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¿De qué color son las gafas de la innovación?


innovación pública innovation lolitaEn un post anterior, tratamos de definir el concepto innovación de manera restrictiva, para evitar que se fundiera en un puré con otros conceptos afines. A continuación, me propongo rebabar la pieza, para lo cual tendré que tomar postura acerca de la diferencia entre calidad e innovación. En el camino, volveremos a toparnos con la modernización y la administración electrónica.

Antes tengo que hacer una precisión terminológica. La definición más precisa de “innovación” sería la de Daniel W. Rasmus (gracias, Ricardo), que admite esta traducción resumida: “una actividad dirigida a producir productos o servicios que son originales y de valor comercial”. Por desgracia, no tenemos una palabra para el resultado de la innovación (“novedad” no vale), por lo que también emplearemos “innovación(es)” para los productos y servicios innovadores.

¿Merecería la pena acuñar un nuevo término? En Twitter, algunos han colaborado para acuñar este divertido palabro: “innovento” (gracias, Miguel).

La calidad se postula como modelo de gestión global y tiende a abarcarlo todo. Podemos entenderla como unas gafas que nos ponemos para ver la realidad, o una óptica determinada en nuestro microscopio. Con las gafas de la calidad, vemos todo del color de la calidad. De hecho, el modelo de la EFQM es un intento de que todo forme parte de un modelo de gestión de la calidad. Con esta óptica, si hablamos de gestión del conocimiento, diremos que es un subsistema de nuestro sistema de calidad. La innovación, otro más.

Claro que, si nos cambiamos de gafas, podemos ver todo del color del conocimiento. Es posible entender toda la organización como flujos de información, aprendizaje y conocimiento que hay que gestionar. La gestión de la calidad puede ser vista como un subsistema de la gestión del conocimiento.

Tenemos más gafas para ponernos. Incluso podemos ponernos gafas violetas y mirar todo desde el punto de vista de la igualdad de género. O las gafas verdes para ver sostenibilidad ambiental en todo. Y podemos ponernos las gafas de la innovación (¿de qué color serían?) y entender todo como parte del sistema “innovación”.

Hago esta penosa digresión para afirmar que la calidad no tiene por qué incluir a la innovación necesariamente. Más aún, algunos expertos afirman que no sería deseable. Tal vez la innovación se parezca más a la caza del mamut lanudo que a la fabricación just-in-time. Pero no quiero entrar todavía en el apasionante debate sobre si la innovación es o no sistematizable. Lo dejo para otro post.

¿Quiere esto decir que tenemos que tirar a la basura nuestros modelos de calidad para abrazar a la innovación como una nueva religión? Pues tampoco. Simplemente, pretendo que cada vaca esté en su finca y no pretenda comerse la hierba de la de al lado.

En el medio público, la calidad equivale, poco más o menos, a sistematizar la gestión y mejora de los procesos. A trabajar por procesos. Tiene mucho que ver con la modernización. ¿De qué color son las gafas de la modernización? La modernización es un término en constante redefinición, porque tiende a abarcar todos los modelos y herramientas de gestión de uso actual. De hecho, se anima a pastar en la misma pradera que la administración electrónica. Para mí, el corazón de la modernización, aunque no sea su único componente, es la simplificación administrativa, que vuelve a ser una versión de la mejora de procesos, ya sea en su versión suave o mediante reingeniería. La administración electrónica posee la tendencia inversa: para digitalizar la administración hay que repensarla, lo que nos lleva a la misma finca que la modernización, sólo que por la entrada opuesta.

Yo reservo los términos calidad y modernización para las actividades conducentes a mejorar la eficacia y la eficiencia de la Administración. Pueden producir mejoras internas y externas, y pueden proporcionar una buena base para la innovación, pero no son innovación por sí mismas.

Por ejemplo, un servicio de becas se puede sistematizar, mejorar sus plazos, eliminar parte del papeleo, automatizar algunas de sus tareas… sin llegar a producir una innovación. ¿Qué sería una innovación? Por ejemplo, montar un sistema que, proactivamente, avise a quienes cumplen los requisitos para ser beneficiarios de una beca, de manera que con clicar una simple aceptación ya la cobren en sus cuentas corrientes. Y para esto, la administración electrónica trae nuevas posibilidades.

Como dice Félix Serrano:

la Administración ha de ser una Administración de la Innovación, ha de estar preparada para el cambio contínuo, lo cual requiere menos inercia, menos oscuridad, menos leyes y más simples, más atención a los resultados finales antes que a los procedimientos, impulsar y premiar la colaboracion y las iniciativas, dar la voz a los cuidadanos y escucharla”.

Con este post cierro capítulo. Espero no aburriros más con precisiones conceptuales. Ahora vamos a centrarnos en cómo producir la innovación en nuestras administraciones.

  1. 30/01/2008 a las 17:35

    La culpa es del lenguaje, que está tan pervertido y es tan promiscuo que lo mismo le dan 8 que 80… está claro que mis gafas son verdes, las tengo que limpiar… no había visto esta reflexión, que seguro que me ayuda con mi promiscuidad lingüística.
    De todos modos me pasa que no se si voy de la calidad a la innovación, de la innovación a la calidad o a la felicidad por la electrónica

  2. 16/01/2008 a las 13:23

    Ciertamente, la palabra es justa, no creo en la necesidad de acuñar algo nuevo, no sería «INNOVADOR».
    Lo cierto es que innovación no solo hace referencia a una «novedad». Desde el punto de vista económico o literario de la empresa/s el término innovación se asocia al tiempo con el de «mejora continua».
    La mejora continua es una innovación desde el punto de vista de la literatura japonesa que aplica en su proceso «justo a tiempo». La «mejora continua» es una innovación por microinfluente que sea, debido a que innova en un proceso, produce incidencias económicas (mayor valor) y resultados o beneficios.
    Otro ejemplo que se me ocurre al respecto es la creación de la forma de los gajos de un balón de futbol, parece un ejemplo estúpido, pero genera valor, deja obsoleta una tendencia para pasar a otra. Sobre innovación, existen muchos ejemplos, «el proceso electrónico» de empadronamiento es una mejora continua, el proceso es el mismo a nivel administrativo (cambia la forma, innova), lo que cambió es la tecnología del proceso.
    Saludos a todos los muchachos de eadmin, y a Carlos Guardían que no se hace sentir hace rato !! (jajaaaaaa)

  3. Yanina
    16/01/2008 a las 11:59

    Muy buena la cita, muy clarificadora. Por la mañana estuve leyendo artículos inmersos en el debate sobre la calidad de la democracia, y encontré una referencia que me parece que nos puede ser útil, y que ahora mismo me lleva a opinar que debemos centrarnos en la calidad más que en la innovación. A modo de paréntesis, agrego que, considerando que los estudios de democracia tienen una larga tradición y sin embargo están enfrentando problemas de definición semejantes a los del análisis de la administración o el gobierno electrónico, creo que podemos ser muy optimistas.
    La cita es de Leonardo Morlino, del artículo “Explicar la calidad democrática: ¿qué tan
    relevantes son las tradiciones autoritarias?”, publicado en la Revista de Ciencia política, Nº27, vol 2 2007, pg. 3
    “En relación a la noción de ‘calidad’, si se reconstruye el uso que de la expresión se hace en otros ámbitos, surgen con claridad tres modos con los que se puede relacionar:
    1)la calidad es definida por los aspectos del procedimiento fijados cuidadosamente por cada uno de los productos, es decir, está en el seguir procedimientos constructivos precisos y controlados en los tiempos y en los métodos; el cuidado está en los procedimientos;
    2) la calidad consiste en el tener un producto que tenga ciertas características constructivas, esté hecho con ciertos materiales, tenga formas y funcionamiento definidos, junto a otros aspectos del producto precisados en detalle: se pone, entonces, atención en el contenido;
    3)la calidad del producto o del servicio deriva indirectamente de la satisfacción
    expresada por el consumidor, también en el volver a solicitar el producto o el servicio, independientemente de cuáles sean los procedimientos y sin necesidad de considerar directa y explícitamente los contenidos del producto o servicio o los procedimientos usados para tener ese producto o servicio, sino confiando simplemente en el resultado.
    Por lo tanto, las tres diferentes nociones de calidad se formulan en relación a los procedimientos, al contenido y al resultado. de acuerdo con la noción de calidad que se asume, se tienen las consiguientes indicaciones en relación al análisis empírico a llevar a cabo. no obstante con todas las adaptaciones hechas necesarias por la complejidad del objeto en examen, la democracia, es necesario tener en cuenta estas indicaciones al elaborar definiciones y modelos de calidad democrática”.

  4. 15/01/2008 a las 16:59

    @Yanina: creo que estamos muy de acuerdo. En un post anterior nos preguntábamos ¿la administración pública produce innovaciones?, y decíamos:

    «Una consecuencia interesante de entender la innovación como invención comercializada es que tenemos que esforzarnos por encontrar un equivalente público al término comercializar. Un invento almacenado en la oficina de patentes no es una innovación. El mercado es la piedra de toque que distingue una innovación de una simple invención. Llevado a lo público, un servicio que nadie usa, o que nadie quiere usar, no puede ser considerado una innovación.»

  5. Yanina
    15/01/2008 a las 16:24

    La discusión sobre los conceptos es indispensable y debería ser clarificadora, por eso felicito la iniciativa. Creo que uno de los problemas que enfrentamos deriva de que las grandes empresas fueron mucho más rápido que las administraciones, mientras que los que tratan de analizar el tema desde una perspectiva independiente no han (no hemos) logramos (todavía) definir unos conceptos útiles para definir objetivos y luego evaluar resultados. Quiero decir que la innovación «en sí» se ha convertido en el eje de la reforma administrativa, lo nuevo -como producto de mercado- parece tener un valor en sí mismo. Sin embargo, esto es así para las empresas pero no necesariamente para las administraciones, que en cualquier caso deben cumplir unos objetivos «públicos». El valor del cambio debería provenir de los efectos positivos del mismo y no de cuán «nuevo» o en qué medida incluye tic.

  6. 15/01/2008 a las 08:14

    Pues sí, mkl, hay mucho palabro en estos posts, pero los he introducido con plena conciencia. Necesitaba acotar bien el campo para trabajar en él. En las definiciones de Félix se ve una vez más cómo se está llamando lo mismo a dos cosas: la primera definición es la restrictiva (innovación sustantiva), mientras que la segunda se aplica a todo (innovación adjetiva).
    Es muy cierto que el contexto determina qué es innovación y qué no, hasta cierto punto. Lo que hoy es innovación, mañana será una commodity (toma consultolabia). Y aún más cierto es que la Administración no ha alcanzado los objetivos más modestos en calidad, simplificación, gestión interna… y que tal vez sea esa la tarea prioritaria.
    Pero eso no debe confundirnos. La llegada de la administración electrónica es una oportunidad de oro para reinventar la Administración pública, para innovar, y no sólo para ordenar la trastienda. Y debemos empezar por saber diferenciar ambos objetivos.

  7. mkl
    14/01/2008 a las 23:20

    Algo de consultolabia hay en todo este vocabulario confuso… Tantas palabras para… tan poca cosa concreta. Félix ha dado con la definición más aceptada de innovación pero hay que añadirle un factor más: el contexto. La informatización de los procesos puede ser una innovación en un lugar y en otro puede serlo instalar windows. No es broma. La innovación está en relación con el entorno. Lo que lo es aquí puede que en otro lugar no tenga nada de nuevo. Si tomas a la administración como un contexto, podríamos decir que su potencial de innovación es inmenso, que es como decir que está tremendamente obsoleta.
    Sin embargo, informatizar un triste proceso administrativo, siendo innovación en ese contexto (el de la administración), no produce esa sensación; por eso muchas veces la administración pretende grandes logros cuando aún tiene que poner en orden su trastienda. Hay una cierta sensación de desasosiego al comprobar cuanto trecho queda para alcanzar a la sociedad que la envuelve; y se ponen en marcha ambiciosos enunciados políticos llenos de esas palabras vacías. Es natural, los primeros pasos que deben darse, esas innovaciones de contexto, ya no ilusionan.

  8. 14/01/2008 a las 21:49

    Dos definiciones de innovación:
    INNOVACIÓN TECNOLÓGICA:
    la actividad cuyo resultado sea un avance tecnológico en la obtención de nuevos productos o procesos de producción o mejoras sustanciales de los ya existentes.
    Se considerarán nuevos aquellos productos o procesos cuyas características o aplicaciones, desde el punto de vista tecnológico, difieran sustancialmente de las existentes con anterioridad.
    Art. 35 .2.a) TEXTO REFUNDIDO DE LA LEY DEL IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES.
    (R.D. Legislativo 4/2004)
    Esta definición es importante pues se aplica a las desgravaciones fiscales por I+D+i
    «Una innovación es la introducción de un nuevo, o significativamente mejorado, producto (bien o servicio), de un proceso, de un nuevo método de comercialización o de un nuevo método organizativo, en las prácticas internas de la empresa, la organización del lugar de trabajo o las relaciones exteriores».
    OCDE, Manual de Oslo, tercera edición.
    Esta última se utiliza, por ejemplo en el encuadramiento comunitario a las ayudas de estado a la I+D. Sin embargo se la critica por limitar excesivamente las modalidades de innovación y estar pensada sólo para actividades empresariales. Así pues, no encajan demasiado bien conceptos como el de las compras públicas de innovación, las cuales son posibles en virtud de la aprobación de la nueva ley de contratos.
    Yo concuerdo con el sentido general del post, por el cual la «modernización» está más relacionado con la optimización y la innovación con la transformación y la creación de valor por medio del aprovechamiento de oportunidades y la adaptabilidad al cambio. La primera es pues más previsible, mientras que la segunda es más radical.
    Un amigo mío lo decía así: una pequeña empresa no puede competir con una grande en optimización: en ese terreno la grande siempre derrota a la pequeña pues tiene más músculo. Pero puede derrotarla si adopta una estrategia de ruptura e innovación, pues su capacidad de adaptación y su flexibilidad es mayor.
    Algo parecido puede aplicarse a las administraciones. Dejemos que los grandes planes modernicen y dediquémonos a innovar en nuestro pequeño entorno local.

  9. 14/01/2008 a las 14:27

    @Montaña: gracias por contribuir al debate.
    En un post anterior definía mejor el concepto innovación y explicaba que mi posición es discutible. Elijo llamar innovación sólo a los equivalentes a «invención comercializada». Es una de las dos posturas más habituales.
    La otra postura consiste en extender el concepto «innovación» a la estructura, las relaciones, la seguridad… a todo. Yo prefiero ser restrictivo, porque ya existen nombres para esas otras innovaciones: calidad, desarrollo organizativo, modernización, gestión de personas… Por eso llamo a esta orientación «innovación adjetiva»: consiste en añadir el adjetivo innovador(a) a cualquier cosa.
    Ambas posturas son defendibles. Yo defiendo la postura más parsimoniosa, para no mezclar las cosas. ¿Qué es la innovación incremental de un proceso? Exactamente lo mismo que hemos llamado «mejora continua», o «kaizen». ¿Para qué llamarlo «innovación»?
    Más razones en ¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación?
    Por cierto, no entiendo la diferencia entre «inventar» y «transformar el conocimiento ya disponible en nuevas soluciones». ¿Dónde ves la diferencia?

  10. 14/01/2008 a las 12:35

    Los siento pero discrepo con la definición elegida. Y discrepo por contener la palabra original. Malas definiciones de la innovación han hecho que se confunda con invención y que no se considere innovador aquello que no es original. Nada más lejo0s de la realidad. No quiero ser papista pero al menos aportare las diferencias:
    La innovación no exige “inventar” en el sentido científico, no supone un avance en el conocimiento, innovar es un proceso de transformación del conocimiento ya disponible, en nuevas soluciones.
    La innovación no sólo se da en el ámbito tecnológico, en procesos o productos, también puede darse en la estructura organizativa o en nuevas formas de relaciones (innovación de la gestión), o en la salud, la seguridad y en el medio ambiente (innovación social).

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