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El papel de la evidencia científica en la gestión


científico locoDesde que he empezado a ocuparme de la sanidad pública, han empezado a visitar este blog profesionales del sector sanitario. Además de que la diversidad enriquece la conversación, está siendo muy interesante para mí comprobar que la manera de debatir, el tipo de argumentos empleados, el estilo, e incluso la netiqueta, van asociados al colectivo profesional del que se procede. Bienvenidos.

Me está empezando a ocurrir que, en debates sobre gestión, se emplea como argumento de autoridad la evidencia científica. Creo que merece la pena una pequeña reflexión.

La medicina basada en la evidencia es un intento loable de lograr que las discrepancias entre profesionales en el diagnóstico y tratamiento se reduzcan. Por desgracia, no hay evidencia concluyente para todos los casos y, desde luego, las evidencias científicas nunca pueden ser tomadas como «verdades», ya que en la esencia del propio método está el que sean falsables. En cualquier caso, si la medicina quiere ser una práctica basada en una ciencia natural, debe sustentarse en la evidencia científica, lo mismo que la ingeniería se basa en la física.

La gestión, en cambio, no es una práctica basada en una ciencia natural. Su sustento estaría en las ciencias sociales. Como decía Von Foerster, «las ciencias blandas se ocupan de problemas duros, por lo que lo se las ven en figurillas». Las evidencias científicas que pueden sustentar la gestión son de tipo demasiado general, y no son concluyentes para sustituir las decisiones locales.

Es más, el tipo de racionalidad de la gestión pública no puede ser puramente técnico. En el abordaje de la mayoría de los problemas públicos suele haber varias racionalidades que compiten. Por ejemplo, cuando se delibera acerca de cuál sería el mejor trazado para una carretera, nos encontraremos con que el ingeniero de obras públicas maneja un conjunto de criterios diferente del que maneja el técnico medioambiental, diferente del que maneja el experto en desarrollo económico local, diferente del que maneja el urbanista, diferente del que maneja el ciudadano afectado.

Y no hay un experimento controlado con doble ciego que zanje la discusión. Tal vez sea una lástima, pero así es: en la gestión pública hay que llegar a acuerdos.

Estoy de acuerdo en que la práctica de la gestión debe imitar a las ciencias naturales en una cosa: la experimentación. Pero rara vez los resultados obtenidos en un contexto determinado son extrapolables a otro contexto. Por eso, la experimentación de que hablo se refiere a la práctica del ensayo y error, al estado beta permanente en la puesta en marcha y desarrollo de servicios.

El papel que juega en medicina la evidencia científica, lo juega en gestión el «benchmarking«; esto es, la comparación con alguien que lo ha conseguido. Por más que hagamos una revisión de experiencias similares y veamos que han fracasado casi siempre, es frecuente que encontremos algún caso de éxito, que demuestra que se puede y que proporciona algunas claves del éxito.

Por eso simpatizo con las corrientes de gestión que vienen a decir que todos los caminos conducen a la cima del monte. No es tan importante elegir la mejor opción, sino llevarla a cabo con la participación entusiasta de las personas que están afectadas.

Una última observación: en gestión, la referencia a un estudio científico puede servir para añadir un argumento, pero nunca para sustituir un auténtico debate entre personas.

(gracias a practicalowl por la foto)

  1. 11/12/2008 a las 13:13

    A los que tenemos una formación de base científica quizá nos cueste un poquito más pero evidentemente una de las especificidades de la gestión pública es la naturaleza de los problemas que tiene que abordar, los«wicked problems» o problemas enrevesados. Eso de por sí la puede hacer una ciencia única y desde luego la forma de afrontar estos problemas dista de ser la racionalidad científica sino que se opta por dinámicas más participativas, más de aprendizaje sobre la marcha y con unos plazos más largos

  2. 09/12/2008 a las 22:55

    Cañas epistemológicas aceptadas 😉

  3. 09/12/2008 a las 19:04

    @Yoriento: después de leerte, me he quedado sin saber si estamos o no de acuerdo. Para eso necesitaría saber, por ejemplo, a qué llamas tú, en nuestro ámbito, «leyes o regularidades básicas».
    Subscribo la afirmación de Paco: «el debate epistemológico… pufff eso mejor se hace con unas cañas y unas tapas».

  4. 09/12/2008 a las 14:18

    Pues sí, parece estamos bastante de acuerdo. Yo creo que el problema está en ese círculo vicioso que se ha creado alrededor de una de las frases que añades: «No es que no pueda emplearse la metodología científica, sino que hay que no hay suficiente experiencia acumulada.»
    Pero para que se acumule experiencia suficiente es necesario tener una actitud investigadora permanente y sistemática, la cual se ve debilitada y torpedeada continuamente por ese argumento de que la administración es «una realidad compleja con fuertes efectos sistémicos», como si los sistemas sociales fueran inmunes u opacos a la obtención de leyes o regularidades básicas.
    La ciencia y la experimentación de «las buenas» no son simplistas, rigidas y descontextualizadas, no analiza dos variables en el laboratorio y obtiene reglas universales. Creo que al igual que ocurre en psicología (añadamos «de las organizaciones», para darle más caché) este tipo de desacreditaciones interesadas impiden meterle mano a lo social y a lo organizacional como se debiera, y es orígen de milongas del estilo la «gestión es un arte».
    En fin, creo que debajo de tanta supuesta «complejidad humana» de lo que se trata simplemente es de encontrar la simplicidad. Y para eso hay un camino: investigar con simplicidad, sin excusas ni prejuicios sobre la ciencia hace mucho tiempo desterrados en otros campos del saber. Va tocando al nuestro.

  5. 06/12/2008 a las 22:04

    Hum, no veo que haya discrepancia entonces. Yo también soy defensor de la investigación.
    Simplemente, hay que saber qué significan los resultados empíricos y no emplearlos de cualquier forma. Lo potente de la ciencia es la dialéctica investigación/teoría. La mera acumulación de evidencias no sirven de casi nada hasta que no llega una teoría que les da sentido y, también, el diseño experimental viene condicionado por las teorías que tratan de corroborar o falsar.
    Lo que no me vale es que se diga: «en Oklahoma se ha probado a hacer X, se ha investigado y ahora hay evidencia de que hacer X es contraproducente urbi et orbi». O, aún peor, «como estas dos variables correlacionan, concluimos que hay una relación causa-efecto».
    Como decía, cuando uno trata de innovar, generalmente no existe todavía evidencia suficiente que nos diga si esa innovación va a tener éxito o no. No es que no pueda emplearse la metodología científica, sino que hay que no hay suficiente experiencia acumulada. Tenemos que considerar el proyecto de innovación como un experimento en sí mismo.
    Y cuando hay experiencias anteriores, la experiencia suele estar mal definida, porque se compone de una maraña de variables que componen un caso único, irrepetible. Y si experimentamos con dos variables aisladas, conseguimos resultados impecables desde el punto de vista experimental. pero que no dicen nada de una realidad compleja con fuertes efectos sistémicos.
    Por eso, las teorías que se van asentando en las ciencias sociales suelen describir realidades de tipo muy general. Como «en todo grupo tiende a emerger un líder», o «el comportamiento pasado es un buen predictor del comportamiento futuro». Nada que ver con el cálculo infinitesimal.

  6. 06/12/2008 a las 15:54

    «Las metodologías científicas pueden ser aplicadas a cualquier ámbito de actividad humana y no han de ser excluyentes con cualquier otro tipo de abordajes a un problema.»
    No puedo añadir nada mejor.
    Cualquier excusa para no considerar cualesquiera asuntos, variables o problemas, ya sean humanos, divinos o sociales (que parece que siempre le damos una categoria especial), objeto de estudio e investigación científicos pues, eso, será simplemente una excusa.
    Y precisamente si nuestras ciencias sociales y humanas están como están no es porque no se les pueda meter mano científicamente sino A CAUSA de ello. De ahí que las diferentes consultolabias campen a sus anchas.
    Jo, cómo me he quedao¡ 🙂

  7. 06/12/2008 a las 15:54

    Precisamente no planteaba que fuese exclusivo. Estoy totalmente de acuerdo con Iñaki, no obstante no hablaría de método científico, sino de metodologías. Sobre el debate epistemológico… pufff eso mejor con se hace con unas cañas y unas tapas :-).

  8. 06/12/2008 a las 12:51

    @Paco Lupiáñez-Villanueva: Iñaki ha contestado mejor de lo que yo hubiera sabido.
    No estoy hablando de prescindir de «la rigurosidad, la honestidad, la coherencia, la consistencia, la innovación». El método científico es diferente en unas y otras ciencias, porque el objeto observado es radicalmente diferente. Me entran ganas de comenzar un debate sobre epistemología, pero me contendré.
    Gracias por dar caña. Creo que no está de más. 🙂

  9. 06/12/2008 a las 12:17

    ¿La rigurosidad, la honestidad, la coherencia, la consistencia, o la innovación son exclusivas de la metodología científica?

  10. 06/12/2008 a las 12:13

    Cuando estudiaba ingeniería estaba acostumbrado a que los problemas tuvieran una única solución correcta que, además, se concretaba en una cifra. Si el resultado que te salía era diferente solo cabía una explicación: te habías equivocado.
    En el tercer curso elegí la especialidad de «organización industrial» y comencé a estudiar otro tipo de asignaturas, como economía, organización de la producción, gestión de empresas, marketing, etc… Y las cosas empezaban a no estar tan claras, lo que nos producía cierto desasosiego.
    Después, empecé a trabajar en «organización administrativa» y las cosas estaban aun menos claras. Algún compañero que provenía también de una formación técnica me llegó a decir que «esto de la organización es una cosa como de curas«, en el sentido de que tenía más que ver con pautas, recomendaciones, criterios de actuación, lo que conviene y lo que no vonviene (o conviene menos), etc., que con certezas y soluciones científicamente demostradas.
    La gestión, la organización (que forma parte de ella), la política e, incluso, la propia vida son así. No se ha inventado la fórmula para calcular las decisiones correctas en cada situación. Como dice Alorza, compiten distintas racionalidades, y añadiría que, la mayoría de las veces, compiten también distintos intereses. Hay que llegar a acuerdos o equilibrios que, tal vez, no sean óptimos para nadie, pero que puedan ser asumibles por casi todos. No se trata, por tanto, de alcanzar la solución óptima, sino de acordar un subóptimo aceptable.
    Dice bien Alorza, la ciencia puede aportar argumentos, pero, al final, los mecanismos para llegar a soluciones viables pasan por la participación y el debate. En la gestión, como en la política (que no deja de ser la gestión de lo público), juegan los intereses y los valores de las personas. La ciencia y la técnica aportan datos y medios para ayudar en la toma de las decisiones.

  11. 06/12/2008 a las 12:09

    Lo bueno del diálogo es que en la mayoría de las ocasiones, y este espacio es un buen ejemplo, enriquece.
    En esta ocasión tengo de nuevo que discrepar contigo, las metodologías científicas pueden ser aplicadas a cualquier ámbito de actividad humana y no han de ser excluyentes con cualquier otro tipo de abordajes a un problema. En este sentido, la rigurosidad, la honestidad, la coherencia, la consistencia, la innovación… son cuestiones que han de mantenerse en cualquier abordaje y la GESTIÓN no es una excepción. Aquí va un claro ejemplo THE MIT Center for the Digital Business que también tiene una línea de Digital Health Focused Research Group.
    Espero no saturarte con tanta lectura 🙂

  12. 06/12/2008 a las 11:53

    @R. Jordan: ¡cielos! si mis hijos supieran que algunos me consideran un gurú seguro que se espatarraban de risa. En serio, valoro más los intentos de hacer que los intentos de conceptualizar. Así que te devuelvo la pelota: muchos estamos atentos con la esperanza de que algo puedas cambiar en el sistema universitario. Cuenta con la ayuda que necesites.
    @dreig: ¡exacto!

  13. 06/12/2008 a las 11:43

    Me ha gustado tu reflexión acerca del benchmarking como método científico en la gestión. Desde luego, aquella afirmación que estudiaba en Psicología y que consideré entonces demasiado obvia se ha ido aplicando a distintas disciplinas, no tan alejadas en realidad. La metodología observacional sería asimilable al benchmarking y aquello de «el mejor predictor de la conducta futura es la conducta pasada», igual.
    De acuerdo también con tu perspectiva: en ciencias humanas, nada sustituye a la conversación y ni el proyecto mejor planificado sobrevive a la falta de entusiasmo de sus gestores.
    En fin….sigo con mis cosas 😉
    Saludos

  14. 06/12/2008 a las 09:44

    Me temo que es muy largo el camino que nos queda para conseguir «abrir» de forma generalizada la gestión pública en todos sus ámbitos (sanitario, urbanístico, educativo, etc.) a la participación directa de la ciudadanía. Coincido contigo en que la mejor forma de intentar ir abriendo esta puerta es a través de la experimentación, mediante la «práctica del ensayo y error, al estado beta permanente en la puesta en marcha y desarrollo de servicios». Pero me temo que son muchas las barreras que hay que flanquear para poder llevar a cabo los proyectos experimentales…
    No obstante, yo soy optimista. No sé si será que yo cada vez me voy implicando más o será algo generalizado, pero cada vez «escucho» en la blogesfera más conversaciones sobre la apertura para el diseño de nuevos servicios o el rediseño de los ya existentes… Desde luego, en esto tú eres un maestro; creo que no me equivoco si digo que somos muchos los que, desde la distancia o incluso el anonimato, te consideramos un gurú al que seguimos.

  15. 06/12/2008 a las 09:06

    Un paso más…
    En la definición de servicios sanitario poco o nada puede aportar el ‘usuario’, que no siempre coincide con el paciente. Si lo miramos todo desde el punto de vista del profesional sanitario y no del paciente podemos olvidar que en la prestación del servicio también tiene mucho que aportar, a su mejor definición, los usuarios. Ciudadanos que poco intervienen en la definición de servicios sanitarios.
    La propuesta de Living Lab de ámbito soci-sanitario que hacemos desde Abla y su comarca pretende establecer los mecanismos para ‘sentar’ a hablar y experimentar a profesionales sanitarios, sectores sociales y empresariado para definir mejor y poner en práctica el concepto de ‘Calidad de Vida en el ámbito rural’ desde el punto de vista sanitario y por ende, social.
    Interesante reto que abordamos con ilusión.
    Saludos 🙂 Paco

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