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Desenmarañando la Nueva Gestión Pública con Carles Ramió


Día de la Tierra. Estoy pasando la tarde en el jardín, con música soul de los 70, tratando de exprimir el galimatías de apuntes que tomé el jueves en la conferencia de Carles Ramió. Os dejo algunos productos de la digestión, inspirados por lo que oí, pero de los que me hago responsable. Como dice Jared Diamond, las teorías son como el test de Rorschach: muestran las creencias del que las formula.

Empezaré por consideraciones de tipo muy general.

Desde que nació la administración moderna, allá por 1833, se han dado varios intentos por reformar y cambiar el modelo, frecuentemente saldados con fracasos. Las reformas han tenido éxito en algunos países concretos, en algunos momentos concretos. Este hecho debería hacernos pensar que no es sabio imitar de manera acrítica los modelos que han implantado otros.

Esta me parece una regla sensata en general. Por ejemplo, muchas organizaciones elaboran sus estrategias teniendo en cuenta el mercado y el espacio que quieren ocupar en él, pero luego son incapaces de ser quienes querrían ser. Mejor fijarse en lo que uno es y mejorar a partir del reconocimiento de la propia identidad.

El último gran intento es el que recibe el nombre de Nueva Gestión Pública. Es una cuestión controvertida señalar qué iniciativas caen dentro de esta etiqueta y de qué elementos se compone. La modernización de Thatcher en el Reino Unido de los 80, ¿es un ejemplo de NGP?

Según Ramió, después de los fracasos de los 80, a partir de la mitad de lo 90 se está produciendo una reforma radical, pero silenciosa, que está implantando efectivamente las recetas de la NGP. No aparece en los programas electorales, pero se trata de un cambio de paradigma que se está imponiendo en Occidente. Se realiza por la vía de los hechos, y sin una visión clara de adónde conduce.

Lo primero que hay que decir es que la NGP no es un sistema coherente. Consiste en un conjunto de herramientas, de recetas que se están aplicando por doquier. Carles Ramió señala las siguientes:

1. Privatización de servicios públicos
2. Externalización de servicios (privatización de la gestión)
3. Agencialización de servicios
4. Modelo gerencial
5. Herramientas de calidad y excelencia
6. Ética pública
7. Participación ciudadana

Este batiburrillo queda mejor ordenado cuando se distinguen dos corrientes:

  • Neoempresarial: hace uso de las primeras cinco recetas. Introduce mecanismos de gestión privados en la administración pública.
  • Neopública: centrada en el desarrollo de una ética pública y de la participación ciudadana.

De estas dos corrientes, la que se está siguiendo en más del 90% de los casos es la neoempresarial.

Teniendo en cuenta esto, voy a discrepar de esta catalogación, que me parece tendente a la confusión. Creo que es más claro llamar Nueva Gestión Pública a lo que Ramió identifica como corriente neoempresarial, puesto que emplea métodos y persigue fines muy diferentes de la corriente neopública.

¿Cómo llamamos a la corriente neopública? Tal vez no merezca otro nombre, puesto que no conozco un ejemplo de estado que se esté proponiendo este modelo. Ahora bien, esta corriente está dejando su sello en el modelo que conocemos como gobernanza, que da importancia al apoderamiento de la ciudadanía para participar en la toma de decisiones, así como en el diseño, prestación y evaluación de los servicios.

La gobernanza incorpora además elementos neoempresariales, al proponer un partenariado entre gobierno, empresas y tercer sector, que puede llegar a provocar una disolución de la relación principal-agente, característica del modelo institucional.

Alguno preguntará si la Administración electrónica no es un nuevo modelo. Yo creo que no. Por algo decimos “egovernment is government as usual”.

En las definiciones y clasificaciones de Administración electrónica late el mismo conflicto entre corrientes neoempresariales y neopúblicas. Algunos ven la Administración electrónica exclusivamente como una ocasión para mejorar la eficacia y eficiencia de los servicios públicos, mientras que otros ven la oportunidad de una administración más democrática y mejor legitimada.

Lo fácil sería decir: pues una cosa y otra. Pero no son sencillas de conjugar. Pensemos en un Ayuntamiento. La NGP dice al alcalde: dirija el Ayuntamiento como si fuera una empresa y consiga las máximas eficacia y eficiencia. Y a la ciudadanía: ustedes son clientes y sus expectativas deben ser satisfechas. La relación entre un pseudoempresario y unos pseudoclientes ya sabemos a qué se parece: a la que se produce en un restaurante entre el dueño y los comensales.

Un modelo institucionalista piensa en otros roles. Le diría al Alcalde: su misión es conjugar los intereses individuales con el interés individual, con transparencia, equidad y sometido al imperio de la ley. Y a la población les diría: ustedes son ciudadanos, no sólo clientes, sino también accionistas, decisores y coproductores de los servicios. Son responsables.

Yo diría que en este blog estamos más cerca del segundo modelo que del primero, aunque seamos lo bastante sensatos para tomar prestadas herramientas de la gestión privada para resolver problemas operativos.

  1. joaquing
    01/05/2007 a las 10:36

    Habiendo sido, siendo, funcionario antes que concejal (en la oposición) he participado (pasivamente) en la implantación de la nuevas tecnologias en la Administración.
    Mi visión es que buscan más el incremento de la productividad del sujeto sin que realmente se haya dado el paso a un servicio más transparente y eficiente al ciudadadno pues las más de las veces se da una duplicaión del soporte (papel y digital) sin que se avance en la efcaz tramiación del expediente y el agil seguimiento del mismo por el usuario.
    Creo que esto se conseguiri más rapidamente con la masiva implantación del modelo de DNIe o firma electronica que permitiera mediante la autentificación del usuario la consulta on line de la tramitación y estado de los tramites administrativos que les afectan lo que supondria de hecho dejar atras el modelo papel (insusutituible en algunos estadios) y un más cercano control del ciudadadno de la gestión publñica en lo que le afecta con acortamiento de los plazos (notifiicaciones). Para ello hay que cambiar no solo instrumentos si no mentalidades e inercias

  2. 23/04/2007 a las 14:28

    Esto metrece una respuesta larga, pero trataré de moderarme.
    Más o menos es como dices, Iñaki. Las corrientes neopúblicas actúan sobre todo en el nivel de los valores, mientras que las neoempresariales lo hacen en lo operativo. Ahora bien, ese casamiento de las dos corrientes es muy complicado, por no decir contra natura.
    Parece que afirmas que la gobernanza podría ser como una moneda que por una cara, la de la política, hace uso de lo neopúblico y por la otra, la de la gestión, de lo neoempresarial. Sin embargo, la NGP (la corriente neoempresarial) ya tiene un modelo implícito de política: el neoliberal. Y, por otra parte, lo neopúblico no admite igual de bien todas las recetas de la NGP.
    Para que un modelo de gobernanza pueda conjugar lo mejor de ambos mundos, hay que identificar la gobernanza rotundamente con la corriente neopública. Las herramientas que propone la NGP quedarían, así, al servicio de una gobernanza bien sustentanda en lo institucional.
    Si vamos a los valores, la equidad, igualdad y legalidad estarían por encima de la mera eficiencia, que no será deseable a cualquier costo. Si vamos a las técnicas, no será posible privatizar o externalizar cualquier cosa, y, desde luego, nunca se externalizará sin control público.
    Yo también creo en un modelo en red, participativo y colaborativo, pero no en cualquiera. Por ahí anda nuestra lista de valores, de la que habrá que destacar os más pegados a la ética pública: equidad, transparencia, servicio.

  3. 23/04/2007 a las 00:04

    En el esquema que presentas, la corriente neopública estaría más orientada a la concepción y definición de las políticas públicas, mientras que la neoempresarial aportaría las técnicas y los instrumentos adecuados para la gestión eficiente de las políticas. La gobernanza podría ser el nexo de unión entre ambas corrientes, acercando los ámbitos de decisión y los de ejecución.
    Estoy de acuerdo contigo en que la Administración electrónica en si misma no constituye ningún nuevo modelo, sino que aporta instrumentos tecnológicos que pueden ponerse al servicio de diferentes modelos.
    Yo creo en un modelo de Administraciones en red (el nombre del blog no es casual), un modelo de Administración relacional que pone el énfasis en la participación y en la colaboración. La participación tanto externa (ciudadanía) como interna (empleados públicos) y la colaboración tanto de las administraciones entre sí, como entre éstas y las empresas y organizaciones de iniciativa social. Este modelo se correspondería, desde mi punto de vista, con lo que se está viniendo en llamar gobernanza o buen gobierno.

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