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Congreso de Q-epea: martillo o Alemania
Esta semana se ha celebrado el IV Congreso de Excelencia en la Gestión en las Administraciones Públicas, organizado por Q-epea, grupo de entidades públicas vascas por la excelencia en la gestión.
Tengo muy buena opinión sobre la experiencia Q-epea y, también, sobre los Congresos que organiza este grupo cada dos años, como ya he comentado recientemente.
Lo que me interesa destacar aquí es la dicotomía que se viene observando, al menos en los últimos Congresos de Q-epea, entre los que siguen en el viejo paradigma de las herramientas y los que han tomado conciencia de que vivimos en una nueva época, en la que ya no se trata tanto de cambiar la forma como hacemos las cosas, sino de cambiar las cosas que hacemos, es decir, la nueva época nos demanda hacer otras cosas.
Joan Subirats caracterizó de forma muy gráfica este dilema: martillo o Alemania.
Cambiar de chip
Este viernes pasado, a la salida de un estupendo concierto de Ara Malikian, me encontré con un viejo amigo que hacía tiempo no veía. En una rápida conversación de esquina de calle nos pusimos al corriente sobre nuestras últimas novedades y, ¡cómo no!, también le dimos un rápido repaso a la actual situación económica y sus consecuencias. Él trabaja en una agencia de noticias y estaba preocupado por el bajonazo de la publicidad. Mi situación parece más segura, a pesar de los recortes en la Administración.
En este punto, como cabía esperar, él tenía su opinión: ¡claro, es que la Administración pública está dimensionada para cuando había que presentar 19 papeles en cada trámite! ¡ahora con la Administración electrónica, seguro que no hace falta tanto personal!
Ahí me dio en la línea de flotación. Con Administración electrónica o sin ella, la mayor parte de las veces hay que seguir presentando los 19 papeles de toda la vida. Bueno, a lo mejor hemos bajado de 19 a 15, gracias a los servicios de interoperabilidad que poco a poco se van poniendo en marcha. Sin embargo, mucho me temo que en la Administración pública seguimos anclados en unos esquemas mentales que nos impiden ir más allá de sustituir algunos certificados en papel por transmisiones de datos entre diferentes administraciones, que tampoco está mal. Pero estoy convencido de que a estas alturas del siglo XXI podríamos y deberíamos plantearnos innovaciones mucho más radicales. A veces pienso que, con gran esfuerzo, conseguimos resolver problemas que solo lo eran para nosotros y nuestros ombligos, pero que muchos de estos presuntos problemas eran imperceptibles para el común de los mortales.
Cada vez me siento más como los ratones del libro «¿Quién se ha llevado mi queso?», concentrados en buscar afanosamente el queso dentro del laberinto, cuando en realidad el principal problema no es que los ratones estén en el laberinto sino que el laberinto está en la mente de los ratones, como dicen en el libro réplica «Yo me he llevado tu queso«. Ya no vale con saber buscar el queso, sino que necesitamos ser capaces de modificar el entorno.
En la Administración pública nos sentimos muy satisfechos cuando conseguimos un pequeño trozo de queso, porque el laberinto del procedimiento administrativo es tan retorcido que cualquier éxito merece ser celebrado como una gran victoria. Flanquear las legiones de guardianes del procedimiento no es para menos.
Algún día los funcionarios públicos nos concentraremos más en los resultados para la ciudadanía que en las formalidades administrativas, y ese día no tendrá, necesariamente, por qué sobrar personal en las administraciones públicas, sino que por fin los profesionales públicos podremos dedicar más tiempo a cuestiones importantes para la gestión de los servicios y las políticas públicas, como la planificación, la evaluación, la rendición de cuentas o la gestión de la participación.
Intraemprendizaje en el sector público: la hora de la confianza radical
El día 7 de febrero participé, junto con Jordi Graells, en una mesa redonda del Master en Gestión Pública Directiva del INAP. El tema era «intraemprendizaje en el sector público» y la moderación corría a cargo de Tíscar Lara, de la EOI. Enfrente teníamos a un alumnado perteneciente a las capas superiores del funcionariado de la AGE, que es un mundo que desconozco, lo que me provocaba cierta inquietud. ¿Cómo iban a encajar las ideas contraculturales de mi presentación?
Para mi ponencia, rescaté ideas que ya expuse en la Thinking Party 2010 y que fueron la base de mi capítulo en el libro «INprendedores«. Esto es, partiendo de la historia de la caza del mamut lanudo, aventuré algunas reflexiones y expuse experiencias nuestras acerca de la aplicación de la confianza radical en la Administración pública. La consecuecia directa para la gestión es que las personas ganan protagonismo frente a los métodos. Por lo tanto, hay que evitar rigurosamente la hipergestión, para fomentar el entusiasmo y el emprendizaje interno, a cargo de personas libres y equipos cohesionados.
El resumen de las ideas presentadas puede ser este mínimo manifiesto, que bebe de las fuentes del «Manifiesto Ágil«:
Preferimos:
- la acción frente a la planificación
- la libertad frente a la organización
- la confianza frente al control
- la red frente a la jerarquía
Sobre la dirección pública profesional
Está en marcha una campaña a favor de la dirección pública profesional que puede apoyarse a través de la web Actuable.
He apoyado esta campaña porque comparto básicamente las ideas que la sustentan. La dirección pública profesional, desde mi punto de vista, es una figura organizativa clave para racionalizar el funcionamiento de la Administración pública. Esta figura está esbozada en el Estatuto Básico de los Empleados Públicos y ahora falta que cada nivel administrativo la desarrolle y la aplique en su ámbito respectivo.
Precisamente, el último día del año conversé en Twitter con varios funcionarios sobre este tema. Y es verdad que, a veces, la cuestión de la dirección pública profesional se plantea como un pulso entre políticos y funcionarios.
Creo que mi postura es sencilla de explicar. Existe en la Administración pública un nivel directivo que debe ser ejercido por personas que acrediten su adecuación para ello, con independencia de que sean funcionarios o no. El criterio de cobertura de los puestos directivos no puede ser ni una adscripción política determinada, ni tampoco el hecho de haber desempeñado puestos técnicos o funcionariales en la Administración durante un periodo de tiempo más o menos dilatado (método del carbono 14). Tiene que haber un procedimiento profesional de selección de los directivos públicos que permita predecir su idoneidad de una forma más eficaz que los métodos actuales, basados exclusivamente en la discrecionalidad.
A partir de ahí, debe preverse una carrera profesional, un sistema formativo, unos procedimientos de evaluación, etc.
No me quiero alargar aquí sobre este tema. Ya he escrito bastante sobre ello en este mismo blog. Y muchos otros han escrito más y mejor. Simplemente, una última reflexión: creo que es bueno que haya permeabilidad entre los directivos públicos y los del sector privado. La Administración pública puede enriquecerse con la aportación de las personas que han desarrollado su carrera directiva en el mundo de la empresa, siempre que sean profesionales de capacidad y trayectoria acreditadas.
Por resumir, mi propuesta se concreta en que la Administración pública reclute sus directivos mediante los mismos sistemas de selección que utiliza cualquier organización seria.
el sistema sanitario y las redes sociales: 3 ideas-fuerza
III Congreso Nacional de Atención Sanitaria al Paciente Crónico. Este jueves, 19 de mayo de 2011, me toca participar en la “Sesión 3: Sanidad 2.0: utilidad de las redes sociales para los pacientes crónicos”. Modera Joan Escarrabill una mesa en la que me acompañan algunos de mis héroes:
- Miguel Ángel Mañez: sobre los pacientes y las redes sociales
- Jorge Juan Fernández García: sobre las estrategias que adoptan las Instituciones sanitarias para participar en las redes sociales
- Tino Martí : sobre salud comunitaria y redes sociales
- Francisco Lupiañez-Villanueva: sobre cronicidad 2.0
Yo centraré mi exposición en “el sistema sanitario y las redes sociales”. No tengo previsto emplear apoyo audiovisual, sino que mi táctica será foguearme aquí. Vuestras opiniones serán claves para que haga un digno papel en la mesa. Don’t let me down!
Me piden que resuma mi ponencia en 3 ideas-fuerza. Os ofrezco estas:
1. Encuentra las redes sociales –las comunidades- en el interior de tu organización y dales un entorno templado, húmedo y bien abonado.
2. Piensa en lo importante: nuevos servicios, o nuevos procesos de servicio, que aporten más valor a la ciudadanía, sean más eficientes y que porten el troyano de la corresponsabilidad.
3. El papel principal del sistema sanitario en las redes sociales debe ser el de escuchar. De hecho, la secuencia es escuchar – enlazar – compartir.
A vueltas con el número de funcionarios
Esta semana Kepa Aulestia ha publicado en prensa un artículo bajo el sugerente título de «Menos funcionarios«. Aunque el autor llega a aventurar la opinión de que «Es más que probable que sobren funcionarios, y muchos«, la tesis principal de su artículo, como luego veremos, no es la que podría deducirse de esta frase, ni tampoco de su título.
De entrada, no comparto la opinión de que sobren funcionarios. En España trabajan para el sector público el 9% de las personas adultas, mientras que en la UE-15 este porcentaje es del 16%. Y en los países más desarrollados del norte de Europa esta cifra escala por encima del 20%. Estoy más de acuerdo con las tesis de Viçens Navarro cuando afirma que «el problema que tenemos en España es el opuesto al que tales reportajes denuncian: el sector público está subdesarrollado en lugar de sobredimensionado«.
Pero no va por ahí la principal preocupación de Kepa Aulestia, sino que en su artículo, y a pesar del título, lo que viene a denunciar es la huida del derecho administrativo que se produce «mediante la gestación de entes y sociedades que no son necesariamente ni más eficaces ni más rentables«. En este punto estoy más de acuerdo, aunque la cosa merece una reflexión más detenida.
La Administración necesita incorporar programadores
Por fin le estoy hincando el ojo a «Open Government: Collaboration, Transparency and Participation in Practice«, el monumental libro editado por Daniel Lathrop y Lautel Ruma para O’Reilly Media. Aunque quizá el capítulo más conocido sea el número 2 –«Government as a Platform«, de Tim O’Reilly-, los editores han elegido encabezar el libro con «A Peace Corps for Programmers«, de Matthew Burton, probablemente por la refrescante claridad con que pone sobre la mesa un problema de vital importancia, común a todas las Administraciones públicas.
El capítulo golpea la conciencia de cualquiera que tenga algo que ver con la tecnología o con la Administración. No puedo menos que traducir aquí los cuatro primeros párrafos, donde se hace un diagnóstico contundente del desarrollo de software público:
«El gobierno federal debería despedirme. Al igual que los miles de otros contratistas que desarrollan software para agencias de gobierno, soy lento, demasiado caro, y no tengo contacto con las necesidades de mis clientes. Y estoy impidiendo innovar al gobierno.
En los últimos años, el gobierno ha llegado a ser casi completamente dependiente de los contratistas de tecnología de la información (TIC). Tan profunda es esta dependencia que el gobierno se ha encontrado en una posición que puede sorprender a los de la industria tecnológica: no tiene programadores propios; el código está casi totalmente externalizado. Los líderes del gobierno consideran las TIC claramente una función auxiliar, que se puede delegar a terceras partes.
Pero deberían preocuparse. Porque mientras ellos estaban sacando la responsabilidad de las TIC al exterior, el papel de la TIC se ha convertido en central para cada agencia. La informática podría haber sido una materia auxiliar hace 20 años, cuando los únicos ordenadores eran los mainframes del sótano. El empleado medio nunca tenía que preocuparse de ellos. Pero hoy, hay un ordenador en el escritorio de cada funcionario. Los funcionarios confían en sus equipos para realizar su trabajo con eficacia. Todos los días, se encuentran con nuevos problemas que podrían resolverse rápidamente con un poco de comprensión web, si simplemente hubiera un programador allí para ayudar.
Y necesitan ayuda desesperadamente. Imagine no tener Google para encontrar rápidamente la información, ni Facebook o LinkedIn para encontrar nuevos colegas, ni mensajería instantánea para comunicarse con los colegas una vez que los ha encontrado. Imagine tener que pedir permiso cada vez que quiera publicar contenido online, en lugar de ser capaz de hacerlo rápida y fácilmente con un wiki o blog. Este es el estado de la informática en el gobierno federal.»
Experimentando con la confianza radical en la Administración pública
Más de una vez lo hemos dicho: la Administración pública está compuesta de excelentes profesionales que desean poner su talento al servicio de las políticas públicas. Sin embargo, es frecuente encontrarse con equipos desmotivados, desnortados, extenuados emocionalmente. La única vía para recuperar a nuestra gente es devolverles el poder, apelar a su orgullo de servidores públicos y dejar que hagan las cosas de la manera que crean mejor.
Propongo dos eslóganes provocadores:
- Enfoque a la acción: «es mejor pedir perdón, que pedir permiso» (Python)
- Aceptación incondicional: «hagas lo que hagas, estará bien hecho«
La primera vez que me atreví a pronunciarme en este sentido fue en la edición 0 de «The Best of Euskadi+Innova», cuando expliqué que mi principal objetivo era «convertir a los trabajadores públicos en emprendedores«. Alguien hizo risas con la interpretación de que los quería a todos en el paro 🙂
Este viernes, 9 de julio, he tenido la ocasión de explicar en 15′ mi particular visión sobre la confianza como valor central de la relación profesional, en el marco de la Thinking Party, organizada por la Fundación Telefónica. Abro paréntesis para agradecer a Pepe de la Peña que contara conmigo para el maratón de ponencias más atractivo de este año.
A quien esté interesado, puede ver los 15′ de mi charla, sincronizada con la presentación, en la mediateca del evento. Os recomiendo que aprovechéis para daros un atracón con el resto de ponentes.
de Gobierno Abierto, gestión, confianza y otras hierbas
Si abril es el mes más cruel, mayo es el más convencional, porque está lleno de convenciones, jornadas y otros saraos. En medio de tanta agitación, llevaba mucho tiempo sin plasmar mis reflexiones en este medio. Andrés Nin y José Ignacio Familiar han conseguido sacarme del umbral de la pereza y aquí me tenéis balbuceando argumentos sobre el Gobierno Abierto -a favor- sobre la gestión por objetivos -a reinventar- y sobre evaluación del desempeño -en contra.
Andrés Nin es uno de mis pensadores de cabecera. No sólo porque escribe cosas interesantes, sino también porque las dice con pocas palabras. Precisamente acaba de producir uno de sus excelentes posts, esta vez acerca del devenir del Gobierno Abierto en el último año y medio. En él se afirma que hay que contar los días de la era del Gobierno Abierto a partir del nombramiento de Barack Obama como Presidente de los USA. Es cierto que ha habido otras iniciativas muy interesantes en fechas anteriores, pero me parece razonable considerar que esa sea la efeméride que inicia el Open Government como mainstream en la política mundial.
Para Andrés, este año y medio de oGov pone sobre la mesa estos retos:
- la sostenibilidad del modelo y su plasmación en el marco legal
- la usabilidad como piedra de toque de la transparencia
- hacer efectiva una participación de calidad en formatos no sólo up-down
- identificar comunidades con las que trabajar la colaboración y coproducción
- crear el ecosistema interno que lo haga posible, basado en la confianza
José Ignacio Familiar «Fami«, buen amigo, ha contribuido al debate con un comentario muy incisivo. Yo diría que él lo entiende como argumentos opuestos a algunos de los de Andrés, pero a mí me resultan casi perfectamente complementarios. Los matices que el primero no aborda, el segundo los saca a la luz. Excelente.
Fami me tira de las orejas, porque mi entusiasta recibimiento del artículo de Andrés se extiende a esta frase:
Evaluación de políticas y planes de gobierno
Hoy hemos participado en las jornadas sobre Transparencia en las políticas de vivienda: evaluación y participación ciudadana.
Como decíamos ayer, el área de Vivienda del Gobierno Vasco es una de las pioneras en llevar a la práctica los principios del Gobierno Abierto y, también, a la hora de implantar sistemas de evaluación de políticas.
Por eso, estas jornadas han sido una ocasión idónea para presentar en sociedad la iniciativa que estamos impulsando en el Gobierno Vasco para promover la evaluación de las políticas públicas.
He compartido presentación con Koldobike Uriarte, la Directora de Coordinación (Presidencia), y compañera de la OMA (Oficina para la Modernización Administrativa). Koldobike ha explicado el anclaje de la evaluación con los planes estratégicos del Gobierno.
http://www.irekia.euskadi.net/video/fplayer.swf
Fuente: Irekia – Gobierno Vasco
Y mañana participará Alberto en estas mismas jornadas.


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