Administraciones en red

Pero, ¿qué es innovación en el ámbito de lo público? ¿Modernizar e innovar son sinónimos? ¡Vaya usted a saber! La palabra modernización se sabe donde empieza, pero no donde termina, ya que tiende a ampliar su significado a medida que nos inventamos nuevas herramientas y modelos de gestión. Al concepto “administración electrónica” le sucede lo mismo, pero en dirección opuesta, como podéis ver en el gráfico adjunto.

En junio de 2006, Iñaki publicó un post al que llamó administraciones públicas innovadoras, donde decía que innovar en la administración es “utilizar el conocimiento para cambiar y desarrollar nuevas políticas públicas, procedimientos administrativos, servicios públicos y modelos organizativos». ¿No nos vale esa misma definición, con algún pequeño retoque, para la palabra “modernización”? ¿Estamos simplemente, como diría Quevedo, remudando vocablos?

En vista de la confusión terminológica, yo reservaría la palabra innovación, cuando la empleemos en el ámbito de lo público, para nuevas y mejores formas de producir los servicios públicos. Esto es, cuando inventamos, ponemos en marcha y conseguimos que los ciudadanos usen un nuevo servicio, un nuevo canal o una nueva forma de prestarlo. Esa es la innovación sustantiva, la innovación innovadora.

Una consecuencia interesante de entender la innovación como invención comercializada es que tenemos que esforzarnos por encontrar un equivalente público al término comercializar. Un invento almacenado en la oficina de patentes no es una innovación. El mercado es la piedra de toque que distingue una innovación de una simple invención. Llevado a lo público, un servicio que nadie usa, o que nadie quiere usar, no puede ser considerado una innovación.

Esto me trae a la cabeza los indicadores de avance hacia la administración electrónica empleados en el benchmarking europeo, que se basan en la disponibilidad de servicios, pero que apenas dicen nada acerca del uso y la utilidad de esos servicios.

Por lo tanto, más allá de las catalogaciones conceptuales, la mejor manera de saber si hemos producido una innovación es acudir donde la ciudadanía a preguntar. Si hemos introducido una novedad que se usa y es útil, hemos logrado una innovación. La consecuencia simétrica es que, para garantizar que vamos a producir novedades útiles debemos conseguir la participación de los usuarios en el diseño de los servicios, tal como pregona machaconamente Ricardo Devis en su blog.

Respondiendo a la pregunta inicial, nuestras administraciones no están, hoy en día, orientadas a producir innovaciones, sino simplemente a digitalizar lo que ya existe.

Es fácil confundir innovación con introducción de TICs. En el mundo de la empresa, la diferencia es más clara, porque las innovaciones, para ser aceptadas deben producir beneficios. En la administración, la digitalización debe venir acompañada de la modernización, de la reorganización y, sobre todo, de la participación, para producir nuevos servicios que realmente añadan valor a los usuarios, que realmente introduzcan innovación. En una entrevista concedida a netfocus decíamos “es necesario reinventar la Administración para no digitalizar el caos”.

La blogosfera pública, en cambio, es un incesante semillero de ideas para la innovación. Para que quede claro de qué hablo, pondré de ejemplo dos ideas que, en un debate que mantuvimos a finales de 2007, Rafael Chamorro aportó y que son innovaciones factibles:

• Sustitución del documento físico donde no haga falta: ¿para qué tener documentos físicos en el coche si se puede comprobar en la red si ese coche tiene seguro, ha pasado la ITV?

• Trámites realizados de oficio por la propia administración: al igual que un Banco envía las tarjetas de crédito nuevas cuando caducan, ¿por qué la Administración no renueva automáticamente los documentos que emite?