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Entornos 2.0: ¿el mundo es más colaborativo?


Voy con la segunda tarea del curso sobre entornos de trabajo 2.0. La cosa va de colaborar, porque para eso sirven, básicamente, los entornos 2.0.

La materia prima de la tarea es este vídeo «We think«, subtitulado en castellano por Dolors Reig. Aviso: no dejéis de visitar su blog, merece la pena.

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Por cierto, hay una versión mejorada en vodpod, pero no he sido capaz de insertarla en este post.

Y si este vídeo era la materia prima, se supone que el producto terminado son mis respuestas a las siguientes preguntas:

El vídeo nos habla de colaboración en masa e innovación:

  • Pero, ¿ves a tu alrededor que las cosas van en esa dirección?
  • ¿Qué factores lo favorecen y cuáles lo dificultan?
  • ¿Estamos ante una sociedad en la que cada vez su ciudadanía está más dispuesta a colaborar?

Os dejo con ello. Y no os cortéis de comentar, que para eso publicamos.

Pero, ¿ves a tu alrededor que las cosas van en esa dirección?

Sí veo que en el mundo hay algunas referencias de colaboración de masas que han producido resultados brillantes, como el caso de Linux y el software libre, en general, o el caso de la Wikipedia. La web 2.0 en su conjunto es un ejemplo de colaboración y de creación compartida mediante la interacción de miles de personas. Mi percepción es que donde más resultados se han conseguido ha sido en el mundo del ocio (fotos, vídeos, música, juegos, etc.) y en algunos ámbitos directamente relacionados con la información, como en el caso del periodismo ciudadano. Pero creo que el despliegue masivo de lo 2.0 va más retrasado en el ámbito profesional y empresarial.

Concretamente, no veo ninguna experiencia 2.0 a mi alrededor, ni siquiera experiencias colaborativas que vayan más allá de la colaboración puntual que siempre se ha producido entre las personas y las organizaciones para conseguir objetivos determinados. No veo que la colaboración masiva haya llegado a la Administración pública. Sin embargo, el desarrollo de la Administración electrónica es una buena oportunidad para ello. De hecho, la Ley que regula el acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos obliga a las administraciones públicas a entenderse entre ellas para evitar que los ciudadanos deben aportar certificados de datos que obren en poder de cualquier administración. Esto no supone una colaboración generalizada entre las administraciones en todos los ámbitos en los que la colaboración podría producirse, pero puede ser un primer paso interesante. De hecho, lo más difícil suele ser comenzar a hacer algo, dar los primeros pasos. Después, una vez comenzada la relación y conseguidos los primeros resultados, ampliar el alcance de la colaboración puede ser un proceso relativamente natural.

Por resumir, mi respuesta a esta pregunta sería que no veo que las cosas vayan en la dirección de colaborar de forma masiva en la empresa ni en la Administración, pero que puede haber dinámicas que nos lleven por ese camino, siquiera sea de forma indirecta.


¿Qué factores lo favorecen y cuáles lo dificultan?

Supongo que la primera dificultad para abrir las organizaciones a la colaboración es la tendencia natural que todos tenemos a hacer las cosas cómo siempre las hemos hecho y cómo sabemos hacerlas. Sobre todo, si las cosas no nos van mal, ¿para qué cambiar?

Además, (casi) todos tenemos cosas que conservar e intereses que defender en el orden establecido. Nos hemos buscado nuestro hueco en el que nos sentimos más o menos cómodos y cualquier cambio puede suponer riesgos que no controlamos y que preferimos no asumir, si podemos evitarlo.

En el caso de las empresas, puede parecer que la colaboración abierta entra en contradicción con la necesidad de competir en el mercado. Si comparto mis ideas con la competencia me hago más vulnerable. En el caso de las administraciones públicas, no nos cabe este argumento, ni como consuelo que explique nuestra incapacidad de colaborar.

Tal vez, en nuestra cultura, la competencia esté más arraigada que la colaboración. Vivimos en un mundo de recursos escasos y hemos aprendido a competir por nuestro trozo de la tarta, sin preocuparnos de que otros coman menos o se queden sin comer. ¿Colaborar significa que deberíamos renunciar a una parte de nuestro trozo de la tarta? ¿O es una estratagema para conseguir un trozo todavía mayor para nosotros y nuestros colaboradores? En un juego de suma cero tiene más sentido hablar de coaliciones que de colaboración.

Entre los factores que pueden facilitar la colaboración, no podemos olvidar que somos seres sociables y encontramos las mayores satisfacciones en la relación con las demás personas. De hecho, siempre hemos colaborado en alguna medida. Ahora podemos gestionar la colaboración de forma más eficiente y tenemos la oportunidad de ampliar nuestras redes de colaboración.

Si nos referimos en particular al mundo de las ideas, la creatividad y la innovación, la interacción con los demás es un factor clave para aumentar la eficacia de los procesos creativos. Igual que las conexiones neuronales generan resultados mucho mayores que la suma de las partes, la interacción entre las personas potencia el aprendizaje compartido y la generación de ideas, acelerando los procesos de creación e innovación. Algo parecido a esto, pero mucho mejor explicado, es lo que algunos han bautizado como emergencia, efecto red o inteligencia de las multitudes. Cada uno de estos conceptos tiene sus matices, pero todos ellos están estrechamente relacionados.

Resumiendo, creo que hay oportunidades en la colaboración que muchas personas querrán explorar, pero necesitamos vencer inercias, perezas y bloqueos mentales.


¿Estamos ante una sociedad en la que cada vez su ciudadanía está más dispuesta a colaborar?

Las experiencias de colaboración más extendidas se sitúan, sobre todo, en el ámbito del ocio, si exceptuamos algunos casos como los citados en la respuesta a la primera pregunta (software libre, Wikipedia, etc.). Tal vez, si nos acostumbramos a participar en lo lúdico, será más fácil que algún día nos animemos a dar el paso para participar en lo profesional e, incluso, en lo social.

De hecho, poco a poco se van abriendo camino experiencias colaborativas profesionales bastante interesantes. En el mundo que sigo más de cerca, la Administración pública, me parece reseñable la iniciativa compartim de gestión del conocimiento en el ámbito del Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya.

También en torno al blog nos hemos encontrado con gente que quiere hacer cosas en común, con comunidades como la de Aprendices o Politika 2.0. No sé si la disposición a colaborar es un fenómeno que esté avanzando de forma generalizada en la ciudadanía, pero cada vez se ven más experiencias interesantes. Tal vez, con la colaboración pase como con la política, que no es que la gente no quiera participar, sino que no le convencen las formas de participación que se le ofrecen. Así lo piensa, al menos, Izaskun Bilbao, cuando afirma: «La gente no pasa de política. Más bien le aburren nuestros lenguajes, nuestra forma de hacer, y cómo se cuenta lo que hacemos» (intervención en la entrega de los premios Bubber).

Tenemos los medios técnicos para colaborar y hay más gente de la que pensamos que está dispuesta a hacerlo (al menos, ésta es mi percepción) si se plantean las cosas de una manera razonable y creíble. Pero no se cambia de chip de la noche a la mañana. El cambio de actitudes requiere un proceso. Y hay que trabajarlo. Vienen muy bien las experiencias piloto y, sobre todo, los casos de éxito, para motivar la puesta en marcha de nuevas iniciativas.

Quiero pensar que las cosas avanzan por el buen camino, pero más despacio de lo que a algunos nos gustaría.

Referencia: desarrollé algunas ideas que pueden tener alguna relación con esta tarea en «Argumentos y contraargumentos para el uso de lo 2.0 en la Administración pública«.

  1. 11/05/2009 a las 02:31

    Pienso que en el caso de las empresas, organizaciones y administraciones públicas, no se trata sólo de un problema de poder o de mentalidad, sino también de rutinas, de estructuras. Quiero decir que hace falta crear, diseñar, proponer, nuevas formas de colaboración entre instituciones y dentro de las instituciones. Nuevos diseños institucionales más abiertos a la colaboración. De nada sirve que existan personas dentro de las organizaciones que estén dispuestas a colaborar, si no creamos entre todos un entorno participativo y colaborativo. Esto depende de que veamos la oportunidad y la pertinencia de trabajar de esta manera. De que se perciban los beneficios, los riesgos, los retos, los mecanismos y las rutinas que implica compartir conocimientos.
    Para dar sólo un ejemplo tomado de mi lugar de trabajo: hace tiempo que estoy proponiendo que la base de contactos de la organización sea un espacio abierto y colaborativo para todos los empleados. Que todos podamos ver y agregar contactos. Pero esta base es institucional, rígida, centralmente administrada. El argumento es la «confidencialidad» de los datos de la institución. Ja!, -pienso- como si cada uno de nosotros no se estuviera llevando los datos de contacto en nuestras cuentas de messenger, skype, etc. Pero al no tener un espacio común y la rutina de compartir, esos datos se irán con cada uno y la institución no tendrá la posibilidad de tenerlos en su base de contactos y conocimientos.

  2. 16/04/2009 a las 06:52

    A la primera pregunta: o sea que seguimos en terreno de administración ficción, ¿no? Lo mismo pasa en las empresas. Haber hilos nuevos haylos, pero son inmensa minoría. Menos mal que nos quedan las personas. Esa es la gracia de todo esto.
    La segunda pregunta me lleva a un escenario horrible: ¿o sea que las personas queremos colaborar y nuestras organizaciones son las que tumban esos propósitos?, ¿dónde está la salida, por favor?
    Y a la tercera cuestión: tenemos que seguir pensando en crear contextos adecuados. La gente está ahí, agazapada, pero tenemos que diseñar entornos donde puedan participar. Este es nuestro trabajo.
    Gracias por compartir preguntas y respuestas.

  3. 15/04/2009 a las 23:53

    @Gloria: En estos temas todos somos aprendices. Estamos experimentando. Y opinamos en base a nuestras percepciones. Seguro que tu punto de vista también enriquecería el debate. Sobre todo, si es diferente. Como lo enriquece el de M@k, que ya ves que es bastante más prudente y menos candoroso que el mío. Pero me temo que no podremos acceder a la canasta ;-). Rescata, por lo menos, alguna idea que te apetezca contrastar con el resto de compañeros. Todos aprendemos con la conversación. Ya se sabe: los blogs son conversaciones.
    Pues eso, Gloria, aquí estamos, para lo que te apetezca comentar.

  4. 15/04/2009 a las 22:07

    Pues la verdad,compañero de curso,que creía que tenía acabada mi segunda tarea,…pero viendo la tuya…casi mejor que lo arrugo todo y lanzo canasta…Lo que estoy aprendiendo de y con vosotros…

  5. 15/04/2009 a las 20:56

    Sí, es verdad, me has sorprendido. Además, cuando he leído en la columna de la derecha las primeras palabras del comentario, me han llamado la atención y he clicado (picado?) rápidamente para ver como era eso de que estuvieras bastante de acuerdo ;-).
    Pues ya ves, yo si que estoy bastante de acuerdo contigo. A día de hoy somos todavía pocas las personas que colaboramos / participamos a través de la red. Y yo también tengo sospechas de que esa participación / colaboración se puede utilizar para aprovecharse de la gente. Desde luego, ese riesgo existe. Y ya hay quienes están sacando beneficios de ello.
    Pero también hay oportunidades que se pueden aprovechar. Y en ello estamos, ¿no? ;-).
    Te agradezco la aportación, M@k. Y me lo pienso para futuras tareas.

  6. 15/04/2009 a las 20:41

    Estoy bastante de acuerdo contigo (seguro que te he sorpendido, ¿eh? ;-])
    Creo también que el vídeo acierta con las bases, pero que resbala en la conclusiones.
    Fíjate: no estoy seguro de que lleguen a ser diez millones de personas en todo el mundo los que escriban, de formas «free», software, juegos, artículos o en general material experto o técnico.No cuento los blogs, cierto, pero es que la inmensa mayoría no crean sino que redistribuyen información, o en cualquier caso la información que redistribuyen es muchos órdenes de magnitud mayor que la que se crea en ellos. Quizás cosas como Twitter, Plurk o Facebook, al ser conversación pura ayuden más eficazmente a la generación y hallazgo de ideas.
    Por otro lado, sea lo que sea la «mass innovation», no creo que sea lo que defina este siglo. ¡Pero si no hemos acabado la primera década, por favor! Y las cosas van mucho más rápidas, en el 2020 nos habremos olvidado de eso. Que por cierto, ¿qué es? Es cuando veo «innovación» me echo a temblar y las manos a los bolsillos. ¿Innovación en masa, con miles de millones de personas literalmente analfabetas? ¿Innovación de la masa? Eso puede ser innovación que pertenece a la masa, o sea a nadie, o sea a quien la coja, o innovar la masa,que me suena a darle forma (Facebook) o aprovecharse de ella (crowdsourcing), o a generar nuevas formas de masa (¿más y mejor moldeables por no saber a qué byte seguirle el ritmo ni la pista?).
    Vale, admito que la primera frase era para que te confiaras ;D

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