone la lucha contra la burrocracia como un antídoto contra la frustración laboral.
Miguel, en cambio, se nos pone paradójico y propone un nuevo modelo de gestión basado en la vagancia.
Curiosamente, su decálogo+1 suena a puro sentido común. Por ejemplo, el primer mandamiento: «Sé vago, delega, deja que otros hagan el trabajo que saben hacer, no quieras cubrir todos los huecos. No podrás y lo harás por lo menos tan mal como temes que lo pueda hacer otro.»
Ambos posts son altamente recomendables y, de alguna manera, complementarios y especulares. Félix, he tomado la idea de la burrocracia para la presentación que haré en eFindex2007.
También es muy sugerente la idea de Julen: «La artesanía te cambia el foco y funde mundos que navegan separados«. ¿Funcionario artesano? ¿Es un oximoron o una interesante posibilidad a explorar?
Morgana, ojalá se cumplan tus previsiones. Yo soy más pesimista: fíjate las décadas que han pasado desde el artículo de Russell y lo poco que ha cambiado la cosa.
Alberto: discrepo. Yo si creo que llegara el momento en que el trabajo, tall y como lo entendemos y lo sufrimos hoy en día, desaparezca por completo. A no ser que entremos de nuevo, y no es imposible, en una nueva edad media (a la que apuntan autores como Umberto Ecco), o a no ser que el planeta nos de un susto mayor que el que se llevaron los dinosaurios cuando desaparecieron, lo que tampoco es, de nuevo, imposible.
El artículito de Russell que he leido gracias a ti responde muy bien a tu pregunta de como es que los avances tecnólogicos no han traido una reducción significativa de la jornada laboral: la moral del trabajo (la moral para la esclavitud) «hay que trabajar» aunque no haya trabajo. «No es bueno que la gente ande ociosa»). Y si no hay trabajo se inventa. Como bien dice Russel hay dos tipos de trabajo: los que modifican las materias de la tierra (el productivo) y el trabajo de los que ordenan a los que las modifican como deben hacerlo. La «burbuja» del segundo tipo de trabajo es enorme y ha ido creciendo a medida que la necesidad de trabajar para producir se ha ido reduciendo en los años posteriores a que Russel escribiera su elogio, quien apuntaba ya a la aparición de los que aconsejan a los que dan las ordenes de como tienen que darlas: posterioremente aparecieron los consultores, asesores, auditores, expertos en esto y en lo otro, charlatanes, escribidores de informes que nadie lee, organizadores, gestores…. Accentiures y cia.
Y creo que cuando Russel escribió este articulo ni se había producido el cambio tecnológico de las TICs y el efecto en la reducción de los tiempos de producción que este cambio genera .
El caracter religioso del trabajo («el ocio es un vicio», y la pereza el peor de todos) no creo que se tenga de pie mucho tiempo. Las religiones se inventaron para sociedades compuestas mayoritariamente por analfabetos.
Bueno no se.
Precisamente, y por aquello de seguir con las citas de clásicos, hoy he leído esta frase de Ortega y Gasset que no conocía: «Lo importante en la vida no es el trabajo, sino lo superfluo». Nada como el oficio de filósofo como para dedicar tiempo a la reflexionar sobre la ociosidad, que según la RAE es vicio de no trabajar, perder el tiempo o gastarlo inútilmente. ¿No trabajar es perder el tiempo o gastarlo inútilmente?
Nadie cree que llegará el tiempo en que no sea necesario el trabajo para nadie, pero no deja de sorprenderme que los avances tecnológicos no hayan traído consigo una reducción significativa de la jornada laboral. Sospecho que la clase dirigente no está preparada para el ocio.
Tal vez la solución de Julen sea la única practicable y sostenible. Habrá que darle unas vueltas a la idea de «funcionario artesano».
Elogio de la pereza:
http://www.bradanovic.cl/elogioalocio.htm
Una joyita con mucho contenido en muy pocas líneas.
No lo había leido. Gracias Alorza.
El cartel de la Guerra Civil que ilustra el post es muy ajustado a su contenido. Efectivamente, según el marxismo el trabajo es una forma suprema de explotación del individuo a cargo del capital. En el paraíso comunista las personas no tendrían que trabajar, igual que ocurría en la Grecia clásica y en Roma, que el trabajo era denostado para las clases más baja mientras que lo que realmente «pitaba» era dedicarse a las artes y al ocio.
Alorza, pero si Marx no especificó que tipo de caza y pesca, igual lo que tenía era una imaginación calenturienta.
La teoría de la vagancia como actitud positiva la leí en la maravillosa novela de Robert Heinlein «Time enough for love», Tiempo para amar, que es una novela de novelas. Una de ellas habla de «El hombre que era demasiado vago para fracasar», con la teoría de que el progreso se basa en la vagancia, entendida como aplicar la inteligencia en lugar de la fuerza bruta para resolver los problemas.
En ese libro hay también muchas frases curiosas, rescato una de ellas al hilo de cierto revuelo de sentimientos respecto al trabajo que detecto últimamente : “No te vuelvas pesimista, suelen acertar más que los optimistas pero se lo pasan peor en las fiestas. Y no pueden evitar que algunas cosas vayan mal”
@Morgana: sí, yo también simpatizo con Lafargue. Marx, en cambio, no tenía imaginación: pretendía que, en el paraíso socialista, nos dedicáramos a la caza y la pesca. Se me ocurren mejores ideas.
Ya que estamos con los clásicos, antes de que se inventara el «estar en flujo», escribió sobre esto Bertrand Russell. Su «Elogio de la ociosidad» puede formar parte de esta conversación. Por cierto, sé que es descargable de forma gratuita en alguna parte. Investigad…
El artesano no distingue entre vagancia y productividad porque no lleva estadísticas de uso de su capacidad mental y cardíaca. Pero puestos a ello, no veo por qué no pueda dedicar buena parte de su actividad a la pereza. Cada cual pilla flujo como puede 😉
Que tema tan fascinante….
¿Por que nadie utiliza la palabra esclavitud para referirse al trabajo? Si no es otra cosa, caramba.
¿Habeis leido «El derecho a la pereza», de Paul Lafargue?
Yo es que politicamente soy lafarguista….
Busco y pego un trozo por ahi… que no tengo el libro a mano:
«El fin de la revolución no es un triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad y demás embustes con que se engaña ala humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y disfrutar, intelectual y físicamente, lo más posible. Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse».
Más leña al fuego: «El despido interior«.