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Votar no es de sabios
Porter contesta a la pregunta con un argumento del que sólo comparto la segunda mitad. Parece que, puesto que “votar en una democracia es agregar sabiduría individual”, hay que presumir que el resultado de un proceso electoral debería producir el mejor de los resultados posibles. Sin embargo, la mayoría de las democracias actuales no producen decisiones sabias, porque carecen de las condiciones necesarias, a saber: diversidad, independencia y descentralización.
Tiene razón en esto último y además es muy perspicaz señalando cuáles son esas condiciones, pero yo me he quedado atascado río arriba.
Nuevas formas de organización ciudadana
Uno de los valores que propugnamos en Administraciones en red es el de la participación. Sin poner en duda que la representación democrática, en nuestro sistema político, la ostentan los partidos, hay que reconocer que existen también otros canales para que la ciudadanía pueda participar en la cosa pública. Elkarri ha sido un eficaz canal de activismo ciudadano, un auténtico laboratorio de participación.
Entre los objetivos de la transformación de Elkarri en Lokarri se encuentra el de construir un nuevo modelo de organización y funcionamiento:
“La forma de organización que adopta Lokarri quiere adaptarse a los modos de vida, los hábitos de relación y comunicación, y a la cultura organizativa y de activismo social de nuestro tiempo, caracterizados por su versatilidad, inmediatez y funcionamiento en red”.
A buen seguro que Lokarri servirá también como experimento de acción social, utilizando en este caso las posibilidades que la tecnología ofrece para la organización ciudadana, contribuyendo así a configurar la ciudadanía 2.0 del siglo XXI, esa buena ciudadanía necesaria para el buen gobierno.
No hay buen gobierno sin buenos ciudadanos (2)
Una ciudadanía cívica
Joan Prats, en su excelente “De la burocracia al management, del management a la gobernanza”, cita esta terrible frase de Rousseau:
“Los ingleses se creen libres, pero se equivocan, porque sólo lo son durante las elecciones de los miembros del Parlamento; desde que éstas terminan vuelven a ser esclavos, no son nadie. Y en el corto tiempo de su libertad el uso que de ella hacen bien merece que la pierdan”.
Precisamente en el momento en que la democracia ha triunfado como el menos malo de los sistemas existentes y, por tanto, como el único aceptable, los habitantes de la mayor parte de las democracias actuales sentimos algo de esta desazón roussoniana. Enrique Dans escribe que todos los partidos emiten un mismo mensaje electoral: “Una vez que tengo tu voto, ya tengo todo lo que quería de ti. Ahora, cállate y no molestes”.
Como bien señala Joan Prats, se nos ha vendido la democracia liberal como la única forma de democracia, pero se está encontrando “con muy serios problemas de legitimación, los cuales no proceden tanto de su incapacidad de producir desarrollo cuanto de la inadecuación de sus instituciones y prácticas a los anhelos y valores de gran parte de la ciudadanía de nuestro tiempo”.
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