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Innovación: cuestión de actitud
En algún momento de este debate interbloguero sobre la innovación pública hemos dicho que la innovación es un asunto de personas. De personas y de contexto, de innovadores que respiran cultura de la innovación.
La cultura de la innovación se manifiesta en valores y el factor humano se muestra en comportamientos. La interfaz entre valores y comportamientos son las actitudes. Las actitudes son valores destilados o, también, comportamientos hechos tendencia.
Las actitudes se construyen. Aunque una vez adquiridas hacen callo, son modificables. A veces, de manera casi mágica. Así fue, por ejemplo, que a principios del siglo pasado los puritanos norteamericanos pasaron a ser compulsivos consumidores a crédito en un lapso de menos de una década.
Mi amiga Marijo nos ha enviado una lista de actitudes para la innovación. La rescato del limbo de los comentarios y la elevo a este post. Oro molido:
Reflexiones de un funcionario sobre la evaluación del desempeño
Craso error. Es peligroso darle estas oportunidades a Alorza porque las pilla al vuelo. Su respuesta no pudo ser más “inocente”: “Hay una forma sencilla de saber si discrepamos o no: propón un sistema de evaluar el desempeño. Basta con que señales algunos de los indicadores que emplearías, cómo los medirías, quién mediría y qué consecuencias acarrearía la medición”.
¡Ahí es nada! Por menos que esto alguna multinacional de la consultoría (y no miro a nadie) te levanta una pasta. ¿Qué no?. Pero los vascos somos gente de retos. Y así nos va, unos subiendo ocho miles, otros dando la vuelta al mundo, los más cachas (y las más cachas) machacándose en los triatlones, … Sólo por citar las actividades más inocuas. Ya se sabe, si quieres que un vasco haga algo, basta con que le digas: “a que no…”.
Y aquí me veo, afrontando un reto en el que me he metido yo solito (picando el anzuelo de Alorza) cuando le contesté: “Dame tiempo, compañero. Lo haré. No sé lo que saldrá, porque realmente no es mi tema, pero lo intentaré”.
La gestión de los «recursos humanos» en la Administración pública
Lo citamos de refilón el otro día. Durante los próximos 21, 22 y 23 de junio van a tener lugar unas Jornadas sobre «Nuevos enfoques en la gestión de los RRHH en la Administración Pública«, organizadas por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.
El programa promete, pero nosotros no vamos a tener ocasión de asistir a ellas, a pesar de su cercanía geográfica. Me encantaría, por ejemplo, escuchar la ponencia de Francisco Longo, viejo conocido en este blog, sobre “El nuevo estatuto del/la emplead@ públic@”.
Si alguna persona que vaya a asistir a las Jornadas desea publicar en este blog sus reflexiones, comentarios, conclusiones, etc. sobre el desarrollo y contenido de las mismas, le invito desde aquí y ahora a que lo haga. Este espacio público de encuentro, intercambio y comunicación está a vuestra disposición. Creemos en la participación y en el trabajo colaborativo.
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Evaluación del desempeño en las administraciones públicas
El actual borrador del Estatuto Básico de la Función Pública prevé que: “Las Administraciones Públicas establecerán sistemas que permitan la evaluación del desempeño de sus empleados”, y en la estructura de las retribuciones complementarias de los funcionarios se tendrá en cuenta, entre otros factores: “El grado de interés, iniciativa o esfuerzo aplicado al desempeño del puesto de trabajo o el rendimiento o resultados obtenidos en el mismo”.
No es la primera vez que hablamos del Estatuto Básico de la Función Pública en este blog. Lo hacemos ahora en respuesta a David Bartolomé que nos ha dedicado recientemente un post en su blog. Camaradería bloguera ;-).
El Estatuto de la Función Pública en la prensa
Es curioso que mientras la nota de prensa del Ministerio dice que “el texto persigue que los empleados públicos sean mejores profesionales, cuenten con condiciones laborales más atractivas y disfruten de mayor independencia respecto a los partidos políticos”, la mayoría de los titulares de la prensa vienen a transmitir la idea de que “se les ha acabado el chollo a los funcionarios”.
Esta interpretación responde, sin duda, a un pensamiento popular bastante generalizado sobre la escasa productividad de los funcionarios públicos, que podríamos sintetizar en este meme: “los funcionarios no le pegan un palo al agua”.
Desde luego, si los funcionarios trabajan más o menos no es por un síndrome patológico asociado al ejercicio de la función pública, ni tampoco por el mero hecho de que “como tienen el empleo asegurado, ¿para qué van a trabajar?”.
Que nadie se llame a engaño, el desempeño laboral de los funcionarios no va a depender sustancialmente de reformas legislativas. Y me explico.
Un tema central para la gobernabilidad
En este post se reflexiona sobre los retos y dificultades del proceso de cambio necesario para la institucionalización de la función directiva pública.
¿Por dónde empezar? ¿Cuáles son el itinerario, el mapa, los compañeros de viaje y los vehículos que conducen a un escenario de institucionalización de la dirección pública? ¿De qué variables depende que los esfuerzos reformadores de las administraciones sirvan para arraigar y consolidar modelos de gerencia profesional en los sistemas públicos?
En opinión de Francisco Longo, no existe una respuesta genérica a estas preguntas. No hay un único camino posible. Por otra parte, las estrategias de cambio más acertadas serán las que se basen en el conocimiento más próximo posible de la realidad. Las circunstancias concurrentes en cada contexto institucional pueden imponer significativas diferencias de enfoque.
Dicho esto, parece evidente que la intervención decidida y en paralelo sobre las cuatro áreas mencionadas en el post anterior constituiría -de ser factible- la opción más contundente, ya que cada una de las líneas de intervención que hemos citado retroalimenta las demás, y es estimulada al mismo tiempo por ellas.
El problema es que tales enfoques sistémicos sólo están al alcance de empeños reformadores globales dotados a la vez de una clara visión y voluntad de cambio, y de un consistente poder político. No siempre es el caso. Sin pretensión de generalizar, puede decirse que el desarrollo de directivos, asumido como prioridad de intervención en un número creciente de casos en nuestro entorno próximo, está desempeñando un importante papel dinamizador.
Claves para la institucionalización de la dirección pública
En este post se analizan las áreas de intervención para la institucionalización de la dirección pública. Es decir, se pretende dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué reformas, o simplemente qué líneas de intervención sobre la realidad, son necesarias para alcanzar un grado de desarrollo de la dirección pública que permita hablar de “institucionalización” de ésta?
Cabe destacar la importancia concedida por este autor al desarrollo de la capacidad directiva, orientada al logro de una masa crítica de directivos competentes, como factor dinamizador de los cambios estructurales y normativos necesarios.
Así mismo, me parece interesante subrayar su convicción de que la existencia de una administración profesional -de la que la dirección pública es una parte inseparable- constituye una seña de identidad de las democracias avanzadas.
No hay management sin managers
El artículo, disponible en la web de la Comunidad Virtual de Gobernabilidad, se estructura en los siguientes apartados:
- rasgos básicos de un modelo de ejercicio de la dirección pública
- elementos configuradores de un marco institucional de dirección pública
- contenido, alcance y ámbito de las reformas necesarias para construir dicho marco
- variables que pueden influir sobre la producción de las reformas: principales desafíos y dificultades
Trataré de resumir en este post los dos primeros apartados, aplazando los siguientes a otro post que publicaré próximamente. Creo que el calado y la densidad del artículo de Francisco Longo hacen difícil que pueda ser resumido en el breve espacio de un único post.
Aun así, este post resulta un poco largo para lo que suele ser el formato habitual de este medio, pero os aseguro que el esfuerzo merece la pena.
e-Politicos
La primera dificultad que nos topamos para escribir este post es la delimitación de su objeto, es decir, ¿quiénes son los e-Politicos? La pregunta no es trivial. Se ha escrito bastante sobre los límites entre la política y la función pública. Ciertamente, no es ésta una cuestión que se pueda despachar a la ligera.
Como en este blog, en sus poco más de 100 posts, ya hemos hablado de casi todo lo que tiene que ver con la Administración, no podía faltar alguna referencia al tema. Así, Alberto ya efectuó algunas reflexiones sobre el mundo de los cargos políticos en «Funcionarios y cargos: universos paralelos«: «…los cargos son siempre políticos, por más que puedan ser además grandes técnicos, ya que su contratación y despido va ligado a los avatares del juego democrático de los partidos políticos. Su horizonte temporal es necesariamente limitado e inestable, puesto que la permanencia es independiente de su desempeño en el puesto«.
En aquel post de Alberto estaba clara la frontera entre los funcionarios y los cargos políticos. Sin embargo, a los efectos de este post, me gustaría distinguir entre los niveles claramente políticos, por una parte, y el de los que podríamos llamar directivos públicos, por otra. En este post me voy a centrar en estos últimos, dejando para otra ocasión el análisis de los niveles menos administrativos y más políticos.
Hecha esta primera clasificación, la pregunta sería ahora: ¿quiénes son los directivos públicos?
e-Funcionarios
Podríamos entender por tales aquellos que son capaces de utilizar con desenvoltura las nuevas herramientas tecnológicas, pero esa sería una visión muy pobre del tipo de funcionario que requiere una Administración digital plenamente desarrollada.
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