Reforma de la administración o ceremonia de la confusión
He llegado al editorial de El País de hoy a través del blog de Rafael Beitia. Es curioso que siendo un medio modesto, como somos los blogs, seamos capaces de generar tráfico hacia los grandes medios de masas. A veces, en mayor cantidad que en el sentido contrario, como nos ha sucedido en alguna ocasión. Curiosidad aparte, me ha llamado la atención el batiburrillo de ideas que me he encontrado en ese artículo, que era nada más y nada menos que el editorial del domingo en uno de los periódicos de mayor tirada.
El editorial tiene como pretexto la ponencia marco que está preparando el PSOE para su 37 congreso, en la que al parecer se manifiesta la voluntad de reformar la Administración. No es nuevo que los políticos anuncien reformas de la Administración, casi siempre con la boca pequeña. No en vano se trata de una tarea demasiado laboriosa para los dividendos electorales que puede reportar. Sin embargo, cuando el caos administrativo llega a los niveles que últimamente está exhibiendo, casi de forma obscena, la administración de justicia, parece aconsejable que el partido del Gobierno haga alguna referencia en sus ponencias políticas a «la necesaria reforma de la administración».
A partir de ahí, en el editorial se mezclan churras con merinas, desde la influencia de la introducción del sistema autonómico en la administración española hasta los escándalos de la corrupción de los últimos años, pasando por el «estorbo» que suponen las licencias para el inicio de actividades económicas. Y todo ello sin solución de continuidad.
Para el editorialista la necesidad de introducir los cambios mientras la maquinaria administrativa sigue su marcha, ya que no puede detenerse, supone una dificultad que puede retrasar la decisión de abordar la reforma. ¿Qué organización se puede permitir detener su funcionamiento para modificar sus organigramas y sus procedimientos? ¿Acaso las empresas pueden dejar de vender y de obtener ingresos para afrontar su reorganización interna? Y, sin embargo, si alguna organización hay que se permite el lujo de ralentizar sensiblemente su marcha, esa es precisamente la administración pública. Eso sucede prácticamente con cada cambio de Gobierno, cuando los cargos directivos de la administración son sustituidos en masa. Los cargos antiguos ya solían llevar un tiempo a la expectativa, más preocupados por su futuro que por la gestión diaria, y los nuevos necesitan habitualmente un periodo de aterrizaje que puede llegar a ser más dilatado de lo deseable, dada la escasa ponderación que tiene en el proceso de su reclutamiento la experiencia que acreditan en funciones relacionadas con la materia cuya responsabilidad vienen a asumir. Si de buscar las causas del eterno aplazamiento de la reforma administrativa se trataba, no parece que el editorialista de El País haya puesto aquí el dedo en la llaga.
A renglón seguido se afirma categóricamente que: «El cambio viable sería el que se inspirase en la experiencia y no en hipótesis ideológicas acerca de cómo será el futuro». Y comoquiera que, sin mayor explicación, se pasa a lo de las licencias que obstaculizan la actividad de los «administrados», se queda uno con las ganas de saber qué reflexión profunda se esconde detrás de frase tan redonda. En todo caso, no parece que el análisis de la experiencia deba contradecirse con las hipótesis sobre el futuro. Más bien se me antoja aconsejable tener en cuenta ambos análisis a la hora de abordar el diseño administrativo con vocación de largo plazo. La cuestión de que las hipótesis sean o no ideológicas, quién haya escrito el editorial debería ser de nuevo quién explicara a qué se refiere. ¿Tendrá que ver con la referencia al congreso de un partido político? ¿Quién sabe?
En el último párrafo del editorial (y con éste comentamos todos, porque sólo tiene tres) se aplaude la decisión de priorizar la transparencia y el ámbito local. Y lo liga directamente con los escándalos de corrupción, y éstos con la penuria presupuestaria que sufren los Ayuntamientos. Yo que pensaba que los corruptos se llevaban el dinero a casa. Y resulta que era para paliar las insuficiencias presupuestaria de los entes locales. ¿Y todo esto tendrá que ver con el estorbo de las licencias? ¿Y con el desarrollo del Estado autonómico?
Así que al leer la última frase: «Si esto es lo que se proponen arreglar los socialistas al comprometerse con la reforma de la Administración, será una buena noticia», uno ya no sabe si la buena noticia se refiere a agilizar los trámites de las licencias, a luchar contra la corrupción, a financiar adecuadamente a los Ayuntamientos o a reorganizar, en general, la administración resultante del Estado autonómico. ¿No tendrían hoy nada mejor que llevarse al editorial?
Corolario: pueden encontrarse mejores contenidos en los blogs que en los grandes medios de masas, al menos sobre determinados temas.
¡Qué te vamos a decir nosotros de los blogs, si estamos «super-enganchados»! Y gracias por lo de la pluma. Se hace lo que se puede ;-).
Pues reformar, reformar creo que poco, porque arreglar esta chapuza requiere de ganas y de un par de…
Entre tanto, está todo esto de los blogs, y la verdad que nos quiten lo «bailao».
Un blog es una magnífica y saludable forma de informarse, formarse, generar conocimiento, conservarlo y compartirlo, de conocer a sujetos virtuales, de motivarse, de mantener vivo… y de muchas otras, como la oportunidad de mejorar nuestra gramática, nuestra ortografía y nuestra forma de escribir, como la de esta estupenda entrada escrita con magistral pluma.
Entre reforma y reforma y chapuza y chapuza, pues a aprovechar este «rollito» de los blogs, que como todos los «rollitos» está muy bien.
Un saludo y felicidades por la entrada.
La verdad es que tampoco pretendía hacer sangre sobre el contenido de este editorial que, evidentemente, es muy flojo. Pero es que cuando escuchas que esto de los blogs es un rollo de cuatro colgados que no tenemos otra cosa mejor que hacer y luego te encuentras con artículos como éste en el editorial del domingo en un medio como EL PAIS, realmente cuesta quedarse callado. Vamos, que fue una especie de desahogo.
Este blog: ¿un foro abierto sobre la reforma de la administración pública? Por supuesto que sí, dentro de su limitado radio de acción. Lo que pasa es que no nos toca decidir y me temo que a nosotros tampoco nos escuchan demasiado quienes tienen que hacerlo (decidir, que no escucharnos). Si nos tocara no sería tan divertido opinar alegremente desde el blog ;-).
Estupenda reflexion, Iñaki, y completamente de acuerdo contigo. Si estuviésemos en agosto, sería una serpiente de verano, pero estamos en mayo y a tres días de que salgan las reorganizaciones ministeriales «profundas» del nuevo gobierno. A las cuales temo más que a un nublado.
A mi me recuerda de nuevo la historia de las tres cartas del director a su sucesor: la primera echar la culpa a los anteriores, la segunda reorganizar todo, la tercera ir preparando tres cartas iguales.
Así que ahora estamos con la segunda de las cartas.
Ah por cierto respecto a la reorganización, contando con la experiencia… a mi todavia no me han preguntado.
¿Para cuando un foro de opinión verdaderamete abierto sobre la reforma de la Administración Pública, donde todos puedan hablar, donde se saquen ideas, y se lleven a la práctica? Vuestro blog es lo más parecido a eso que me he encontrado hasta ahora.
Yo de reformas de la Administración a nivel estatal ya no sé si creerme algo. Tiendo a ser ingenuo y a pensar que alguna vez sí, pero han sido tantos los palos. Y las culpas las tienen los políticos, sí, pero también los intereses creados de los cuerpos funcionariales. En medio, los ciudadanos, claro, que en esta batalla parecen pintar poco.
Pero eso sí, cualquier conclusión llevará pegada (como un moco) numerosas referencias a los principios constitucionales de: eficacia, eficiencia, descentralización, coordinación, igualdad, capacidad, mérito, etc, etc, etc….
Mi padre cuenta con frecuencia un gracejo que tiene como protagonista a la banda de música de un pequeño pueblo de la comarca de Cariñena, llamado Encinacorba, y cuyo repertorio era muy pobre a principios del siglo XX. Cuando llegaba la hora de tocar en las fiestas le preguntaban al director de la misma: «¿ Don Fulano que tocamos ?», a lo que Don Fulano respondía: «Lo mismo, que hay gente nueva.»
Del mismo modo ocurre con noticias como las de las rebajas de enero y verano, las del cambio de la hora, las de la vuelta al cole y algunas más que no recuerdo en este momento.
Supongo que pensarán: «¿ Que milonga le contamos/cantamos a la sociedad ?», a lo que algún bragado secretario de algo responderá: «Lo mismo que hay gente nueva», «pero igual de adiestrada», pensará.